Capitulo Diez

41 6 6
                                    

Narra Jhope

Se que no tengo que preocuparte al ver a Peng aparecer a las ocho en punto en el restaurante con una tirita en la mejilla porque me ha asegurado que la herida la tiene mucho mejor, la ha curado después de ducharse y su abuela se ha asegurado que todo está bien antes de salir de casa.

Ahora, casi a mediodía, viendo como cada cliente se va satisfecho por la comida, cada plato preparado por Peng, me hace creer aun con más firmeza de la que ya tenia que ha sido la mejor decisión que he tomado después de la noche en que le conocí.

— Podéis tomaros un descanso —comunico, entrando en la cocina —habéis hecho un buen trabajo todos hasta ahora.

Uno a uno cada se van yendo a su descanso, a tomar sus almuerzos, un respiro, fuera en la puerta del restaurante o donde sea antes de volver a trabajar en unos minutos menos Peng, a quien detengo a mi lado.

— ¿No has dicho que tomemos un descanso? —asiento —¿y por qué no me dejas ir?

— ¿No quieres almorzar conmigo? Tu no fumas que yo sepa y todos ellos van justamente a eso.

Viéndole soltar sus manos de las mías toma asiento en una de las banquetas del otro lado de la cocina. Sacando mi almuerzo, obviamente preparado para dos, lo coloco entre Peng y yo, abriéndolo después de calentarlo lo suficiente, invitándole con un gesto a que coma.

— ¿Te has sentido cómodo en tu primer día de trabajo? —le miro, llevándome un pedazo de pescado y arroz a la boca.

— Es duro y voy a llegar rendido esta tarde a mi segundo trabajo pero me gusta. Al menos se que hago algo bien si los comensales no devuelven ningún plato.

Inclinándose come, sin decir más, aunque tampoco esperaba que lo hiciese.

— No te negaré que antes de tu llegada, mucho antes, si tuvimos ese problema y no dude en despedirle cuando iba a más ocasiones sucediendo pero tu eres diferente. Tu no haces comida, no la preparas unicamente como una labor —me mira creo que confuso —tu preparas cada plato como si dieses un mínimo porcentaje de ti para hacer sentir bien a cada persona que viene aquí a comer. Es como cuando te vi aquel día en el bar. Me rechazaste porque según tu no te interesaba y aún así me estás dando una oportunidad. Tienes algo especial y no quiero que se pierda. No se el daño que te hayan podido hacer en China para que tu abuela no vea seguro que vayas pero si me lo permites me gustaría ir contigo y conocer más de ti. Poco a poco por supuesto.

El silencio que se instala en la cocina, entre los dos, solo es roto por sus palillos siendo dejados en el plato donde le serví su comida y ahí donde está sentado arrastrándose hasta estar a mi lado, tensándome creo que por primera vez cuando deja su mano en mi muslo, lo cual creo que hace por primera vez sin ser yo quien toma la iniciativa.

— Antes me ha enviado un mensaje mi amigo y nos ha hecho una reserva para esta noche a las nueve. No aceptes si no quieres.. a mi aún me pone algo nervioso creo que seria la palabra todo esto aunque tu y yo ya hayamos tenido más de un contacto físico, dos exactamente, y mis amigos y mi única familia ya lo sepa —le interrumpo, acariciando sus labios con mis dedos.

— Mi madre sabe que estabas en mi casa aunque no que tu y yo tengamos algo —aparto la mano, uniéndola a la suya lejos de mi pierna —no te preocupes. Se que aún no tenemos nada claro entre los dos. Bueno yo tengo mis sentimientos claros por ti Peng pero no te voy a presionar nunca. Esta noche iremos a esa cena y lo podemos decidir a partir de ahí, viendo como suceden las cosas. ¿Te parece bien?

— Está bien, me parece bien.

Terminando de comer recogemos juntos los platos, guardándolo todo en mi bolsa, dejando tanto a Peng como a los demás que como siempre llegan puntuales trabajar, ocupando mi propio puesto más tranquilo, dándoles como siempre su libertad.


Aburrido de estar en la calle después de trabajar y acompañar a Peng a su casa llegando a la mia no mucho después, donde no duré mucho volviendo a la calle, dando una vuelta para despejarme y quitarme los nervios tan repentinos que me invaden, decido volver, viendo que ya han pasado las siete y media de la tarde y en hora y media es mi primera cita oficial con Peng, la cual no se ni bien como acabará, si quedaremos como amigos, como dos hombres que tienen de vez en cuando encuentros en la cama o pasaremos a ser novios si él está completamente seguro.

Entrando en mi casa, dejando mis zapatillas a un lado en la entrada, voy a mi habitación, directo a ver que ropa puedo ponerme para esta noche, dudando porque no se que tipo de restaurante es, decidiéndome por algo simple pero formal, dejándolo sobre la cama para darme una ducha que aún tengo bastante tiempo, relajarme y estar listo a la hora para recogerle en casa de sus abuelos personalmente e ir juntos a donde sea que cenaremos.


Dieciocho minutos quedan para las nueve. Terminando de arreglarme, aunque ya estoy básicamente listo, cojo mi móvil, mis llaves, conecto la alarma y salgo, deteniéndome al ver a esa chica frente a mi, cruzándome de brazos porque no pinta nada en absoluto en mi casa.

— No puedo creerme que tu seas el que se tenga que quedar con Peng —la aparto, andando hacia la casa —¡no se que te ve!

— Que no soy un histérico como tu quizá tiene mucho que ver —no me detengo ni a mirarla.

Avanzando, mirando la hora en mi móvil, casi llego a la casa vecina, a la de la familia Zhang, deteniéndome cuando la mano de la chica, Xia creo que dijo que se llamaba, me detiene, girándome hacia ella, frunciendo el ceño por su descarado e innecesario atrevimiento, apartándola.

— ¿No tuviste bastante con atacarle con una botella rota que ahora vienes a por mi? —avanzo mientras ella retrocede —no soy tan miserable como para tocarte porque ante todo soy un hombre decente pero como te vuelvas a acercar a Peng o le vuelvas a atacar me dará igual cuanto alcohol hayas bebido, pienso poner el limite necesario para que dejes de molestar.

Volviendo a retomar mi camino llego ahora si a la casa, esperando después de llamar al timbre, sonriendo cuando frente a mi aparece Peng, ofreciéndole mi mano que acepta, enlazando mis dedos entre los suyos, llegando así a mi coche donde subimos, ignorando los dos a la chica que no deja de gritar, siguiendo el camino correcto hasta la dirección que su amigo le ha facilitado y él me ha dado.

— ¿No te ha agredido verdad?

— No le hubiese dejado ni tocarme un pelo —giro el volante, continuando en recto —pero si le he advertido que no vuelva a tocarte un solo pelo. Quizá tu y yo seamos amigos, con derecho o sin derecho, pero de ninguna forma voy a permitir que te toquen un solo pelo. Para ciertas cosas soy algo celoso, no posesivo por supuesto porque todos merecemos libertad, pero odio a esa clase de gente que pretende adueñarse de algo que nunca les corresponderá.

— Yo no soy celoso —le miro unos segundos —si fuese el caso a la inversa y otro o otra fuese detrás de ti sinceramente dejaría que tu lo solucionases. No tengo porque meterme en una batalla que no me corresponde Hoseok. Y más si no somos novios.

— Quien sabe lo que pasará cuando acabe la cita, quizá si acabemos siéndolo.

Una única nocheWhere stories live. Discover now