Primera vez

680 28 10
                                    

AITANA:

Por fin la tengo en mis brazos. Por fin huelo su aroma, aquel que hace meses que no podía sentir y años que no diariamente.

Esta mañana por fin he visto el cartel que anuncia la llegada a casa. Por fin porque tenía ganas de ver a mis amigos y terminar de pasar el verano con ellos. Pero realmente echaré de menos al pequeño pueblo de montaña, al igual que a mis abuelos y los amigos que tengo allí. Al menos por unos instantes desaparece de mi vista Vicente, el mismo que lleva una semana intentando pedirme perdón, un perdón del cuando no obtiene respuesta.

Durante toda la mañana nos dedicamos a hablar, reír, cantar y bailar, nada serio. Compartimos comida y sofá donde dormir la siesta hasta que el sonido de mi móvil nos despierta. Marta cierra los ojos otra vez mientras yo contesto.

- Pensaba que tenías ganas de darme un beso... - dice queriendo mostrar que está enfadado pero sé que se le escapa la sonrisa.

- Más de uno, la verdad - digo riendo yo. Al otro lado Luis también ríe. - Es que Marta llegó ayer y me estaba esperando en la puerta.

- ¿Tengo que ponerme celoso?

- Sólo hemos compartido la siesta...

- Bueno, así dejo que le des a ella todo los besos...

- Tonto - digo riendo mientras él también lo hace. - Va, ¿a qué hora te va bien que pase?

- Cuando quieras, estoy solo en casa.

- Veinte minutos y me tienes aquí. - y así se termina la llamada.


- Uy, ¿y esa sonrisa? - dice Marta levantándome las cejas. Cojo una almohada y se la tiro, ella la atrapa al vuelo y me vuelve a atacar.

- Va, que he quedado y sino no llego. ¡¿Que me pongo ?!

- Tira hacia el armario que te ayudo, enamorada.



CEPEDA:

La sonrisa que tengo instalado en la cara desde que le he dado en su contacto se borra cuando veo un mensaje de otro remitente. Si hasta ahora su estancia aquí me había mantenido entretenido, con la llegada de Aiti sólo es una molestia. Le contesto que ahora mismo no puedo, que Aitana llegará en poco tiempo, si me quiere ver tendrá que esperar mínimo un par o tres de horas. Pocos segundos después obtengo la respuesta deseada, que no me preocupe ya vendrá a cenar.

El timbre suena pasados ​​los minutos que ella me había pedido. Estoy nervioso y doy gracias a mis padres que por una vez en su vida se hayan llevado a María con ellos, aunque sólo sea en la piscina privada de un empresario rico con hijos de la misma edad que mi hermana pequeña.

Cuando abro la puerta su cuerpo no tarda en entrar en contacto con el mío. Me dedico a llenarle la frente de besos despeinando su flequillo mientras cierro la puerta con el pie. Cuando me mira puedo ver felicidad en sus ojos, que no tarda en cerrar para juntar nuestras frentes.

- Te he echado de menos, mucho.

- Yo también, cariño. - y seguidamente acerco nuestros labios. Me empuja suavemente hasta el sofá para sentarse, ella encima de mí.

Nos confesamos entre besos y caricias lo mucho que nos hemos extrañado de más, dejando claro sin palabras que nos queremos.

- Te tengo que explicar algo - dice todavía entre mis brazos - no te lo he contado, pero ahora que lo hago quiero que sepas que en ningún momento ha pasado absolutamente nada y que mis sentimientos no han cambiado desde de que me fui.

MI REINOOù les histoires vivent. Découvrez maintenant