Capítulo 4

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N/a: no quería poner algún actor en específico para Matthew, pero si lo desean, pueden imaginárselo como Chris Carmack (a.k.a Link de Grey's Anatomy). Así me lo imagino yo :)
Gracias por leer :)

La pelirroja sentía la mirada juguetona de Matthew sobre ella durante toda la velada. Ella hacía todos sus esfuerzos para ser parte de la conversación que entablaban Francesca y Marley, con el claro propósito de ignorar aquellos ojos celestes. Pero ellos abarcaban temas que ella no entendía o que no eran de sus asuntos, por lo que terminó rindiéndose y comenzó a tamborilear con sus dedos sobre la mesa mientras observaba a su alrededor.

—Propongo hacer un brindis —escuchó la profunda voz de Matt quien tenía su vaso elevado y miraba a Hillary con una sonrisa lobuna. Ella permaneció quieta.

—¡Pues claro! Me gusta este muchacho, Paul—Francesca aplaudió animada. La pelirroja apretó su mandíbula y alzó sin ganas su bebida—. Salud, por el trabajo y el éxito.

—Y que sean los mejores tres meses vividos—concluyó el rubio guiñándole un ojo a la ojiverde. Hillary no dejaba de pensar en su cabeza lo insoportable que era.

Suspiró y entre todos chocaron sus vasos, haciendo un "clink", para después cada uni beber sus respectivas bebidas. Joshua se mantenía con los brazos cruzados sobre la mesa, y observaba sus dedos que bailaban entre ellos, claramente ignorando a todos los que le rodeaban. Adam sonrió mientras articulaba "salud" con sus labios y Hillary no evitó en sonreír como respuesta. Aquél gesto le pareció encantador y contagioso.

—Esperemos que logren entablar una relación amistosa entre ustedes cuatro —Francesca los señaló con su copa de espumante, para luego llevarlo a sus labios, disfrutando su delicioso contenido—. A partir de ahora, todos somos colegas

Hillary hizo una mueca. Pensaba que con algunos no tendría ningún problema; podría llevarse bien tanto con Adam como con Joshua, claro, si es que éste último logra abrirse. Sin embargo, Matthew era el que complicaba todo. Algo que odiaba Hillary de los hombres era que algunos llegaban hasta sus nervios con su arrogancia, egoísmo, capricho y soberbia. Y Matthew Simmons tenía todas esas características. No le sorprendería para nada que él estaría en Botsuana en contra su voluntad... o por dinero.

Se sintió un poco hipócrita al pensar lo último. Obviamente ella también estaba aquí por temas económicos, pero más que eso, estaba cumpliendo su sueño y se sentía muy a gusto en el lugar donde trabajaba.

Miró la hora de su reloj de pulsera y frunció sus labios al ver que eran pasadas de las doce. Mañana debía levantarse temprano si quería aprovechar su jornada laboral con toda la motivación posible en la reserva natural. Observó a Francesca, quien aun compartía su amistosa conversación con Marley, por lo que se limitó a esperarla.

—¿Qué harás mañana? —le preguntó la voz de Adam. Hillary volteó a verlo y suspiró antes de responder.

—Pues, iré a la reserva para continuar con mi trabajo —le dijo—. ¿Y ustedes qué harán?

El castaño se encogió de hombros y entreabrió los labios para hablar, pero Matthew se adelantó.

—A mediodía iremos a enseñar a una escuela, cerca de tu reserva —comentó con una sonrisa de lado, mostrando un pequeño hoyuelo en su mejilla—. Quizás vayamos a visitarte en cuanto terminemos.

—Oh, no se molesten —la pelirroja negó con la cabeza, tratando de ser lo más amable que se le podía permitir—. Son celebridades, deberían hacer cosas de celebridades como... responder tweets o mirarse al espejo.

Adam quiso responderle, pero nuevamente el ojiazul se entrometió, ganándose lentamente el odio de la muchacha.

—Vamos, Hillary, ¿acaso tu jefa no quería que conviviéramos? —señaló a la morena quien hacía caso omiso a aquella conversación y le guiñó un ojo—. Sería un verdadero placer pasar más tiempo contigo y conocernos. Los cuatro, claro.

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