Recuerdos

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3.

Tobio le dedicó una pequeña sonrisa al recién llegado.

- Buenos días, joven – Dijo cordialmente el chico de cabellos azabaches mientras se acercaba hasta la mesa para poder sentarse a desayunar.

- Buenos días – Respondió Oikawa con sus manos temblorosas pero con una amable sonrisa delineada en sus labios – Me llamo Oikawa Tooru

El delicioso aroma de la comida se coló bajo las narices de Tobio, estaba hambriento y todo aquello se veía demasiado apetitoso, por lo que disfrutaría mucho al comer.

- ¡Ah! Cierto. Disculpe mi mala educación – Se disculpó el menor por no haberse presentado correctamente y por no haber preguntado por el nombre del contrario – no me presenté como se debe. Es un gusto, Oikawa-san, tal vez sepas mi nombre, pero no lo has oído de mi boca, soy Kageyama Tobio, espero nos llevemos bien.

Oikawa se sintió demasiado conmovido y recordó la primera vez que se habían visto, Tobio había sido muy tímido la primer vez que se vieron, apenas y pudo decir su nombre, pero de alguna manera, Tooru pudo ganarse la confianza de Tobio, comenzando así una bonita amistad. Ahora todo era distinto, en esos momentos era el castaño quien se mantenía en una posición de timidez, y era más que nada porque se sentía realmente nervioso, con un montón de sentimientos en su ser.

- El gusto es mío, joven Kageyama – siempre iba a ser un gusto ver a ese muchacho – pasaremos bastante tiempo cerca, por lo que es mejor que nos llevemos bien.

- Por supuesto que sí, Oikawa-san –

Cada vez que le decía de esa manera su corazón latía con fuerza, había ansiado mucho volver a oír su voz llamándole por su nombre. La voz del menor había cambiado al momento de entrar en la adolescencia, pero aun así adoraba que dijese su nombre.

Ambos conversaron un poco y Tobio invitó al mayor a que desayunase con él, por lo que ambos compartieron la comida y una grata conversación. El joven Kageyama le contó lo que estaba estudiando entre otras cosas para comenzar a conocerse.

Ambos querían seguir conversando, pero Tobio debía de irse a clases, por lo que en la tarde retomarían aquella conversación.

•••

Por la tarde, antes de que Kageyama volviese a casa, Oikawa tomó una pequeña siesta en el sillón. Obviamente pidió permiso para ello, ya que había acabado con todo aquello que le habían pedido hacer. Así fue como se quedó profundamente dormido y estuvo recordando algunas cosas

- Yo cuidaré siempre de ti, Tobio-chan - Dijo un Oikawa, no recordaba que edad tenía, pero era una promesa que le había dicho al menor y que no pudo cumplir.

El día del accidente de Tobio estaba lloviendo, ambos estaban discutiendo a las afueras de la escuela por una estúpida razón, Oikawa se estaba quejando de la persona con la que Kageyama estaba saliendo, ya que había oído al grupo de amigas de esta chica decir que todo era un juego y parte de una apuesta. Oikawa le contó de ello, pero Tobio no le creyó ninguna palabra, por lo que siguieron discutiendo hasta que el menor le dio una cachetada a su mejor amigo y se fue corriendo de aquel lugar. Aquella tarde no le volvió a ver hasta que recibió una llamada por parte de la madre de Kageyama, diciéndole que había tenido un accidente de trafico, que el bus en que iba se había volcado y el muchacho era uno de los sobrevivientes, que había tenido un fuerte golpe en la cabeza y estaba delicado.

El castaño se derrumbó y se culpó. Nada de aquello habría ocurrido si no hubiesen tenido esa absurda discusión por alguien que no valía la pena. Rápidamente se fue al hospital donde le permitieron entrar a ver al muchacho, ahí mismo comenzó a llorar tomando la mano de su amigo, pidiéndole disculpas por no protegerlo como le había prometido, le pedía perdón por haber discutido. Estaba completamente destrozado.

Peor quedó cuando le dijeron que había cosas que no iba a recordar y que era probable de que el fuese una de las cosas que no recordase. Efectivamente resultó ser así, el día en que Tobio despertó, Oikawa fue a verle, llevaba una bella flor para él. Cuando entró a la habitación estaba el peliazabache mirando hacia la ventana y al ver a Oikawa preguntó: ¿Quien eres tu? Esa simple pregunta destrozó el corazón del mayor, no pudo decirle la verdad de quien era, supuso que era mejor que no le recordase, gran error.

Le mintió y le dijo que solo era un chico que solía venir a ver a las personas del hospital y que le había traido una flor. Era un girasol, el cual dejó en un florero con agua. Se quedó hablando un buen rato con Kageyama, fingiendo no conocerle, mientras que el contrario le hablaba de lo que fuese, con total confianza. Tooru se abstuvo de llorar hasta que se despidió y salió de esa habitación.

Ese fue el último día en que vio a su amigo y luego se fue a estudiar a otra ciudad. Kageyama perdió el año y se cambió de escuela. Oikawa nunca pensó que iba a volver a reencontrarse con ese chico, con ese chico que quería tanto y que nunca había podido olvidar, esta vez iba a cumplir su promesa y le cuidaría por sobre todas las cosas.

Ahí acabó su sueño, ya que Kageyama había llegado a la casa y fue a despertarlo. Despertó con lagrimas en sus ojos, a lo que el menor se asustó por ello.

- ¿Oikawa-san? ¿Está bien? - el chico de ojos azules le miraba con una expresión de preocupación en su rostro al ver como lagrimas caían por las mejillas del contrario

- Oh, solo tuve un mal sueño -le respondió Oikawa mientras limpiaba sus mejillas y le dedicaba una sonrisa al contrario - estoy bien, enserio

- Uh, lamento eso, Oikawa-san. Bueno, para animarle le invito a comer de estas galletas que compré - mencionó animado el de cabellos negros mientras le enseñaba la bolsa que había comprado. Aquella invitación le hizo sonreír, por lo que para acompañar aquellas galletas fue a preparar leche con chocolate.

Así estuvieron toda la tarde, conversando un poco.

No me olvides || OiKageWhere stories live. Discover now