Epilogo

84 6 6
                                    

Narra Jhope

Cinco meses exactos hacen hoy desde que oficialmente Peng y yo somos novios. Todo cuanto hemos pasado hasta entonces no ha quedado en el olvido pero ahora mismo prefiero no pensar en ello, uniendo mi mano a la de mi novio, bajando del taxi tras él, mirando cuanto nos rodea cuando cogemos nuestras maletas, deteniendo mi atención en la casa frente a nosotros y en Peng quien también la mira pero con cierta nostalgia y demasiados sentimientos reflejados en sus ojos y su rostro.

— ¿Era la casa de tus padres? —asiente —¿estás seguro de querer entrar?

— No viví muchos meses de mi vida ahí pero si quiero entrar —aprieta su mano bajo la mia —¿entramos?

Respondiendo igual que él hace escasos minutos le sigo hasta llegar a la casa, entrando una vez entra con la copia que su abuela le ha dado antes de venir aquí, cerrando a mi espalda la puerta.

— No hay luz pero con la que entrara de la calle será suficiente.

Ayudándole a abrir las cortinas comprobamos que está en lo cierto, que la casa es iluminada gracias a la luz que entra a través de las ventanas. Mirando a nuestro alrededor, la vivienda en la que los padres de Peng iban a criarle es sencilla, ni grande ni pequeña, un espacio más que suficiente para criar a un hijo que tuvo la mala suerte de quedarse huérfano sin siquiera llegar al año de vida.

Dando varios pasos entro en la que era la cocina, sonriendo al ver una pequeña trona aunque envejecida. Acariciando el plástico de la mesa de la misma puedo imaginar a un pequeño y revoltoso bebe sentado en ella, atado para que no se cayese mientras su madre o su padre le daba de comer acabando seguramente lleno de comida, más incluso que la que Peng comiese porque todos de niños somos así.

Saliendo de la cocina, veo a Peng cruzando una puerta, dirigiéndome también a ella. La habitación donde nos encontramos ahora es lo suficientemente grande para la cama y el armario que los ocupa y la cuna que a un lado de la primera descansa cubierta de polvo hasta en el colchón y la manta que contiene en su interior. Abrazándole por la cintura puedo sentir la agitación en el cuerpo de Peng, dejando con algo de dificultad un beso en su húmeda mejilla, limpiando así alguna de sus lágrimas.

— Hubiese dormido aquí más tiempo si no hubiese pasado aquello —aprieta su mano en la barra de la cuna —quizá eramos una familia humilde pero no por eso nos merecíamos ese final.

— No importa la condición Peng —gira entre mis brazos mirándome —nadie se merece vivir algo así. No tenias ni un año cuando ellos se fueron pero estoy seguro que si estuviesen ahora vivos estarían orgullosos de ti y aún descansando seguro que también. No tienes que sentirte mal porque no estén porque si están. Ellos viven en tu corazón aunque fuesen pocos meses y tus abuelos te han criado con todo el amor que ellos te tienen incluyendo el de tus padres que se mantiene en sus corazones. Y me tienes a mi para completar el circulo y darte cada día más del mio propio.

Acariciando su espalda puedo notar como poco a poco se calma, incluso su sonrisa apareciendo sin apartar su rostro cerca de mi cuello, sus labios dejando un pequeño pero cálido beso en mis labios, la preciosa sonrisa que aparece, correspondiéndole, saliendo no mucho después de la casa a la que estoy seguro volveremos algún día, caminando a través de las calles que alguna vez de pequeño pudo recorrer hasta que la gente o quien fuese les obligo de alguna forma a irse, escuchando cada recuerdo que comparte conmigo, creando cada palabra en forma de imagen en mi mente, llegando así hasta la parte quizá más dolorosa pero también más importante, viendo esas dos pequeñas imágenes, esos rostros jóvenes, las flores que depositamos en respecto a los que seguro serian buenos suegros aunque quizá no conocería a Peng o tal vez si.

— ¿Has pensado que si ellos siguiesen vivos quizá tu y yo no estaríamos ahora así?

— Lo he pensado si pero también podría ser que de alguna otra forma tu y yo nos encontrásemos —le miro al igual que él a mi —no creo en esas cosas del destino pero si tu y yo no nos hubiésemos conocido dudo que vivieses algo con una mujer, ni tendrías esos amigos pero si otros aquí. No quiero detenerme a pensar en que habría pasado y si en el presente en el que estamos juntos, en todos los años que vamos a compartir, en que hoy es nuestro quinto mes de novios y en tu felicidad y la mia. Y creo que tu deberías hacer lo mismo porque cuando volvamos mi madre quiere hacer una cena familiar y conocer a tus abuelos finalmente.

— Yo tampoco quiero mantenerme en lo que hubiese pasado si no hubiese perdido a mis padres —mira de nuevo las dos lapidas —pero no los voy a olvidar nunca porque gracias a ellos estoy vivo, tengo unos abuelos que me han criado a pesar de todo y de tener que irnos de aquí y lo más importante de todo.

— ¿Qué es lo más importante de todo?

— Pues que no estoy con una chica, que no mantengo una relación con una mujer que seguramente habría fracasado al poco de iniciar dicha relación y que mi novio, si mi novio, me ha abierto los ojos de tal forma que no puedo pedir ni tratar de ser más feliz. No se que pasará en el futuro con nosotros pero celebraremos cada día, semana, mes y año que sea así.

Aunque no es el lugar no dudo en corresponder a su beso, subiendo mi mano libre hasta su cuello, sintiendo la suya en mi cintura, fundiéndonos por unos segundos, perfectos por supuesto, en un beso cálido, agradable, que como siempre despierta mil sensaciones y sentimientos en mi interior, afianzando así nuestro amor, lo mucho que le quiero y, a pesar de todos los miedos que Peng tenia, lo mucho que el también me quiere a mi y seguirá siendo un amor mutuo por mucho tiempo.

Una única nocheWhere stories live. Discover now