Capitulo 03

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En la mañana, estaba desayunando un yogurt con cereales integrales y frutas esperando que mi madre viniera de visita, después de hablar con ella hace quince minutos siendo insistente en venir a mi departamento encima de una tienda de mascotas. Tenía mi portátil encendida, mientras buscaba unas sábanas bordadas con estilo de México para cubrir los sillones y la cama. Había varios modelos bonitos, aunque no me convencí mucho unas flores amarillas sobre un fondo gris. Oí unos pasos acercarse por el pasillo de entrada, mi madre había llegado. Baje la pantalla de la vieja laptop, reincorporándome para recibirla. Abrí la puerta, encontrándome a una mujer de cabello azabache y profunda mirada, sostenía una planta de moras. Otro regalo, pensé.

-¿Cómo estás, cariño?-saludo ella, me hice a un lado permitiendo que entrará al apartamento.

-Bien, estaba terminando de desayunar...¿Quieres beber algo?-le pregunte, ella me entregó la maceta con dibujos tribales azules- Hay agua y cervezas en la heladera.

-Creo que tomaré agua,-decidió mi madre, pasando a la cocina con anexo a todo el salón- no voy a embriagarme a las diez de la mañana.

-Papá lo hacía...-susurré.

-Tu padre era idiota, Ana-logró oírme, su tono era molesto.

Deposite mi nueva planta de moras sobre el mesón de la cocina, mirando el perfil de mi madre. Su tez trigueña, sus manchas de vejez y las borradas sonrisas por seguir atravesando un duelo por la muerte de mi padre hace dos años. Era más difícil para ella, quien siempre sufría sus golpes e insultos. Mi madre era psicóloga infantil, pero no podía entender a los adultos. Era alegre, divertida e inteligente. Era hermosa y valiente en muchos aspectos. Creo que saque ese lado de ella, casi todas sus características y mi mal humor era producto de los maltratos psicológicos de mi padre desde niña. Apoye mi mano sobre el hombro de mi madre, que giró a mirarme mientras bebía de una botella de agua y le sonreí.

-Gracias por venir a verme.

-Siempre es lindo verte, Ana-asintió sonrojada por mi cumplido- ¿Qué tal la entrevista?

-Horrible, y el clima no me ayudo en nada...-dije restándole importancia, saque mi teléfono del interior de un bolsillo de mis jeans-. Mira, compré esto en una tienda mientras esperaba que terminara de llover.

-¡Qué lindo!-sonrió.

Nos encaminamos al salón, donde nos sentamos sobre el sillón blanco (por algo quería esas sábanas mexicanas). Subí mis piernas contra mi pecho, mirando a mi madre estudiando los cuadros retro de mi sala. Sabía que ella era apasionada por el arte, por eso apoyaba mucho mi talento por los tatuajes. Y, era algo curioso, que mi cerebro produjera tanta información, es decir, las personas normales solo producen actividad en el hemisferio más desarrollado; artístico o numérico. Yo, tenía un poco de ambos. ¿Realmente, soy un fenómeno? Así me decían en la escuela, por tener más respuestas y buenas calificaciones.

-¿Y, cómo estás?-le pregunte con una sonrisa.

-Bien, ya pedí mis vacaciones para el extranjero.

Me dolía que mi madre no supiera sobre mi viaje de estudio, ni siquiera que sabía controlar las computadores profesionalmente. O, que alguna vez, entré a una pandilla para ganar reputación por unos amigos de universidad. Había muchas cosas de mí, que ella desconocía y no podía revelar la verdad porque vería la decepción en sus ojos. Ella era la única mujer en la familia que me entendía, que me defendió de los golpes de mi padre y siempre estuvo conmigo en los peores momentos, ni siquiera mis mejores amigos podían compartir esos años dolorosos. Con mi madre era diferente, sentía que ella tenía empatía por mí.

-¿A dónde irás?

-Seguramente a Roma-sonrió con pena. Estaba segura que trataría de convencerme para ir con ella, sonreí- No te preocupes, iré con una amiga del grupo de gimnasia.

-Oh...¿De veras?-dije sorprendida que decidiera dejarme en Argentina.

-Su nombre es Marcela Duval. También, es viuda y viaja mucho por Europa-me comentó, asentí con la cabeza-, Y su hijo está en Francia- esto último lo dijo con la esperanza que yo pudiera hacer que sintiera orgullo, me sentí culpable de no contarle sobre mi habilidad tecnológica.

-Está bien...¿Quieres que vayamos por las compras?-desvié el tema, era incómodo que tu madre te mirara con ilusión de verte millonaria y con lindos hijos de ojos azules, viviendo fuera del país.

Ella asintió confundida del cambio de tema. Nos reincorporamos, fui por unos pantalones ya que estaba en unos pequeños shorts ajustados, aunque era cómodos. Volví con dinero, tomé mi celular desactivando algunas aplicaciones como la televisión y la radio donde estaba transmitiendo Adda. Salí con mi mamá del piso, bajamos por el ascensor comentándole sobre un trabajo ideal para mí, algo relacionado con el arte y los números. Pero, creo que no habría carrera o empleo alguno. Capaz, que marketing digital o animación. Mi mamá asintió a mis ideas, diciendo que mi elección estaria bien mientras me sintiera cómoda, que inteligencia y talento no me faltaba. Me reí sonrojada por su observación, le abracé por un momento.

-Te quiero mucho, mamá.

SociosWhere stories live. Discover now