Capítulo 5

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Hillary vio a Reth que la esperaba en la entrada del establecimiento, luciendo una impecable sonrisa. Se bajó del auto, despidiéndose de Francesca, dispuesta a iniciar su día. Saludó a su compañero y ambos entraron al edificio.

Todo le pareció bastante monótono a su parecer, pero igual encontró su parte entretenida. Bañó algunos animales, curó a otros de algunas heridas y otros detalles pequeños fue su resumen de la mañana. Todo eso lo realizaba con la ayuda y asistencia de Reth que, a medida que pasaba el día, ambos se iban conociendo cada vez más con aspectos irrelevantes de la vida, desde recuerdos de la infancia hasta conocer el plato de comida favorito de cada uno.

Hillary consideraba este lugar como el paraíso, sin duda, pero aun no dejaba de pensar en el estado de salud de su madre. John aun no le respondía el mensaje que le había mandado esta mañana. Trataba de tranquilizarse diciéndose a si misma que se tardaba por la diferencia horaria, si es que había una.

—Hey, ¿estás bien? —la voz de Reth irrumpió sus pensamientos.

—Por supuesto, tengo un poco de sueño —la pelirroja dijo una mentira pequeña y le dedicó una sonrisa. No quería que su trabajo se viera afectado por preocupaciones suyas, por lo que decidió cambiar de tema—. ¿Ya alimentamos a los leones?

—Deja que yo lo haré, has trabajado duro todo el día, ¿por qué no descansas un poco? —le ofreció colocando una mano sobre su hombro y presionando un poco.

Ella respiró profundamente, sabiendo que si se negaba, Reth le iba a insistir en que lo haga, por lo que le agradeció una última vez y se fue a la entrada del edificio con el propósito de tomar un poco de aire.

Se sentó en uno de los escalones y llevó su vista hacia el cielo, que había empezado a tomar un color más anaranjado debido al atardecer. Se sorprendió a sí misma al percatarse que el tiempo se le había pasado muy rápido y pensó que haciendo lo que le gustaba la distraía un poco de sus pensamientos y perdía la noción. 

Eso significaba también que, pronto la pasarían a buscar para volver al hotel y dar por terminada su jornada con un merecido descanso. Al fin y al cabo, así será su rutina durante estos tres meses, y a Hillary le encantaría hacer otras cosas más que pasar todo el tiempo en el hotel durante el fin de semana. Sin embargo, su cama no parecía ser lo más deseable de la noche por lo que se decidió a hacer una pequeña caminata nocturna con el propósito de recorrer lo que no conocía de la ciudad. 

Justo en ese momento, un coche negro entró por la portería, saliendo de éste Francesca, quien lucía como siempre, pulcra e impecable. Se sacó sus anteojos de sol y los deslizó hacia arriba de su cabeza. 

—¿Lista para irnos? —preguntó colocando sus manos en cada lado de su cintura.

Hillary asintió con su cabeza, y antes de subirse al coche para marcharse, se adentró para despedirse de Reth y del doctor Aqeeb, deseándoles un lindo día y que mañana se volverían a ver. 

***

Una vez que estaba en la comodidad de su habitación, tras una ducha caliente y con la noche ya caída, tomó su teléfono y decidió que era una mejor idea llamar a su hermano directamente, en lugar de estar esperando con angustia su respuesta vía mensajería. 

—¡Hasta que llamas! —contestó su hermano, seguido de su característica carcajada—. ¿Cómo va todo por Botsuana hermanita? ¿Los leones no te han sacado alguna extremidad? ¿Los monos te han comido los piojos de tu cabello?

Hillary se rió ante las ridículas preguntas que hacía su hermano mayor. 

—Todo va de maravilla, qué ganas de tenerte a ti y a mamá aquí conmigo para que vean lo precioso que es este lugar —responde, haciendo caso omiso las otras dos preguntas—. ¿Cómo está mamá? ¿Por qué no has respondido mis mensajes?

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⏰ Dernière mise à jour : Jun 16, 2020 ⏰

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