Capítulo 2

27 4 19
                                    

Estaba en la cocina con un café recién preparado y unas tostadas francesas que Eugenia, mi hermana, me había enseñado a preparar, cuando Amelia apareció vistiendo mi remera y su tanga de encaje negra, recordé que la forma en la que descubrí el color de su ropa interior, no fue cuando se la quite, o tal vez se la quitó ella, claro que no, no recuerdo cómo fue que paso eso, fue un par de minutos antes cuando me levante de la cama y se enredó en mi pie casi provocando que me caiga y efectivamente induciendo que una reacción en una parte mi cuerpo, haciendo que por un momento un calor intenso se deslizara por mis venas como si dentro de ellas hubiera lava.

Amelia clavo su mirada verde en la mía oscura, descendió por mi torso desnudo y algo marcado y quedo en la barra desayunadora, prendida en la comida que se encontraba sobre ella. Su mirada delataba que al igual que yo se despertó con hambre.

-Vení, sentate – La invite y algo aturdida se sentó en el taburete frente a mí- ¿Queres café? ¿O té?

-Café está bien- dijo con la voz ronca que delataba que hacía poco se había despertado. Fui al mesón y puse en una taza el café que quedaba en la cafetera, se lo alcance y me volví a sentar, su mirada afilada me siguió todo el tiempo.

-¿Estas bien?-pregunte cuando no sonrió, tenía miedo de haber arruinado todo con ella, sus ojos subieron del café a mis ojos.

-Estoy bien, solo algo hambrienta y confundida. No es agradable despertarte en una cama ajena, sola y sin saber de quién es. Recién el pasillo logre ubicarme que era tu departamento.

-Perdóname, quería preparar algo de comer, suponía que ibas a tener hambre.- Su rostro se enrojeció sutilmente y con su mano izquierda acomodo su melena risada y algo despeinada.

-Nosotros, nosotros ¿Lo hicimos?- pegunto algo tímida, mi estómago cayó a mis pis, se cerró y la comida no quiso pasar, mi corazón dejo de latir y un sudor frio recorrió mi cuerpo, solo después de ver esa timidez paso por mi cabeza que yo ajeno a mí mismo y sin un mísero recuerdo me hubiera llevado su primera vez.

-Eso creo-dije con un hilo de voz- estábamos desnudos los dos- su mirada voló al café, suavemente tomo un sorbo- Amelia ¿No fue tu primera vez?- no me respondió, creo que el color de mi piel se fue y deje sobre la barra el café que hasta hace unos segundo estaba entre mis manos- ¿Verdad que no?- insistí. Sus ojos despacio volvieron a los míos.

-No, no lo fue pero tampoco tengo la gran experiencia.-respondió mas roja que antes, entonces la vida volvió a mí en una llamarada de tranquilidad, me hubiera odiado si le hubiera arrebatado la virginidad sin un poco de cuidado, sin preocuparme por su dolor e incomodidad. Deje escapar una carcajada de alivio y ella me miro con odio

-¡Damián Felipe Martínez no te estas riendo de mi confesión! ¿Verdad?

-Ey enana – le dije llamándola por un apodo cariñoso, ya que yo era casi doce centímetros más alto que ella- no me llames por mi segundo nombre – Si me segundo nombre era horrible- jamás me podría reír de vos.- le dije sonriendo ella bajo de la banqueta y se acercó a mí, me abrazo por el cuello y susurro suavemente.

-Te quiero jirafa- como solía decirme ella. Me miro a los ojos y me beso como nunca me habían besado.

El tiempo fue pasando y todo era igual entre Amelia y yo, solo que ahora había besos y sexo, mucho de ambas cosas. Ella no era mi novia, me daba terror eso, presentarla a la familia, ser formales pero sin duda en mi cama no había espacio para alguien más.

Estaba en las puertas de la facultad esperando a Amelia, cuando Eugenia mi hermana mayor me llamo.

-Pendejo- me dijo y en su voz notaba su sonrisa- si tu hermana no te llama no las llamas un poco.

-Perdón, perdón, la facultad me está matando ahora que el cuatrimestre esta terminado.

-Y a mí el trabajo últimamente pero te llamo a veces.

-Lo siento de verdad, para compensar te voy a contar algo interesante.- rápidamente le conté lo de mi primo Andrés y la deje sorprendida no lo suficiente para que no preguntara sobre Amelia

-¿Cuándo la voy a conocer?

-No lo sé, Euge. Me da miedo que todo se vuelva demasiado serio, que se yo, soy chico tengo apenas veinte años, ella dieciocho. Nos queda tanto por vivir.

-Ay vos y esas ideas tontas de Andrés. El amor también es algo para vivir...- me iba decir algo mas pero se detuvo- Hablando hablando, tu primo me está llamando. Chau cabezón- me dijo amorosamente

-Chau Euge, besos.-la salude yo también

Esa frase de ella, esa que no llego a completar quedo haciendo eco en mi cabeza.

El amor también es algo para vivir.

.....................................................................................................................................................

Hola linduras ¿como están?

Espero que bien. Aquí  les dejo el segundo capitulo de esta pequeña historia, estoy muy feliz de como va avanzando este pequeño proyecto. 

Bueno no mucho mas que decir, espero que estén disfrutando esta historia  y las de mis compañeras .  

Que pasen unas hermosa navidad y no se olviden que mas allá de todo se trata de familia y amor mucho amor, olvidar los rencores y perdonar. disfruten mucho de sus seres queridos. 

Un beso grande 

Y como dijo Euge 

"El amor también es algo para vivir."

Lourdes.   

Un beso bajo el muérdagoWhere stories live. Discover now