Escúchame, adorada niña.

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Si pudieras sentir mi pulso, cada vez que me topo contigo. Si pusieras tus manos sobre mi cuello, sentirias como mi corazón vibra, sentirias como amenaza con salirse de mi pecho y correr a donde estás.

Pues él no es mío, si no objeto de juego de la musa que inspira estás palabras.

Si preguntara por él me encantaría mentirle y actuar como si nada; grande es mi pena, no puedo hacerlo!, porque tengo la seguridad que mis ojos y cada parte de mí me traicionaría.

Le confesé una vez a la noche que ya no percibo los colores, solo tonos grises o negros, y equivocados no están al decir que a sido ella la causa de este padecimiento!, era ella quien daba alegres matices con su presencia, era mi luz, mi todo, pero ahora se ha olvidado de mí, ahora que no está...¡Se llevó todo y me dejó en oscuridad!

25/05/19

MementoWhere stories live. Discover now