Masters of none [Thorki]

• Thor •

Haber estado completamente ausente de consciencia, hubiese sido mil veces mejor a lo que realmente estuvo sometido. Luego de haber sido traicionado por sus hermanastros, y obligado a permanecer en su estado berserker a partir de magia oscura, una pequeña parte de su mente quedo activa pero incapaz de retomar el control sobre su cuerpo.

De cierta manera, era como estar aprisionado en un lugar muy pequeño que causaba claustrofobia. Obligado a apreciar todo lo que ocurría en el exterior sin la posibilidad de actuar, y luego olvidando cada suceso casi al instante. Tan solo permanecía esa sensación de ser un espectador y pequeñas imágenes fugaces; Como cuando despedazo gran parte de la guardia jötunn al invadir el castillo, y luego algunos flashbacks de su encierro. Pero sobretodo tenia memorias de Loki. Cuando lo guiaba entre la espesura del bosque, con sus delicadas manos aferradas fuertemente a la cadena a pesar del temblor de estas. También cuando le alimentaba con toda la paciencia del mundo y bajo sus ojos se acentuaban grandes ojeras, victima de las noches de zozobra esperando lo peor. Luego lo veía con su pequeño estomago de embarazo y su desaliñado cabello, intentando cazar algo para ambos. Entre otras escenas que lograban tocar el corazón del rubio. Pero ninguna como su primer recuerdo tras volver a la normalidad.

Entre su hambre de lucha logro frenarse tras largo rato de masacrar la pobre criatura bajo su merced. Sus manos se movían a su voluntad, su mente volvía a funcionar con tranquilidad. La felicidad que le brindo aquello duro apenas unos cuantos segundos, porque al bajar la mirada se encontró con su amante totalmente ensangrentado. Laufeyson le observaba con genuino horror. Su rostro y cuerpo lucia en distintas zonas, moretones casi negros y variadas cicatrices. Inclusive estaba sangrando por la nariz y los labios. No obstante, eso era poco a comparación de la hemorragia en la parte inferior.

- ¿¡Thor, Pero que has hecho?! - Le reclamo su victima. Su voz era desgarradora e hizo eco al llegar a sus oídos - ¡¿Que has hecho?!

¿Que había hecho? El sentimiento de culpa le golpeo tan fuerte que podía jurar, le había robado todo el aire. Estaba aterrado. Todo era un desastre color carmín por donde mirara, la nieve incluso brillaba ahora con su tonalidad escarlata. Después de que noto la perdida de consciencia del otro, se volvió menos claro lo que estaba ocurriendo. Su reacción inmediata fue tomarlo entre sus manos y llamar en búsqueda de ayuda. Cada minuto de su incertidumbre se desarrollo en cámara lenta pero de forma borrosa. La simple idea de intentar recordar adecuadamente, le causaba dolor de cabeza.

Tras largo rato de vagar en la nieve, fue encontrado por un grupo de desconocidos. El primer hombre que se le atrevió a acercar, fue directamente hacia Loki y le reviso el débil pulso luego de detallar el collar que portaba. Seguido a esto, informo sobre el mal estado del jötnar al resto de su equipo. Una mujer, de tez morena y semblante serio, ordeno que les auxiliaran rápidamente llevándolos a la base.

Luego despertó en una cabaña desconocida. Varias camas con gente herida, estaban ubicadas al lado de la suya y al frente. Le informaron que era un centro hospitalario y que no podría marcharse hasta que hubiera una mejora en su salud, lo cual tomaría tiempo considerando su desnutrición y malherido organismo. Thor, quien sentía el insoportable dolor de sus extremidades por primera vez, cedió al instante. No antes sin preguntar por su prometido e hijo. Las noticias que recibió no fueron para nada buenas.

Ver el putrefacto cuerpo de su infante le hizo saber de antemano que Loki no le perdonaría. La imagen era altamente desgarradora; El inocente rostro de su niño revelaba lo pronto que se había marchado, sin tener la oportunidad de conocer el mundo ni un solo segundo. Eso también significaba que ninguno de sus padres lograría sostenerlo y ver como sus tiernas manitas se estiraban en su búsqueda, como no apreciarían los ojos de su recién nacido analizando su al rededor con sorpresa, ni oirían en el futuro su dulce risa o enseñarían a caminar; entre otras actividades entre padres e hijos. Después de todo el sacrificio de su pareja y sueños sobre el futuro, solo les quedaba el cadáver tan pequeño como su mano.