Reencuentro

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Abrió sus ojos agotado. No recordaba nada de lo que había ocurrido, pero supuso que algo malo había sido pues se encontraba en una habitación de hospital y conectado a un suero y sus padres estaban a su lado sosteniendo su mano, felices de que hubiese despertado.

¿Qué había ocurrido?

Se lo explicaron momentos después, quedando completamente sorprendido y a la vez triste, pues muchas cosas no lograba recordar. Era casi como comenzar desde cero. Sentía un pequeño vacío.

Se mantuvo en el hospital unos cuantos días más mientras le realizaban exámenes para descartar cualquier cosa. Los resultados fueron buenos, no tenía peligro de nada y con las terapias era posible que fuese a recordar algunas cosas o al menos eso esperaban los médicos. Kageyama fue dado de alta luego de una semana y siguió visitando el hospital para ver el proceso de su recuperación.

Aun así no logró recuperar parte de su memoria. Había olvidado los nombres de sus compañeros de curso y bueno, se había olvidado por completo de Oikawa, quizás recordaba una que otra cosa de cuando eran pequeños, pero el rostro de Oikawa se le hacia borroso. Era como si nunca se hubiesen conocido y así se mantuvieron, como un par de extraños con una bonita historia por detrás, una que Tobio desconocía.

Tobio lloró mucho, lloraba por las noches al sentir una opresión en el pecho, sentía angustia, no por perder la memoria, sino por algo mas que no podía recordar. Era un sentimiento extraño para él, el cual nunca pudo descifrar, pero si sabía que era algo importante, pues permaneció en el mucho tiempo

Tras un tiempo pudo retomar por completos sus estudios y se enfocó completamente en ello, mientras se decidía en que estudiar. Luego de mucha confusión logró encontrar algo que le hacía muy feliz, la fotografía. La practicó mucho durante sus dos últimos años de preparatoria, participando en concursos y siendo parte del club de fotografía de la escuela, también tomó un par de cursos, todo aquello incidió en que se enamorase de la fotografía.

Así fue como logró ingresar a una buena y prestigiosa universidad.

Tras la noticia del ingreso de Kageyama a la universidad también llegó la información de que llegaría un nuevo sirviente a la casa, aquello le pareció muy curioso al heredero de la familia Kageyama, pues sus padres no contrataban a nadie hacia varios años.

- ¿Un nuevo mayordomo? - cuestionó el muchacho 

- Sí, es un joven conocido de nosotros - la madre de Tobio omitió cualquier comentario relacionado a la antigua relación que ambos chicos tenían - tratalo bien cariño, ¿Si?

- Claro que lo haré, madre - dijo cordial - ¿Cuando es que llega él?

- Se integrará a la servidumbre mañana por la mañana. Puede que al desayuno te lo topes - le contestó la mujer mientras sonreía amablemente.

Tras aquella breve conversación Tobio volvió a su habitación, pensando en como sería ese nuevo chico. Siempre era gente mayor la que sus padres traían y ahora sería un joven, alguien que se asemeje a su edad, eso le resultaba bastante agradable, tendría a alguien con quien conversar en esa enorme casa, la cual a veces le hacía sentir una enorme soledad. Con aquel pensamiento es que el chico se fue a dormir animado y feliz, no tardó en conciliar el sueño y le esperaba un largo día.

A la mañana siguiente Oikawa llegó muy temprano a la casa de los Kageyama, debía de preparar el desayuno a su nuevo amo, Tobio. Aún pensaba que el destino era bastante jodido al ponerlos nuevamente juntos, había estado evitando todos esos años encontrarse nuevamente con Tobio y justo ocurría esto, se le apretaba el pecho y le dolía el estomago en cuanto los minutos transcurrían.

Tooru le pidió a la señora - madre de Kageyama - que nunca mencionase que alguna vez se habían visto, sabía que Tobio había tenido una buena recuperación y le estaba yendo excelente, no deseaba arruinar nada de ello. Así a eso de las diez de la mañana Oikawa se encontraba preparando un delicioso desayuno: hotcakes con algo de caramelo y una leche tibia, era algo que solían comer cuando Kageyama se quedaba a dormir en casa de Oikawa y su madre en la mañana les esperaba con ese maravilloso festín.

El muchacho de cabellos azabaches no tardó en aparecer por la cocina, parando su caminata al ver a aquel no tan desconocido chico en el lugar. Parpadeó un par de veces analizando detenidamente al nuevo empleado, conclusiones: es demasiado guapo. Por otro lado estaba Oikawa, muriendo por dentro con sentimientos encontrados y su corazón latiendo a mil, rogaba porque no se oyesen esos alborotados latidos, deseaba correr a abrazar al ojiceleste, llorar, pedirle perdón, decirle que le había extrañado, que lo quería mucho y que durante todos esos años le había hecho inmensamente falta, pero no, tan solo se mantuvo ahí, lo más fuerte posible. Ese había sido el reencuentro de ambos, luego de casi cinco años sin verse.

No me olvides || OiKageWhere stories live. Discover now