• Åpenbaring •

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Todo era perecedero. Las construcciones realizadas por los seres vivos, la flora que se hallaba en los al rededores, las personas, los sentimientos e incluso el universo estaba propenso a desaparecer con el tiempo. Por consiguiente la transformación que había afectado la vida de Loki, era un suceso totalmente natural en la existencia de alguien. Era injusto, definitivamente. Pero era normal. Tan solo quedaba adaptarse. Aquella meditación intentaba recordársela el gigante de hielo mientras estaba tendido en la nieve lidiando con su agonía.

La noche en Jotunheim era oscura y gélida. Thor dormía a su lado amarrado al tronco de un viejo árbol, disfrutando del calor de una improvisada fogata hecha con pequeñas ramas y hojas secas. Loki por el contrario, permanecía a una distancia prudente protegido por la sombra de un pino. Sus ojos estaban clavados sobre el firmamento disfrutando de la aurora, lo cual era lo único amigable en un ambiente tan hostil. Su largo cabello descuidado, se esparcía sobre su colchón de blanca nieve que le brindaba algo de comodidad tras meses de encierro.

En la mañana tendrían que partir, al oeste. Debían ir lejos del alcance de Býleistr y sus fuerzas armadas concentradas en el este. Era casi irónico el que su salvación se encontrara en el lugar que por tanto tiempo temió pisar de joven: En el salvaje territorio por el que se accedía a los otros mundos y el cual contaba con poca supervisión. Donde los jötunn convivían con otras razas y la feroz fauna. El sitio donde todos los forajidos, como ellos, se asentaban puesto que por su mala fama nadie se atrevía a viajar allí.

Laufeyson una vez escucho decir a su padre que en el oeste las personas se comían entre ellas, tras someterlas a meses de tortura y rebanarlas adecuadamente para la venta. Los niños tampoco se libraban de aquel destino e incluso eran secuestrados para extorsionar a sus familiares. Mujeres asgardianas y vanir se paseaban por las sucias esquinas buscando vender su cuerpo como un objeto, y otros se perdían en el mundo de las sustancias psicoactivas para tornarse en dementes. Todas esas historias le advertían de lo que podría encontrarse una vez cruzar todo el bosque. No obstante, Loki sentía mucha más amena esa vida que la idea de ninguna.

Sus ojos se cerraron de manera forzada, obligándose a sí mismo a dormir mientras podía para descansar su magullado ser. Mañana seria otra batalla por su cuenta, y debía estar preparado para eso.

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A la mañana siguiente, la catorceava en total de travesía, una anomalía se presentó en su jornada. El azabache fue arrebatado de su sueño por variadas arcadas que le atacaron repentinamente, y que lo obligaron a levantarse de su sitio para intentar llegar lo más lejos posible antes de trasbocar. Sin embargo, a tan solo dos pasos el príncipe sintió la violenta contracción de su abdomen y la expulsión de un líquido pestilente sobre el suelo.

Todo olía mal, todo estaba terriblemente mal. Loki respiraba agitadamente por la boca, incomodo por la sensación de ardor en su cavidad nasal y las gotas de vomito que se habían colado por aquel camino. Los espasmos volvieron a hacerse presentes y nuevamente el jötunn tuvo que vaciar el contenido de su estómago. Si se concentraba adecuadamente, podía percibir los restos de las bayas de la comida del día previo entre las tonalidades verdosas y transparentes.

– Maldita sea – Se quejó por lo ocurrido. No sabía a qué se debía el malestar, pero estaba seguro de que daría rastro de su presencia a los posibles depredadores cercanos. En ese instante se odiaba con todo su ser.

– ¡Loki, L-Loki! – Llamó el berserk preocupado. Thor luchaba por librarse del agarre de la cadena encantada e ir auxiliar a su amante, pero el nombrado lo tranquilizó con un gesto de su mano.

– No pasa nada, Thor. N-A-D-A. – Le aseguró en un tono amable, apreciando la preocupación de su inconsciente compañero.

Laufeyson exprimió las puntas sucias de su cabellera, y seguidamente lo trenzó intentando ignorar el mal olor. Tras eso, acumulo gran cantidad de nieve en buen estado para enterrar con esta su regurgitación. Feliz con su trabajo se encaminó a desinstalar su humilde campamento para iniciar la caminata pronto. Sus brazos al llegar a Thor, se cernieron sobre su cuello y le abrazó por este en muestra de afecto. Incluso se dio la libertad de ronronear un poco mientras ocultaba su rostro en los cabellos rubios. El asgardiano apoyó su cabeza en el consternado estómago ajeno.

Masters of none [Thorki]Where stories live. Discover now