Capítulo 05: Cosa de adolescentes

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El camino a casa en el auto de Aitana fue particularmente silencioso, no hubo comentarios extraños por parte de la chica, anécdotas divertidas ni charlas triviales. Solo ellos dos en el coche, envueltos por la música navideña de la radio y el presentador de un programa diciendo que ¡falta un mes para navidad!

Pensó que la morena seguiría molesta después de ignorar sus mensajes, pero la expresión en su rostro se veía extrañamente serena. Seria, pero no molesta. Incluso cuando el chico se bajó del auto, esta le dio un beso en los labios de despedida y luego le sonrió. No obstante, a Aiden le pareció notar ese extraño tic en el ojo izquierdo que se producía cuando algo le enfadaba tanto que no podía controlarse a sí misma.

Efectivamente: había metido la pata.

No obstante, el castaño solo pudo pensar en lo estúpido que resultaba que estuviera enojada solo porque no le había contestado unos insignificantes mensajes. Cómo si fuera algo gravísimo, cuando solo reflejaba la necesidad de tener controlado a Aiden en todo momento. Y eso resultaba en algo que en serio le molestaba al chico, ella necesitaba tenerlo monitoreado, saber qué hacía y con quién. Y si no podía hacerlo, entonces se volvía prácticamente loca. En realidad, Aitana no siempre fue así, al principio de la relación se presentó como la chica ideal. Pero después los celos empezaron a salir a la luz poco a poco, y ahora lo asfixiaban.

Por eso mismo el castaño se empezaba a cansar de ella, pero tampoco podía dejarla. No se veía capaz.

Cuando Aiden llegó a su casa, se encontró con un desastre que le revolvió más la cabeza. Un acontecimiento desalentador que ya había ocurrido antes, el cual pensó erróneamente que podía huir de él. Su hermana estaba histérica, furiosa y con ganas de mandar todo a la mierda.

Su gato había defecado en su habitación y la peste inundaba el lugar.

—¡Voy a matar a tu sucio animal si vuelve a poner un pie aquí!—Gritó llena de rabia la adolescente—. Te lo advierto, Aiden.

Detrás de él, Sherlock se acercaba moviendo sus caderas de manera petulante, como si supiera que era el causante de todos los problemas. Se restregó en los pies de su dueño y este no hizo más que llevárselo a los brazos.

—¿Conque estás haciendo enojar a la tía Jade, bebé?—dijo en forma mimosa hacia su gato.

—No soy su puñetera tía.

Él rió solo para hacer enfadar más a su hermana. Pero ella no estaba dispuesta a tomar nada en broma, para ella era algo de vida o muerte. Y justo en ese momento Aiden notó algo que había pasado por alto cuando su hermana se acercó. Y frunciendo el ceño, sacó su teléfono móvil y revisó la hora.

—¿Piensas ir a algún lugar?

Su hermana estaba vestida como si estuviera a punto salir de fiesta o con sus amigos. Lo que era sumamente raro siendo un lunes, aunque estuvieran de vacaciones.

La pregunta le cayó como patada en la cara a Jade, quien no se tomó la intromisión de su hermano muy bien.

—Sí, ¿algún problema?—cuestionó con fastidio.

El chico ignoró la pregunta, y negó en medio de una risilla de fastidio.

—¿Piensas salir a esta hora? ¿Mamá y papá lo saben?—La castaña lo miró con cara de pocos amigos. Entonces Aiden preguntó lo obvio:— ¿Vas a salir con Craig?

Jade rodó los ojos—Blah, blah, blah. ¿Y qué si salgo con él? Es mi novio, ¿no? Además, si a nuestros padres no les importa, entonces no veo por qué debería de importarte a ti.

Aiden, entornó los ojos, a veces olvidaba lo fastidiosa que podía llegar a ser su hermana. Una vez que se le metía algo en la mente, no había forma de hacerla cambiar de parecer. Y ahora estaba convencida de que ella y Craig, su compañero de universidad y quién tenía más de veinte años, podían tener una relación estable y que estaban hechos el uno para el otro. Aiden simplemente no podía estar de acuerdo en esa relación, cuestión por la cual Jade y él siempre tenían algunas pequeñas discusiones. Mas la menor de los hermanos no podía entender que todo lo que hacía Aiden, lo hacía con buenas intenciones, por su bien.

—¿Sabes? Ni siquiera entiendo por qué sales con él. No te conviene.

La castaña frunció el entrecejo con verdadera molestia, no podía creer que su hermano se pusiera en esas estupideces de nuevo.

—¿No me conviene? ¿Por qué, eh?—Cuestionó incrédula, alzando demasiado la barbilla para verse más autoritaria.

—Es demasiado mayor—respondió simplemente él.

—No lo puedo creer, ¡son solo cuatro años! Y estoy apunto de cumplir dieciocho—Apuntó ella—. No entiendo por qué no te cae bien, si antes eran amigos.

El chico rió con sarcasmo, su hermana siempre atacaba con las mismas excusas.

—Estás cegada, Jade. Si yo fuera tu padre, ni siquiera te dejaría salir.

Eso fue la gota que derramó el vaso, Jade se dio la vuelta dispuesta a irse de ahí lo antes posible. Tenía la cara roja de rabia.

—¡Pues qué bueno que no lo eres!—Y se fue escaleras abajo hasta la primera planta, no sin antes gritar un:—. ¡Y limpia las desgracias de tu gato antes de que vuelva!

Aiden estaba apunto de perder la paciencia, así que por supuesto que no hizo nada al respecto y decidió irse a su habitación. Se tiró a su cama de forma abrupta. Necesitaba desviar sus pensamientos a otra cosa, el día había sido muy agotador. Así que decidió observar las paredes de su habitación que tantas veces había visto. Desde su perspectiva apreció los posters de grandes actores que fungían como una inspiración para él, quería algún día llegar a estar en una película de Hollywood. Ser famoso. Había asistido a unos castings gracias a que tenía varios contactos, pero hasta el momento no había recibido ninguna respuesta. Pero todavía no se daba por vencido.

Cuando revisó su móvil lo recibieron varios mensajes por parte de su novia.

Aitana. 7:35 p.m

¿Algo que quieras decirme? En el auto no te dignaste a confesar.

7:41

Yara me asusta, es creepy. Siento que está obsesionada contigo.

7:42

¿Por qué no me contestas?

7:44

¿Estás con ella? Demonios es tu puñetera vecina.

7:45

No quiero que te le acerqueess!!!

Los celos de Aitana a veces resultaban agotadores, pero le gustaba ese sentimiento de pertenencia que había entre los dos. Que juntos eran un equipo y se tenían que amar y aceptar sin importar qué. Pero ella a veces se pasaba de la raya y aunque esa vez estuviera en toda la razón de estar molesta, él estaba muy cansado. Aiden apagó su teléfono sin contestarle, dándole a entender que por esa noche se podía ir al diablo.

Amigo SecretoOnde as histórias ganham vida. Descobre agora