Capítulo 09: Sueños, ilusiones y corazones rotos

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Aitana Pedraza no podía creer cual era el motivo, razón o circunstancia por la cual habían seguido con los ensayos si había un psicópata en el grupo. Debieron haber cancelado la tonta obra de una buena vez, al menos así no estaría viendo a su novio y a Yara Jackson interactuar juntos. Tampoco es como que pudiera evitarlo del todo, después de todo eran vecinos. Pero estaba casi segura que era la rubita quien se interponía entre la felicidad de ambos, su Aiden no tenía nada que ver.

Pero había algo que le dolía, ya que había estado ignorando al castaño por dos días con tal de llamar su atención, sin que todos sus esfuerzos por no lanzarse a sus brazos y plantarle un beso dieran resultados. En cambio, tenía que verlo ensayar con la chica que odiaba. Deseaba que muriera, que la atropellara un tren y que sus restos quedaran esparcidos hasta quedar irreconocible...

Parpadeó, no se podía dar el lujo de pensar eso.

—Así que, mi amore... ¿Aiden y tú ya no andan?

La morena deseó con todas sus fuerzas empujar a Nair de la silla, pero se contuvo. Había ojos por todas partes. En lugar de eso, se volteó con cara de pocos amigos y le dijo secamente:

—Metete en tus asuntos.

Ni siquiera trató de sonar menos tosca o fingir ser buena, se levantó de la silla y salió por la puerta delantera.

—Pero qué amable, sucia perra loca. Sólo preguntaba.

La chica de pelo rosa hizo una mueca de desagrado al escuchar como el susodicho cambiaba cosas del guion que ella había ayudado a dar forma. Estaba harta de eso, por lo que justo cuando el ensayo acabó fue directo a los vestidores, donde, un confundido Aiden la miraba perplejo.

—No tendré sexo contigo ni aunque me pagues, por si no lo sabías, no necesito el dinero.

Nair Sheeran rodó los ojos mientras se cruzaba de brazos. Sabía para qué lo había ido a buscar, iba a ir directo al grano, fría y cortante. Algo que se debía de saber acerca de la chica de cabello rosa era que su principal don era ser muy directa, honesta y bocona. Y a Aiden nunca le había agradado esa parte de su compañera, así que cuando abrió la boca para mencionar el altercado del día anterior, sus labios se fruncieron en una recta línea plana.

—Es una lástima lo de ayer.

Si trataba de sonar empática o amable, al castaño le pareció todo lo contrario. La miró a esos ojos fríos color azul, casi grises y trató de descifrarla. Pero, como siempre, no tuvo éxito. Siempre la comparaba con un pájaro, libre, haciendo todo lo que quería, no pretendía. Pero también la comparaba con un tiburón, fría y feroz cuando quería, cuando había algo que no le gustaba... De cierto modo ambos pensaban que se parecían, y esas dos personalidades casi iguales siempre chocaban.

—Es increíble, nunca sabes quienes son realmente las personas que te rodean... O tal vez sí, pero nunca prestaste la suficiente atención.

Aiden tomó con extrañeza su comentario y sospechó.

—Ya suéltalo, Nair, ¿para qué realmente viniste?

La chica lo enfocó y dijo:

—Respeta las puñeteras líneas.

El castaño se colocó la camisa y avanzó hacia ella.

—Ah... ¿Las líneas asquerosas que parecen hechas por un niño de seis años que tú y Marcela hicieron? No, gracias. Acéptalo, le doy más vida a la obra que cualquiera pudiera hacer.

La cara de Nair era digna de caricatura, roja cual tomate por la rabia y con humo saliéndole de las orejas. Eso era algo que siempre le había molestado del chico Vaghn, su falta de respeto por el trabajo de los demás. Él podía ser el actor, pero ella era la codirectora. Ya hasta había dejado la actuación de lado en el teatro para dedicarse a lo que más le apasionaba, por algo se había decidido por estudiar Cine y Televisión. Y no iba a dejar que un simple actor se pasara de listo por sobre su palabra.

Amigo SecretoWhere stories live. Discover now