Capitulo Dos

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Narra Jacob

Dando vueltas aún por esta habitación, vestido por supuesto, no dejo de darle vueltas a lo mismo echando algún que otro vistazo a con quien he tenido algo más que un simple contacto. Frunciendo el ceño me llevo las manos a la cabeza, tirando de mi pelo hasta el punto en que duele y me obligo a soltarlo frotándome los ojos intentando que no sea más que un espejismo, una ilusión.

Tensándome veo como se mueve, como sus parpados se separan incorporándose. Una sonrisa se forma en su rostro mientras que yo solo puedo estar tan serio como confuso.

— ¿Me drogaste? —le señalo acusatoriamente sin acercarme —yo no soy gay y nunca haría lo que sucedió anoche sin químicos de por medio.

— Bebiste tu solito Jacob pero vamos que parecías muy de acuerdo con lo que hacías —retrocedo cuando se acerca —alguien que no es gay no estaría tan cuerdo a la hora de acostarse con otro hombre y tu lo estabas cariño.

— Mira.. si bebí obviamente no estaba muy cuerdo con cuanto hacia —me acerco a la puerta —haznos un favor a los dos y olvida que esto ha pasado ¿de acuerdo? Yo no soy gay y no voy a cambiar eso solo porque una noche y borracho haya acabado en la cama contigo. Me voy. Olvidalo que es justamente lo que yo haré.

Abriendo la puerta salgo lo más rápido que mis tensas piernas me permiten. Cruzo el espacio que me separa de la puerta de la entrada, siendo el mismo que en casa de mis abuelos a excepción por la decoración y salgo cerrando de un portazo. No corro porque se que tropezaré y el ridículo será mayor que la extraña sensación que recorre todo mi ser, sintiéndome incomodo cuando entro yendo a mi habitación directamente, encerrándome, escondiéndome bajo las sábanas y mantas de mi cama sin preocuparme por el calor que hace.

Mi móvil empieza a vibrar sin parar en el bolsillo de mi pantalón. Lo saco sin moverme a penas dejándolo sobre la cama, desbloqueándolo, revisando los más de veinte mensajes que tengo entre todos mis amigos decidido por ahora a ignorarlos al igual que la llamada que me llega de parte de Geum quitándole el sonido y la vibración, cerrando los ojos, durmiéndome.


Me despierto sintiendo pequeños picotazos en nariz acompañado de un suave ronroneo. Abriendo con pesadez mis ojos me doy cuenta de que Charlie está casi echado sobre mi cabeza, rascándose contra mi almohada mientras ronronea y me muerde para despertarme aunque ya esté despierto. Destapándome le acaricio despacio, sin mover ni un solo centímetro mi cuerpo de la cama ni cuando escucho a mi abuela llamándome.

— Peng hijo abre la puerta —niego aunque no pueda verme —no puedes negarle a tu abuela la entrada cuando te sientes mal.

Mi abuela y la razón que siempre tiene me hacen quitar de encima de mi cuerpo el peso de las sábanas y mantas, bajar de la cama y arrastras mis pies hasta la puerta donde quito el pestillo antes de volver a enterrarme en la cama bajo todo el montón de tela, sintiendo levemente el colchón hundirse a mi espalda cuando se sienta.

— ¿Qué ha ocurrido para que llegues ahora y te encierres aquí?

— Nada —gruño apretando las manos en las mantas —solo me entretuve más tiempo y me quedé en casa de uno de mis amigos.. siento no haberte avisado abuela. No quería preocuparos a ti y a el abuelo.

— No te preocupes por eso y destapate. Si coges mucho calor enfermarás —me destapo un poco mirando a mi abuela —recuerda la última vez y eres muy terco cuando enfermas.

Descubro mi cuerpo bajo las mantas aún echado como estaba sobre la cama, cerrando los ojos con la esperanza de dormirme y acabar con el interrogatorio hasta al menos dentro de mil años cuando ni mi nombre sea recordado, lo cual es obvio que ni cinco minutos después de mi muerte dentro de muchos años será presente en alguna memoria.

— ¿Has conocido alguna chica y por eso estás así?

Parece que mi esperanza de no recibir más preguntas está tan perdida como la posibilidad de volver a dormir, por suerte durante días hasta que todo quede como un recuerdo que se esfumará rápidamente.

— Abuela —me incorporo sentándome, apoyando mi espalda en el cabecero —¿qué pasa si empiezas a sentirte extraño, cómodo más bien con las personas de tu mismo sexo pero no en el sentido de ser amigos?

— No hay nada de malo en eso —pasa su mano por entre mi cabello —si te gusta un chico o una chica tienes que sentirte cómodo que es lo primordial en ello para que ambos estéis bien. ¿Anoche conociste algún chico y te ha hecho sentir así?

Dispuesto a responder aunque no sepa bien que palabras usar de forma correcta me quedo callado, desviando mi atención a mi móvil aún sobre la cama, viendo como en la pantalla aparece el número de Heejun en forma de llamada.

— Te dejaré hablar con tu amigo a solas pero tenemos una conversación pendiente.

Mi abuela sale de la habitación quedándome solo, en duda de si responder o no, quizá sea una buena opción cortar la llamada ahora y pensar en que decirle para que no mal piense solo por colgarle la llamada. Pensando con la poca cordura que ahora mismo tengo, doliéndome intensamente la cabeza, me decido a responder, esperando con mi móvil pegado a mi oreja que será el motivo de su llamada.

— ¿Dónde te fuiste anoche? —es lo primero que escucho, teniendo que apartar un poco el móvil de mi oreja —estuvimos buscándote hasta en los baños por si te dormiste con todo lo que bebiste pero nada.

— Me.. me fui a casa —respondo, sintiéndome repentinamente mareado —no me encontraba bien y me largué. Lo siento por no avisaros.

— ¿Estás seguro? —asiento, respondiendo con palabras cuando comprendo que no me ve —está bien, te creeré. Hemos quedado en un par de horas para comer todos en la pizzeria que está cerca de la casa de YoonHo. ¿Te apetece venir o estás muy resacoso?

— No tengo muchas ganas de salir hoy —me dejo caer sobre la cama —tal vez mañana si tenéis algún plan me llamas y quedamos todos. Ahora quiero dormir todo el día si es posible.

En lugar de finalizar la llamada seguimos hablando, escuchando incluso de fondo a Geummie que no me sorprende en absoluto que a estas horas ya esté con Heejun. Así es como pasa el tiempo que debería estar ocupando durmiendo, hablando por casi cuarenta minutos más, finalizando unicamente la llamada porque tienen mucho que hacer antes de arreglarse para la comida a la que por obvias razones no asistiré, quedándome el día entero en mi habitación intentando conciliar el sueño sin éxito alguno, quedándome mirando el techo.


Acomodándome mejor remuevo el agua de la bañera con mis manos, cerrando una vez más los ojos. Ya no me duele la cabeza tanto porque he conseguido dormir varias horas pero si me siento algo incomodo, más que nada por ver como en mi cuerpo, en mi abdomen sobre todo las rojizas marcas de unas uñas se ven claramente recordándome lo que sucedió anoche y había olvidado envuelto en ese sueño placido que me ha permitido aislarme de todo pensamiento.

Frunciendo el ceño aún con los ojos cerrados busco a tientas por el suelo junto a la bañera mi móvil, el cual no deja de vibrar sin parar. Abro lo justo y necesario los ojos para ver quien me molesta a estas horas, sintiéndome confuso al ver que se trata de una llamada perdida de un número que no tengo guardado. Dejándolo a un lado cierro de nuevo los ojos y me relajo, casi llegando al punto de dormirme de no ser porque mi abuelo entra en el baño sin llamar siquiera.

— ¿Qué ocurre abuelo? ¿La abuela está bien? —me incorporo lo suficiente sin llegar a levantarme.

— Tu abuela está perfectamente —acerca mi albornoz a la bañera —tienes visita. Es.. será mejor que lo veas por ti mismo hijo.

Poniéndome en pie cojo el albornoz cubriendo mi desnudez con el y salgo de la bañera, quitándole el tapón para que se vacíe.

— ¿Quien es abuelo? —le miro, siguiéndole hasta mi habitación —¿no será un hombre ciertamente mayor que yo?

— Ya te he dicho que lo veas tu mismo —sale de la habitación —ponte guapo.

Al igual que mi abuela ha hecho sale de la habitación dejándome solo, con la diferencia de que esta vez no tengo que responder ninguna llamada sino atender a quien sea que ha venido aquí solo para verme o lo que sea que le haya traído hasta aquí.

Una única nocheWhere stories live. Discover now