Bad Blood

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Luego de hablar con mi madre me sentía mucho mejor, cuando bajamos del auto de Ashton y caminé junto a mi hermana hacia la escuela, las miradas sobre mi ya no me importaban, no me importaba lo que la gente pensara de mi porque yo sabía que nada era cierto.

Cada quien tiene la absoluta libertad de hablar de mí como quiera y yo no podía saber con exactitud lo que pensaban todos, pero me importaba un carajo.

Luna me ayudó a limpiar la palabra Bitch que estaba escrita en la puerta de mi casillero, escuché las risitas ridículas de las básicas, pero ya no tenían el poder de hacerme sentir mal, me habían pisoteado tato que sus burlas ya no podía hacerme sentir peor.

—V...—escuchar su voz refiriéndose a mi me causo un revoltijo de emociones, posé mi mirada sobre él cerrando mi casillero con fuerza.—¿Podemos hablar?.—en sus manos tenía un enorme ramo de rosas rojas que alzó para entregármelo, miré el ramo por un momento y luego lo miré a él.

¿Qué pensaba? ¿Qué con unas flores se me iba a olvidar todo? Si algo había aprendido en todos estos días que me sentí insignificante era que no volvería a ser la misma estúpida de siempre.

Tomé las flores para olerlas y él me sonrió, dio un paso hacia mí y volví a mirarlo. Seguro pensaba que había aceptado su asquerosa ofrenda de paz y por un momento le hice pensar que todo estaba bien cuando también le sonreí, saqué una de las rosas y se la di a él.

—Esta es tuya.—Luke la tomó frunciendo el ceño.—Por tu actuación, actuaste increíblemente bien durante todo este tiempo fingiendo que me amabas...en serio deberías considerar una carrera en el cine, eres el mejor actor de Australia.—caminé al cubo de la basura arrojando el ramo adentro y me sacudí las manos.—Y esto es lo que pienso de ti...—volví a acercarme a él.—No te me acerques nunca más porque la próxima vez no seré tan amable...maten mi nombre fuera de tu maldita boca.

Lo empujé abriéndome paso y continué con mi camino hasta el salón de clases dejándolo sin palabras, ni siquiera pudo abrir la boca para responderme porque se había quedado petrificado.

Oficialmente estaba fuera de mi vida y me encargaría de ignorarlo tanto que lo haría dudar de su existencia.

.....

Era sábado, había logrado sobrevivir esa semana en la escuela, gracias a mis amigas y al tonto de Calum que ahora se había convertido en mi pilar, era el mejor por tratar de hacerme reír y por defenderme, sentía que tenía a los mejores amigos del mundo.

No tenía planes ese fin de semana más que dormir y ver televisión, como una simple mortal, al menos la programación estaba buena, estaban pasando El diario de una princesa, amaba tanto esa película que me sabía hasta los diálogos. ¿En qué momento llegaría mi abuela europea a decirme que era la princesa de una nación?.

Tendría que seguir soñando porque eso jamás iba a pasar.

—V...alguien te busca.—anunció mi hermana abriendo la puerta de mi habitación.

—Ojalá sea la reina Clarisse Renaldi.—murmuré mientras me levantaba de la cama y Luna se echó a reír.

—No es la reina pero está guapo.—arrugué la frente y corrí hasta la ventana para lograr ver quien había llegado.

—Oh por dios, es Mike.

Entré en pánico, ni siquiera estaba presentable, andaba en pantaletas y camiseta de hello kitty, corrí hasta mi closet y tomé los primero shorts de mezclilla que vi, me saqué la camiseta y tomé una de tiras, me peiné un poco el cabello con los dedos y bajé trotando las escaleras.

ʜᴇᴀʀᴛʙʀᴇᴀᴋᴇʀ | 𝙇. 𝙃𝙚𝙢𝙢𝙞𝙣𝙜𝙨Where stories live. Discover now