Capitulo 05

0 0 0
                                    

Era el día de la cita con el chico misterioso, no había hablado con él hace unos días. Entre las entrevistas y dos clientes, no pensé mucho en él ni siquiera imagine que fuera un acosador de alguna red social. En realidad, estaba bastante tranquila. No quería preocuparme mucho menos ponerme nerviosa por ver a un chico luego de meses de terminar con Evan, el chico de Estados Unidos. Tampoco, estaba segura que esto saliera bien pero debía intentarlo y arriesgarme un poco, tal vez, él sea mi chico ideal ¿Quién sabe? Estaba cepillando mi cabello castaño claro, viéndome en el espejo. Mis ojos dorados, redondos y largas pestañas, mis cejas perfiladas. Mi nariz era algo ancha, no mucho y mis labios gruesos tenían una leve mueca de comodidad. Termine de cepillar mi pelo, dejándolo suelto y me levante de la silla del tocador. Agarre mi bolso, una campera blanca y salí del dormitorio, cuando recibí un mensaje de este chico.

Chico: Espero que estés lista para reencontrarnos, Ana.

Arquee una ceja sin entender a qué se refería con eso, ¿volver a vernos? Entonces, lo conocía de antes, una ventaja para poder reconocerlo entre la gente del bar. Salí del departamento, subiendo al ascensor y recibí otro mensaje de él.

Chico: Te veo en la entrada principal, nos vemos pronto.

Suspire, cuando no quería ponerme ansiosa ni preocuparme siempre existía alguien que lograba lo contrario. Ahora, mis manos sudaban y sentía calor. ¡Gracias, chico! Llegué al hall principal, cruzándome con la señora Duval, la vecina del 1C que siempre participaba del consorcio. Ella sonrió a medias, no le caía bien desde la vez que discutimos por una tontería, que ya ni recuerdo que era. Daba igual. Salí a la calle, la breve brisa del otoño revolvió mi cabello y lo acomodé algo nerviosa para que no estorbará. Debía tomarme el colectivo a quince minutos de la estación de tren, a dos calles del bar Carlitos. Camine unos minutos pasando por el parque, viendo a unos corredores y personas disfrutando del lindo día de mayo. En mis pensamientos, ocupaba la identidad de este muchacho que venía siguiéndome por las redes sociales, pero no podía descubrirlo por mis habilidades informáticas. Sea quien sea, sabía mucho de mí y yo nada. Era una desventaja, pero lo mejor era tener paciencia y ser precavida. Me detuve en la parada del bus, aun existían estos transportes, algo mejorados pero anticuados, a su vez. Esperé unos diez minutos, recibiendo otro mensaje.

Chico: Reserve una mesa, pregunta por Scott.

No conocía a nadie con ese nombre, evidentemente era un acosador ¡Carajo! El bus llegó, subí y pague el recorrido. No tenía ganas de caminar, quería llegar pronto y sacarme las dudas de este muchacho misterioso. Tomé asiento, y le respondí sus mensajes, diciéndole que estaba en camino. Revise algunos mensajes de clientes para estar más tranquila, vi diseños y otras cosas necesarias para mi trabajo de los tatuajes. Luego, observé el camino hacia el bar y me perdí unos segundos conmigo misma. Bajé apresurada, casi pasándome de parada. Miré a mi alrededor, recordando el camino. Hace varios años no venía por esta zona, algo descuidada y con mucha gente que viajaba en el tren. Me encamine, siguiendo el GPS del celular ya que no quería perder más tiempo. Encontré el bar, a dos calles, era de fachada naranja con el cartel de un hombre con un sombrero de pescador y el nombre en letras verdes. Respire hondo. El momento había llegado. Ingresé, recibiéndome una muchacha de menos de veinte años, bastante bonita y sonreía con simpatía. Pregunte por Scott, ella asintió guiándome a la mesa correspondiente.

Vi a un joven hombre, de espaldas. La chica se retiro, dejándome a solas con él. Pase por su lado, tomando asiento. Cuando levanté mis ojos hacia él, creo que mi corazón se detuvo por varios minutos y mis ojos se abrieron para salirse de sus órbitas.

-¿Gabriel?-murmuré sorprendida.

-Tanto tiempo, Anara.

-¿Qué haces aquí?-dije sin salir de mi asombro.

Gabriel Halen era mi primer novio de secundaria, nuestra relación duro casi cinco años cuando tuvimos una fuerte discusión de ideas opuestas. Me quedé impresionada por su cambio de aspecto. Sus facciones eran duras, mostrando gran seriedad en sus cejas y su barba incipiente le daba un aspecto más maduro. Sus ojos negros me veían con calma, como si fuera que esperaba este tipo de reacción en mí, ¿Cómo no sorprenderme luego de perder el contacto por ocho años? Gabriel sonrió.

-Vine por negocios.

-¿Negocios...?-susurré algo desilusionada.

-Necesito tu ayuda por eso te cite-dijo con calma, arquee una ceja.

-Claro. Soy el trapo que limpia tus desastres, ¿no?

-No te desvalores tanto-dijo sonriendo.

-¿Para qué me quieres?

-Tengo un emprendimiento, te explicaré todo pero debes escucharme-dijo Gabriel esperanzado que no lo enviará al carajo.

Asentí hundiéndome de hombros, ya estaba aquí. Sin embargo, había una parte de mí que no quería irse con la curiosidad de oír su plan desastroso, que luego fracasaría y seguramente, me echaría la culpa de su error. Tomé la tablet que estaba delante de mí para elegir el menú, necesitaba calmar mis nervios con algo y que mejor que comer panqueques salados, con una limonada. Además, aquí preparaban platos veganos, era una suerte. Gabriel sonrió, tomando su tablet y decidimos almorzar mientras me comentaba sobre su nuevo negocio.

SociosWhere stories live. Discover now