25 de Diciembre de 2001

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Buenos días Alex

¿Te importa si te llamo Alex? En realidad no se qué nombre hay que ponerle a tu diario. Nunca he tenido uno. Estoy escribiendo por primera vez y tampoco sé por dónde empezar.

Hoy me he levantado muy pronto. Tan pronto que el Sol todavía no ha salido. Es Navidad y como siempre, me he levantado antes que nadie para ver qué regalos me ha dejado bajo el árbol Papá Noel. Tenía tres paquetes. Dos muy grandes y uno del tamaño de un libro. Los dos grandes eran una videoconsola y un juguete para hacer pasteles Algo que llevaba queriendo desde hace mucho. El que tenía tamaño de libro, sin duda, es este diario en el que estoy escribiendo. Es negro, con las hojas en blanco y sin rayas ni líneas para escribir. En cuanto lo he abierto he empezado a pensar que podría escribir aquí.

Primero se me ha ocurrido escribir sobre monstruos, zombies, vampiros o cualquier otra cosa que se me fuera ocurriendo, después, se me ha ocurrido que podría utilizarlo para anotar cosas y que no se me olviden: los deberes, las pastillas que tengo que tomarme todas las mañanas, no las paredes con las acuarelas, no reutilizar la ropa de un día para otro, en fin, cosas que tengo que recordar cada día. Al final he decidido empezar a contar todas las cosas que me pasan día a día. Como ahora mismo son las siete de la mañana, contaré algo sobre mí. Me llamo Lucía, tengo seis años. En el colegio no tengo muchos amigos pero sin duda mi mejor amigo es Hugo. Hugo y yo nos pasamos los recreos jugando con los dinosaurios de juguete que tiene él. En clase siempre nos tienen que separar porque no paramos de hablar. Hablamos mucho de zombies, de hombres lobo o de vampiros. El resto de la clase cree que somos unos bichos raros o que somos novios, pero a mi todos ellos me parecen unos amargados. Las niñas se pasan todo el día jugando con sus muñecas creando dramas imaginarios sobre matrimonios, discusiones, familias o temas de adultos y los niños dando patadas a una cosa redonda que llaman "balón". Una vez jugué con ellos pero no me dejaban jugar "en serio", solo me dejaban ponerme en medio de la pista y "molestar". No entiendo por qué no me dejan jugar con ellos cuando soy la que más corre de mi clase. En los recreos me gustaba más estar con Hugo, sentados en un rincón del patio, peleándonos por el Tiranosaurios Rex. El Tiranosaurio Rex es el dinosaurio más fuerte que ha existido nunca.

Vivo con mamá en una casa cerca del colegio. Me gusta mucho la casa en la que vivimos. No es muy grande pero lo suficiente para poder correr por el pasillo y tener la habitación cerca de Mamá. Solo vivimos mamá y yo. Papá se fue hace tiempo a vivir a otra casa. Mamá me dijo que fue porque a Papá ya no le gustaba esta casa porque estaba muy vieja, pero nunca me lo creí mucho. A Papá le veo algunos fines de semana. A veces vamos al lago a dar de comer a los patos, otras veces vamos al cine – aunque Papá siempre se quede dormido – y otras veces vamos a visitar a la abuela. Mamá está muy triste desde que Papá se fue. Ya no quiere jugar conmigo y siempre hace la misma comida para cenar: un vaso de leche con cereales. Papá, en cambio, está muy contento.

A veces no soy de capaz de entender a los adultos. ¿Por qué no puedo decirle a Papá que Mamá esta triste? ¿Y si Papá puede ayudarla? ¿Y si Papá vuelve a vivir con nosotros aunque la casa no le guste para ver feliz a Mamá? Los adultos se complican la vida intentando aparentar cosas que no son. Como cuando la vecina le pregunta a Mamá si Papá está trabajando o se ha ido a vivir a otra casa, si necesita ayuda con algo o si quiere hablar. Mamá necesita hablar pero cada vez que le pregunto me dice que soy demasiado pequeña para hablar de ciertas cosas. ¿A qué se refiere con ciertas cosas? Tengo ya seis años y soy la más alta de mi clase, saco buenas notas y siempre adivino cuando alguien está mintiendo. Papá miente mucho. Siempre me dice que vamos a ir al Zoo y luego acabamos en La Rotonda jugando con sus amigos o con Marina. Marina era una amiga de Papá. Era muy simpática y siempre dibuja dinosaurios conmigo. Cada vez que la veo tiene una caja llena de pinturas cada vez más grande. Tiene colores que yo nunca había visto y me enseño como mezclar para tener colores nuevos. La Rotonda es un bar – o un pub como lo llamaba Papá – en el que la gente no para de beber y de hablar alto con otras personas. Me gusta ir pero muchas veces se hace muy muy de noche y me quedo dormida encima de la silla. Después Papá me lleva en brazos hasta la casa nueva y me mete en la cama.

Acabo de darme cuenta de que Mamá se acaba de levantar. Espero que no me eche la bronca por haber abierto los regalos antes de tiempo.

Me ha gustado mucho escribir en este diario. Espero poder hacerlo pronto.

L.

Ser una menos.Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz