pero todo estaba bien

663 49 6
                                    


Una persona con el anhelo de formar una familia es fácil de manipular y más si tú eres la persona que él siempre espero, puede sonar arrogante pero tienes a ese ser en la palma de tu mano, o eso dicen las personas con experiencia en ello, el punto aquí es que Deidara, él..., él puede darle eso a Itachi, sin duda, si tú mismo, tu mi estimado lector, lo vieras, llorarías, llorarías de tristeza, Itachi porta el rostro de un niño al cual le están comprando con un caramelo, el caramelo mas deseado de su corta vida y a su vez el más caro.

Deidara lo mira nervioso y ansioso, realmente espera que acepte, no quiere volver a esa asquerosa celda, quiere tener poder, lo había pensado durante mucho tiempo, Sasori tenía poder y dinero en el lugar donde Vivian, esa era la verdadera razón tras aquel compromiso era verdad que le quería pero no era aquello que las personas cursis llamaban "amor de verdad", por el contrario Itachi era mucho más masculino que cualquiera, era adinerado y siempre estaba viajando, solo debía aprender a manejarlo y lo tendría bajo su poder o eso esperaba, no había forma de escapar pero si de disfrutar su prisión.

Itachi asintió mirándole a los ojos –no me quites a mi hijo, no te vayas... se hará lo que tú quieras –susurro besando su vientre mientras le abrazaba de la cintura, era el hombre más feliz del mundo, seria padre, se sentía completo, realizado, su madre seguramente estaría orgullosa de él y ni hablar de su progenitor, sería el más contento con tal noticia.

Deidara por su parte sonrió complacido, tomo el rostro de Itachi, ahora solo faltaba algo importante, írselo asegurando, beso sus labios, el mayor correspondió, Deidara se acostó con cuidado y dejo al mayor sobre él, este le miro embelesado, acaricio sus muslos, al fin lo tenía, por voluntad propia sin tratas, sin malas decisiones, seria padre, tendría un hijo y un hermoso omega.

-hazme el amor- pidió en un susurro Deidara sobre los labios ajenos, besando su cuello, acariciando su espalda con cuidado, Itachi sintió aquella pequeña esperanza florecer en su corazón.

La ropa que estorbaba quedo en el piso, la mullida cama rechinaba ante cualquier movimiento, Deidara deslizo con lentitud sus manos hasta sus piernas, abriéndolas para levantarlas haciendo una clara invitación al azabache de colarse entre ellas, su rostro era cubierto un rojo carmín debido a la vergüenza, Itachi relamió sus labios, era una escena sumamente erótica.

Bajando con lentitud dejando un rastro de chupetones llego al miembro semi erecto de su amado rubio, dio una leve lamida con su lengua caliente, Deidara podía sentir como el mayor llevaba todo su miembro al interior de su boca dando unas excelentes y placenteras lamidas.

-Ita...- susurro acariciando sus cabellos –mas...- pidió con los ojos llenos de placer, el azabache cogió con firmeza la cadera ajena apoyándose para poder mover mejor sus labios, Deidara gemía sin pudor alguno, Itachi era sumamente bueno con su boca, era algo delicioso, su lengua capturaba casi todo y entonces su cabeza le jugó una mala treta, para que alguien fuera así de bueno debía tener mucha experiencia y es que no se necesitaba ser un experto para saber que aquel hombre que se hallaba sobre el había estado con más de un doncel o mujer, aquello le hizo gruñir.

-sucede algo? - cuestiono Itachi había logrado sentir como su amado rubio se tensaba –puedo parar si eso te calma- sugirió y no es que quisiera detenerse, todo lo contrario, pero no lo lastimaría y mucho menos lo forzaría a algo que pusiera en riesgo a su hijo.

-No te he dicho que pares- se defendió el rubio mientras le veía ligeramente molesto –acaso debo solicitar que alguno de tus marineros venga a complacerme? - soltó con toda la intención de molestarle, pudo apreciar como Itachi Fruncía el entrecejo y aquello..., aquello que hizo le dejo cautivado.

Itachi abrió sus piernas nuevamente tomo su propio falo con su diestra masajeándolo desde la base hasta la punta ante la mirada ajena, de la punta salieron unas gotas de pre-semen, batió su índice con ellas llevándolo ese dedo a la entrada ajena, lo introdujo completamente mojado de su propio esperma, el doncel se avergonzó, no se esperó aquello, aquel largo dedo se resbalaba en su interior y su cuerpo lo aceptaba gustoso.

Entre mares y tierrasWhere stories live. Discover now