O

425 36 11
                                    


Lance amó la escuela, todos ahí eran muy unidos que parecían ser una familia; los maestros eran muy amables y los niños simplemente encantadores.
Pero todo lo bueno tiene su final y la hora de la salida llegó, cada infante se fue con sus padres y los adultos se despedían de todos para después irse a sus casas.

-¿A dónde iremos ahora? -preguntó, abrochándose el cinturón de seguridad con su mirada fija en el contrario.

-Iremos a mi casa, ahí hablaremos más de tu asunto.

Lance asintió y dió paso a un silencio entre los dos pues Keith estaba demasiado concentrado manejando a parte de que desde hace un rato se comportaba algo serio con él.

-Y... tus amigos, ¿cómo los conociste?

-Los conocí en la escuela, era mi primer día de trabajo, ellos me ayudaron cuando tenía dudas y me hacían compañía cuando estaba solo. Al principio los rechazaba, les decía que no necesitaba a nadie... Pero ellos siguieron ahí y con el tiempo se convirtieron en una segunda familia para mí.

-Parecen buenas personas... ¿Cómo es eso de que no necesitabas a nadie?

-Hace tres años pase por algo muy difícil para mi y no volví a confiar en la gente.

-¿Qué paso?

-El amor, eso pasó.

Lance sonrió tristemente y después bajo la mirada, mirando con melancolía la pulsera de plata que traía en su muñeca izquierda, la cual tenía el dije de una pequeña espada.

-Entiendo, el amor hiere mucho... Es hermoso pero doloroso a la vez.

-Es doloroso sólo si sales con gente estúpida que no sabe valorarte.

-Es cierto, pero también si te lo arrebatan.

Ambos se quedaron en silencio pensando lo que había dicho el contrario, se preguntaban por qué cosas tuvo que pasar para pensar así de un sentimiento que todo el mundo clasificaba como algo simplemente maravilloso.

Minutos después llegaron a la casa de los Kogane y bajaron del auto, cuando entraron a la vivienda vieron como su familia estaba reunida en la sala con varias cajas de luces y adornos de todo tipo.

-Hola, ¿qué es lo que hacen? -preguntó mientras colgaba su abrigo en el perchero junto con el de Lance.

-Oh, hola Keith y Lance —saludo su hermano Shiro mientras cargaba cajas de luces y salía por la puerta hacia el jardín delantero.

-¡Estamos decorando para ganarle a todo el vecindario! -entusiasmado, Timothy comenzó a saltar en el sillón.

—Así es, no dejaremos que ganen, el premio van a ser entradas gratis al Castillo Mágico. —su padre, igual de emocionado, comenzó a saltar junto con su hijo.

—¡Jackson y Timothy Kogane, arruinarán el sillón!

Keith sonrió ladino y estaba dispuesto a comentar algo pero un fuerte ladrido interrumpió su cometido.
Un enorme perro de pelaje negro y unos ojos muy peculiares de color azul se lanzó sobre el pelinegro ocasionando que perdiera el equilibrio, estuvo a punto de caer al suelo y llevarse un gran madrazo si no fuera porque Lance actuó rápido y lo tomó firmemente de la cintura.

—¿Qué es eso? —interrogó mientras veía al animal, amenazante.

—¡Kosmo!

Ignorando completamente al moreno y el agarre que tenía sobre él, se apartó rápidamente para poder correr hacia su mascota y abrazarla mientras esté lamía su rostro moviendo su cola eufórico.

For you [Klance]Where stories live. Discover now