The murders don't have an exit.

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—Me imaginaba su cuarto un poco diferente —murmura Marco después de estar un rato en silencio. Los matones de Finn nos habían encerrado en la habitación del maníaco unos segundos antes de que las luces se apagaran— No sé, cabezas decapitadas, frascos con órganos o algo así.

—Deben haber en algún lugar de la casa —murmuro en respuesta— ¿tienes idea de por qué nos han traído aquí?

—Supongo que porque hace una semana salvamos a su macabro jefe —responde Marco— con algo de suerte, nos darán vida por vida y podremos salir de la fiesta.

—Esto no es el padrino —se escucha la voz de Finnegan interrumpiendo a Marco y causándome escalofríos— no los libraré de la fiesta pero si podemos llegar a un trato.

—¿Qué clase de trato? —pregunto.

—Protección —responde Finn— nos los mataré, mis chicos tampoco lo harán y a cambio, se unirán a mi lado del juego.

—¿Qué significa? —vuelvo a preguntar.

Marco suspira —Quiere que matemos al resto por él.

—Exacto. Te buscaste uno inteligente esta vez, Lion —dice Finnegan y puedo notar un ligero enojo en su tono. No me atrevo a decir que son celos porque no me atrevo a pensar que alguien como Finn puede sentir algo por mi.

No porque fuera imposible, si no porque me asustaba.
—No mataré a nadie por ti —aclara Marco levantándose de la cama— te venceré en tu propio juego, Finn Finnegan y me aseguraré de que no vuelvas a hacerle esto a nadie.

Seguido de eso, Marco sale de la habitación y realmente espero que no le pase nada porque aún queda mucho tiempo para que las luces se enciendan.

—¿Tú que opinas? —pregunta Finn— ¿Te unirás a mi o serás igual de estupida que tu novio y arriesgarás tu vida por un montón de gente insignifican...

—¿Por qué haces esto? —interrumpo.

—Sabes muy bien por qué lo hago.

—Si, llevaron a tu hermana al suicidio pero te encargaste de los culpables —le recuerdo— y que sigas matando gente no te devolverá a tu hermana. Solo te hundirá más en tu propia miseria, Finn y sé que podrías ser más que eso.

—¿Aún no lo entiendes? —pregunta— Sé que nada me devolverá a mi hermana y sé que los malditos que le hicieron daño ya no están. Pero créeme cuando te digo que, si hay por lo menos una posibilidad de que nadie sufra lo que Crystal sufrió, yo me aseguraré de cumplirla.

—Pero no toda la gente que está aquí es así, Finn. No estás distinguiendo bien, invitas a cualquier persona a este lugar y con algo de suerte, asesinarás a un idiota abusador —le recuerdo— ¿Qué hay de todos los demás? Hay chicas, chicas como Crystal que justo ahora están muertas en tu patio trasero.

—No soy idiota, no invito a cualquier persona a la fiesta.

—Me invitaste a mi.

—Fue un error, me equivoqué contigo.

—¿Cómo?

—Pensé que eras igual que los demás —responde sentándose a mi lado— pero tú, tú eres distinta Dani.

Cada vez que Finn se sienta al lado mío siento una corriente recorrer mi cuerpo y no sé con exactitud que la provoca. Quizás sea el hecho de que ha matado a más de cien personas en lo que va del año.

—Cuando el juego termine, solo quedaremos los dos —me recuerda— te lo puedo asegurar porque no dejaré que nadie te haga daño. Y cuando solo quedemos los dos, te daré la ventaja y me clavarás un cuchillo en el estómago.

—No voy a matarte, Finn.

—¿Por qué no? No tengo razones para estar aquí y apostaría mi vida a que la tuya vale mil veces más. No te dejaré morir, Dandelion, así tenga que ser yo el que muera.

Y todo hace click con esa pregunta. Después de todo lo que ha pasado, todo lo que he visto, lo que he hecho y lo que no, todo me lleva a una sola conclusión que he negado por semanas.

Miro una vez más Finnegan y entonces lo confirmo. Donde la mayoría podría ver un asesino, un maniático, un loco o un demente. Yo veo un chico de diecisiete años, herido, maltratado, olvidado por sus padres y traumatizado.

—No voy a matarte, tampoco mataré por ti.

—¿Si sabes que eso te deja sin una salida?

—Aún hay una.

—¿Cuál?

—Encontrar una salida para ti —respondo acercándome más a él.

Finn sonríe con lástima —¿Qué clase de salida tiene alguien como yo? Que no sea la cárcel o el fondo de un río.

—Aún no lo sé —me encojo de hombros y coloco mi mano encima de la suya. Está fría, las manos de Finn siempre están frías— Pero no te dejaré solo.

—¿Por qué?

—Porque me gustas.

FinneganDonde viven las historias. Descúbrelo ahora