Part 4

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Había quedado varias veces con Natalia a lo largo de las últimas dos semanas, no había querido ahondar en el tema de la maldición por respeto, quería que naciera de ella el poder contármelo.

Se estaba convirtiendo en una buena amiga y yo valoraba mucho aquello, entendía de cierta manera la melancolía que guardaba y no dudaría en ayudarla a desahogarse. Era sábado, cerca de las 2 de la tarde y habíamos quedado para dar una vuelta. Estaba cerca de llegar al punto acordado cuando una persona se abalanzó sobre mí.

-Aléjate de esa bestia antes que sea tarde.- me tenía contra el suelo y oí a una anciana gritar "ladrón", quise verle la cara pero la tenía cubierta con una especie de velo, me llamó la atención la fuerza que establecía sobre mi cuerpo y la contextura delgada... Era una mujer, en la muñeca portaba un tatuaje, una especie de símbolos geométricos extraños, yo que sé. De un momento a otro, se levantó y corrió hacia el callejón más próximo.

-¿Te hizo daño? María, ¿Me oyes?.- Natalia me miraba asustada, carraspee y me levanté.

-Me ha dicho que me aleje de la bestia.- miré fijamente a Natalia y sus ojos se empezaron a encharcar.- Cálmate, Nati... Quizás solo era una loca, ya sabes cómo son las ciudades grandes.

-No es una coincidencia, Mari. Debemos alejarnos, yo... no... yo, te estoy exponiendo.- vi la expresión en sus ojos, vi el abandono, la soledad, el sentimiento que se te queda al perder algo, tristeza y... no. No podía dejar a mi amiga así.

-Respira, vamos a mi piso, tengo en la nevera helado de limón y sé que te encanta, Nati.- aceptó con un movimiento de cabeza.

El trayecto fue callado, podía oírla pensar y culparse entre susurros. ¿Cómo una persona tan noble, podría cargar con esas culpas?. Nos adentramos al salón y le alcancé la tarrina de helado, destapé una birra y me senté a su lado, oyéndola suspirar nuevamente.

-Alicia...-volvió el suspiro y la miré atentamente.- La conocí hace cuatro años en un viaje familiar. Era un pueblo alejado en Navarra, siempre me la topaba en el bosque antes de que cayera el atardecer. Nos gustábamos o eso creía yo.- apretó el puño y solo pude afianzar mi agarre sobre este. Ella me miró y se relajó un poco.

-Si es complicado para ti, podemos dejarlo para después .- miró a través de la cristalera de la sala y se perdió por un momento en sus pensamientos.

-Todo iba bien según yo, tenía sólo 16 y estaba experimentando mi primera ilusión real, ¿sabes?. Estuvimos durante un mes hablando y caminando por el bosque, bromeábamos que ella iría conmigo a Pamplona y estudiaríamos juntas en la uni.- jugaba con la cuchara en sus manos. Y yo, yo solo le prestaba toda la atención del mundo.

-Una tarde me invitó a su casa, me sorprendió totalmente porque nunca habíamos ido. Estaba en medio de la nada y me dio un poco de mal rollo pero aún así, con solo ver su sonrisa me sentía confiada y sin ningún temor. Nos habíamos besado muchas veces antes, incluso recuerdo que casi se nos va de las manos mientras hacíamos uno de nuestros paseos diarios, y al entrar a su habitación ella empezó a besarme de forma delicada.- miró nuevamente hacia la cristalera, buscando algo que la ayudara a seguir.- Esa tarde fue mi primera vez, y según ella, la suya también. Estuvimos en su cama desnudas hasta que se oyó un trueno, ella se levantó y me pidió que me vistiera rápido, debíamos irnos ¡ya!. Yo, no entendía pero lo hice. Me acompañó hasta la casa donde me quedaba con mis padres y se despidió. Quedamos en vernos como siempre al día siguiente.- Natalia se levantó y llevó el helado a la congeladora, no lo probó. Regresó a mi lado con un botellín y tomó un largo sorbo.

-Los siguientes tres días no fue a nuestro lugar, siempre nos encontrábamos a mitad de camino cerca a una cueva. Decidí ir a su casa, no perdía nada y recordaba el camino. Solo eran 20 minutos de trayecto pero cuando llegué al sitio sólo encontré una lápida vieja y rota, sin nombre. No había rastro alguno de una casa y pensé que quizás me había confundido. Caminé alrededor pero nada. Tuve que regresar a casa porque se hacía muy de noche y no era plan de estar andando sola por ahí.- me removí en mi sitio por todo lo que me iba contando hasta que sentí un pinchazo en mi lado izquierdo.

-¿Qué cojones es esto?.- me levanté y saqué de mi bolsillo una especie de cabeza de animal con cinco alfileres, lo lancé hacia la mesa con miedo y Natalia se levantó mirándome.

-Quítate toda la ropa y métete a la ducha ahora mismo.- me miró seria mientras sacaba algo de su riñonera, yo fui directa a hacer lo que me había dicho. Hostia puta, ¿qué era todo esto?

Natalia entró con unas hierbas mientras hacía una especie de mezcla y recitaba algo.- ¿Terminaste?.- me miró y yo asentí.- Seca tu cuerpo con una toalla limpia, ahora vuelvo.- hice lo que me pidió y volvió con una especie de carboncillo prendido. Colocó la mezcla que había hecho antes y se acercó a mí.

-Vuelve a colocarte la ropa que llevabas y vas a repetir lo siguiente conmigo: "Líbrame de todo mal que cierne sobre mí".- asentí enérgicamente, y acercó el humo a mi frente, mi nuca, espalda y extremidades. Lo repitió hasta que la mezcla dejó de emanar humo.- Esto debe repetirse por una semana.- salió de ahí y yo me quité la ropa, dejándola en una bolsa. No iba a seguir con esa mierda puesta. Entré a mí habitación cogiendo algo y salí hacia el salón.

-¿Dónde está eso? Debemos quemarlo.- la miré decidida mientras ella sacaba una bolsa negra y con cuidado de no tocar esa cabeza asquerosa la metió en ella.- ¿Qué haces? Debe...

-¿Crees que quemando esto el hechizo se rompe?.- posó su mirada en la mía, mi cuerpo se tensó. ¿Hechizo?.- La persona de hoy quiso hacerte algún mal del cual no tengo conocimiento, acabo de hacerte una especie de limpieza pero eso no es todo.- terminó de recoger las cosas que había sacado de su riñonera.

- Y, ¿ahora? ... espera... estoy ¿hechizada?, no... pero, ¿voy a morir?.- ni yo misma entendía lo que decía, ahora ¿cómo me quitaba esto? . Natalia permanecía callada mientras yo entraba en un circulo vicioso con respecto a mi posible muerte súbita.

-¡MIGUEL ÁNGEL! .- exclamó ella, asustándome. 

-¿Quién demonios es él?.- No creo que en estos momentos se haya acordado del David en un atacazo artístico a menos que... Se haya olvidado de ver su dosis semanal de Las tortugas ninja. Ya que, ahí donde la ven, Natalia es de la vieja escuela como yo. Gente de buen taste.

-Coge un par de mudas, debemos ir a verlo. Es el único que podría ayudarte.- anunció mi amiga. Regresé de mis divagaciones y enlace único + ayudar + hechizo.

- Espera, ¿vas a responder a mi pregunta? Esto es nuevo para mi por si no lo has notado.- la miré tranquila.

-Necesitamos a alguien que nos diga que tipo de hechizo es para contrarrestarlo. Miguel Ángel me explicó mi condición cuando yo no tenia ni idea de esto. Es una especie de curandero. Alístate, regresaré en media hora.- salió rauda y yo entré a mi habitación.

-¿Te quejabas de tu vida aburrida, María? ¡TOMA!.- exclamé mientras abría mi maleta.

mandrágoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora