Prólogo

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En el comienzo del siglo veintidós, donde los robot ya forman parte de la comunidad y los autos tienen su propia energía sustentable. Donde los alimentos nacen de pequeños invernaderos, donde la carne es parte de una célula animal que crece en laboratorios y donde las personas siguen siendo crueles, egoístas y llena de amor propio. Aquí estoy, en el 2100 esperando que las guerras por el exterminio de especies finalizara, que los bosques quedaran deforestados y los ricos fueran la casa más grande de todas para alimentar a la humanidad.

Pero, nadie pensó en los trabajadores, únicas personas que llevan el pan a la casa y donde su labor es alimentar a la gente de su pueblo. Así como los granjeros y los empleados de las fábricas. Dejaron de existir, ahora son robot ocupándose de lo manual y laboratorios generando cultivos. La tecnología influye mucho en estos años, le decimos Tercer Ojo. Ahora, los empleados del siglo veintiuno son quienes controlan, analizan y proceden en los cambios de estos aparatos, es decir, supervisores de errores o fallas de las máquinas. Y, el sueldo no es el problema, sino que, la tecnología nos roba la capacidad de laborar habilidades y ahora, ves a personas con problemas de salud por no poder mover un pallet de ladrillos con una grúa, o un ingeniero de construcción paleando arena. Somos zombies adaptados a un mundo de robot y máquinas reemplaza hombres.

SociosWhere stories live. Discover now