Capítulo 3

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A la mañana siguiente, el niño despertó en su cuarto, sin ninguna memoria de cómo regresó. Supuso que Fausto lo trajo. La pregunta era cómo supo dónde estaba su casa. El niño había planeado mostrarle el camino cuando se devolviera de la escuela, pero se durmió antes de que tuviera la oportunidad.

Decidió preguntarle en cuanto lo viera esa noche.

Con sólo pensarlo, el niño tenía una sonrisa en su cara. Se levantó de la cama, emocionado, formulando preguntas que tendría para Fausto, cuando se dio cuenta de una nueva adición en su cuarto.

En su mesita de noche, se encontraba una nueva flor de loto al lado de la primera.

El niño adivinó que Fausto lo había dejado como una pequeña despedida, o para asegurarle que todo no fue sólo un sueño.

Aunque para el niño, nada era más real que el tiempo que pasaba con Fausto.

...

Con todo lo que pasó la noche anterior, el niño olvidó por completo la situación con su familia, especialmente con su padre. Entonces, después de un desayuno extremadamente incómodo, el niño se mantuvo encerrado en su cuarto; sólo saliendo para comer o ir al baño.

Cuando por fin el sol inició su caída, el niño ya estaba brincando con anticipación.

Pronto, su cuarto estaba iluminado únicamente con las luces de la calle que entraban por su ventana. Al momento que esa poca de iluminación desapareció, el niño corrió a la ventana para abrirla.

"¡Fausto!" Exclamó al ver la figura oscura y ojos luminosos, y se tiró a él.

"¡Cuidado!" Le advirtió Fausto al cacharlo en sus brazos, abrazándolo un poco más fuerte de lo usual por el susto.

El niño solamente se río, alegre. Luego recordó su pregunta.

"Fausto, gracias por haberme traído a mi casa anoche, y gracias por venir otra vez hoy, pero... ¿Cómo supiste dónde estaba mi casa?"

"Estaba esperando que me preguntaras eso. Las flores de loto que te di, ¿las recuerdas?"—El niño asintió con su cabeza—"Son mis creaciones. Es diferente a cuando controlo otras plantas; esas flores son parte de mí, entonces puedo sentir dónde están... Pensé que, tal vez, te podrían hacer sentir un poco mejor, recordarte que no estás solo. Estabas llorando el último día de escuela y no sabía que más hacer"

El niño sintió exultación al escucharlo, aunque trató de disimularlo.

"Gracias", respondió en un suave murmullo, y se preguntó a sí mismo, si algún día sabría Fausto todo lo que significaba para él.

Fausto acarició su cabello, llevándolo al árbol dentro de su patio.

"Siento que es una mejor idea que te quedes dentro del terreno de tu casa, entonces pasaremos la noche aquí", comentó.

El árbol pareció crecer con la presencia de Fausto; el tronco creció, el follaje se multiplicó y la ramificación se extendió. Fausto los llevó al centro y se acomodaron en un estilo de casa de árbol natural con un techo compuesto de estrellas.

...

Conforme pasaban los años, la relación entre Fausto y el niño se volvió más cercana. No pasaba ni un día sin que se vieran. El niño no confiaba en nadie más que en Fausto; los problemas en la escuela, y algunas veces con su familia, le enseñaron eso. Estas situaciones le demostraron que su opinión no era comprendida por la mayoría.

La desconfianza llegó al grado de crear problemas para el niño. Con sus dudas incrementándose, el fin de su último año de primaria acercándose y el efecto que tendría en su relación, llegó a tener su primera pelea con Fausto.

Un NiñoWhere stories live. Discover now