Capítulo IV

343 48 15
                                    

A Thor desde pequeño le dijeron que si un día se convertía en Rey, tendría que elegir a una esposa digna que pudiera cumplir con todas las cualidades que el título pedía. Debía ser bella, joven, poderosa, una fuerte guerrera, inteligente y con un amor incondicional hacia el pueblo de Asgard.

El príncipe dorado jamás se sintió atraído hacia la escena que tanto su madre como su padre querían para él. El hecho de que su futuro estuviera casi planeado no era de su agrado y de vez en cuando, se sentía obligado a seguir los mismo pasos de Odín; como si la corona fuera un círculo vicioso del cual no existía escape y te veías en la obligación de permanecer ahí.

Y después de darle varias vueltas al asunto entendió por qué le disgustaba el plan de la familia feliz que sus padres  le habían creado. Thor ya estaba enamorado y no quería un futuro sin esa persona a su lado.

El único problema es que jamás, en la historia de Asgard, un Rey ha tenido como consorte a un hombre. Menos a su hermano.

El joven rubio no podía identificar el momento en que sus sentimientos hacia el hechicero evolucionaron, simplemente pasó y su corazón confirmaba sus sospechas cuando se alteraba de inmediato ante la presencia del azabache.

Lo quería, lo amaba y lo adoraba. Sabía que jamás sería correspondido y ese era el castigo que tendría que pagar por sentir algo tan aberrante y enfermo. Aquella oculta realidad era una pesada mochila que tenía que cargar día tras día, disfrazando sus sentimientos por una hermandad que, aunque le permitía estar cerca de Loki, no era lo que quería.

Thor pensaba que era un maestro ocultado aquel secreto. Para él no había nada de raro en que dos hermanos pasaran tanto tiempo juntos hasta el punto de parecer dos imanes sin la opción de separarse. Tampoco había nada de raro en dormir juntos cuando una tormenta afectaba a Asgard y que en sus ratos libres ambos se dedicaran a peinar el cabello del otro, recostados en el césped, en la alfombra de cualquiera de sus habitaciones o en un lugar lo suficientemente apartados para no ser molestados por nadie.

El de mirada turquesa creía que disimulaba lo bastante bien, por eso le fue difícil ver lo que venía cuando Odín lo citó con urgencia una tarde a su despacho para hablar con él.

La seriedad en el rostro de su padre llamó su atención y rápidamente pensó en las posibles acciones que podrían haber provocado la molestia en su progenitor.

— ¿Querías hablar conmigo, padre? -el adolescente ingresó, cerrando las puertas del salón tras él.

— Sí, acércate.

Los sentidos de Thor se alertaron mientras acataba su orden.  Algo muy malo pasaba si Odín se negaba a mirarle.

— Dime qué necesitas y lo cumpliré. -Thor sentía que sonaba más como un súbdito cualquiera que como un príncipe.

El Rey de Asgard  dejó lo que estaba haciendo para levantarse, caminar y pararse erguido frente a su hijo, intentando intimidarlo con su estatura—. Necesito que te alejes de Loki.

Los segundos fueron largos mientras el príncipe se intentaba entender  qué rayos estaba pasando. Probablemente había escuchado mal, pero el semblante oscuro del Rey le confirmaba que no se había equivocado.

 Quizás entrar en negación y fingir que no tenía ningún oscuro secreto que esconder relacionado con Loki podría ser la mejor opción para tantear terreno y ver si realmente su padre se refería a lo que estaba pensando.

— N-No sé de lo que hablas.

— No intentes mentirle a tu padre. -alzó ligeramente su voz a la vez que fruncía el ceño ante tal ofensa -. Te he observado este último tiempo, he visto el amor que le profesas a Loki en cada acción que ejecutas.-Odín tomó un poco de aire antes de seguir-. Al principio creí que era un cariño fraternal, pero luego me di cuenta que era más como el de un pretendiente... como un cortejo.

Entre dos reinos [Thorki]Where stories live. Discover now