II

10 1 0
                                    

Cuando empecé mi camino después de las escaleras me di cuenta de que no había ninguna persona, ni animales autos a lo lejos en la calle principal o ruido alguno mas que el del viento chocando los árboles. Debo aceptar que me resulto muy curioso porque era una zona donde el caminar predominaba junto con el ruido de alguna licuadora, televisión o estéreo proveniente de alguna casa, pero todo estaba desierto, no había rastro alguno de personas, en ese instante se me vino a la mente la idea de un pueblo fantasma, si mi mente podría imaginarse una cosa así, sin duda tendría la fotografía que mis ojos estaban captando. Mi andador no era la excepción, también estaba vacío, totalmente vacío, el silencio y la serenidad lo hacían muy notorio. Llegue a mi casa acompañada por el escalofrío que acariciaba aquella soledad de la cual quería huir. Mi casa era una dúplex, en la parte de arriba vivía una familia originaria de la ciudad de México y en la parte de abajo vivíamos Carlos, Francis, José, Noe y yo. Nosotros nos conocimos en el primer semestre de la carrera. Nos veíamos en el campus, en los bares por las noches y en las fiestas, rápidamente hicimos clic y decidimos buscar una casa para estar juntos y hacer mas llevadera la distancia que tuvimos que hacer de nuestra primera familia, ahora nosotros habíamos decidido hacer una segunda familia. Me seguía sintiendo incomoda, tenía la sensación de que alguien quería tocarme, empezando por mis pies subiendo hasta mi pecho, quizá haya sido la sensación del viento sobre mi cuerpo, pero esa misma sensación fue la que activo mi estado de alerta. Para poder entrar a la casa primero tenia que pasar un camino angosto debajo de las escaleras que daban para la casa de arriba, desde que abrí la reja de la casa mi brújula interna había empezado a moverse y no paraba, me sentía además de incomoda, desorientada lo cual por ese momento perdí por completo toda noción de lo que llevaba. Sabía que tenía puesta ropa y cargaba una mochila, pero no sabía de que color era mi ropa interior o lo que llevaba dentro de mi mochila. Me encontraba en la puerta de mi casa queriendo resguardarme de un lugar tan desolado como el que ahora se encontraba la colonia, pero no podía si quiera abrir la puerta, entonces escuche la voz de Carlos que provenía del interior de la casa, lo sé porque Carlos posee una voz de locutor que es parte de su atractivo, su voz es muy fuerte, penetrante y muy reconocible, aun que no pude escuchar con claridad lo que decía podía distinguir su tono de voz a través de la puerta, era el hablando. Hablaba dirigiéndose a alguien y sacando o metiendo cosas a una bolsa grande, eso era lo que el sonido sugería, porque ese sonido peculiar de plástico contra plástico es tan reconocible como el cantar de los pájaros o de igual manera al sonido que provoca una llanta en su frenado.

-Carlos no tengo mis llaves, ábreme por favor.

Y el sonido de la voz de Carlos como el del plástico contra plástico ceso, entonces sabía que me había escuchado y se apuraría a abrirme. Los segundos se hacían más lentos y sentía que el viento subia de velocidad, lo percibía por las ramas moviéndose, empecé a tener frio y a sentir que alguien me observaba desde una ventana, listo para salir a mi asecho, empezaba a inquietarme, podría ser el acto antes de la desesperación porque me sentía muy indefensa, y Carlos no habría, por lo cual repetí con más fuerza:

-Carlos en serio no tengo mis llaves, ábreme por favor.

y decidí volver a esperar, "Si me escucho" me decía a mi misma para intentar calmarme. Paso un lapso de tiempo y desde que evoque mi mensaje de ayuda no había vuelto a producirse algún sonido dentro de la casa, lo cual me hizo pensar que Carlos me estaba ignorando. Este pensamiento hizo que la desesperación se apoderara de mí, entonces baje mi mochila y me empecé a buscar mis llaves, no estaban en la bolsa donde siempre las ponía, seguía revisando las demás bolsas y no fue hasta que saque mis libretas que las encontré, estaban hasta el fondo de la mochila. Me sentía aliviada, sentía que la desesperación acabaría cuando lograra entrar a la casa, abrí lo más rápido que pude la puerta y cuando entre la desesperación muto a un enojo hacia Carlo por no ayudarme en un momento vulnerable para mí. Sentía como se apoderaba de mí, empezaba en mi estomago y poco a poco iba subiendo, lo sentía como una sustancia que satura mi cabeza, lo sentía más que el latir de mi corazón o el respirar de mis pulmones. Iba caminando hacia el cuarto de Carlos para enfrentarlo y decirle que tuvo que abrirme que me pudo pasar algo. Estaba enfrente del cuarto de Carlos y estaba lista para abrir la puerta de una manera brusca, justo antes de empujar la puerta, cuando mi mano tomo la madera, tenia un grito en mi garganta y lo iba a soltar en cuanto mirara a Carlos entonces en el instante en que abro la puerta:

-(CARLOS !!!) ...

Pero no había nadie, ni siquiera bolsas, su cuarto estaba perfectamente ordenado, inclusive su cama estaba tendida, Carlos siempre odio eso, pero lo hacia de vez en cuando. Mientras examinaba la habitación para comprobar que no se haya escondido de mí, un sentimiento de confusión remplazo al enojo que sentía hace apenas unos instantes y doy camino hacia mi cuarto, en cuanto estoy por dar un pie afuera de la habitación de Carlos, escuche en un susurro:

-Ahí viene, escóndete.

El enojo y la confusión desaparecieron como si se tratara de un cuarto oscuro al prender el foco, como si se tratara de la resistencia que posee el diente de león contra cualquier viento, como si se tratara de una gota de agua en el desierto. Se metieron a robar, fue lo primero en lo que pensé, seguido de, ¿Qué debo hacer? Al parecer estoy sola, son hombres. Grito para que mis vecinos, gente de afuera se preocupen y ¿vengan a mi ayuda?, ¿Me salgo y pido ayuda?, ¿Los enfrento?, ¿Me encierro, simplemente espero a que hagan su cometido?

No sé lo que paso por mi mente, ya no tenia el control de mi cuerpo, simplemente parecía ser un autómata, un robot programado para seguir instrucciones. Camine a la cocina lo mas sigilosa que pude, tome el cuchillo más grande que teníamos, igual de sigilosa que antes camine hacia el pasillo que posee los dos cuartos faltantes, en donde nuestro invitado hostil pensaba estaba. Llegue al final del pasillo con el cuchillo empuñado con mi mano derecha. Para mi fortuna, mi cuarto esta entreabierto, así que era el primero que revisaría, cuando puse mi mano derecha en la madera de mi puerta, el sentimiento de miedo se volvió apoderar de todo mi cuerpo, el tiempo se puso lento e inimaginables pensamientos corrían por mi mente, pero como dije, no tenia control de mi cuerpo. Abrí la puerta lentamente mientras estiraba mi mano con el cuchillo, entre poco a poco, no había nadie, mi cuarto estaba solo con todas mis cosas tal cual las dejé hace unas horas antes de partir.

Sudaba frio, el tiempo seguía lento, ¿serán más fuertes que yo? ¿Si pierdo nuestra confrontación me lastimarían? ¿Por qué no solo toman las cosas y se van? ¿Por qué tienen que esperar tanto? Un coraje lucho en mi cuerpo contra el miedo, mi coraje resulto ganador, mis sentidos me advertían que nuestro invitado se encontraba enfrente, en el cuarto de José. Seguía dudosa de la decisión que había tomado, pero para este punto ya no había marcha atrás. De un movimiento rápido y brusco, golpe la puerta con mi hombro, la puerta se abrió muy rápido e inmediatamente di un salgo hacia la cama de José mientras en el aire, estiraba mi mano con el cuchillo por si nuestro invitado decidiera ir hacia mí, caí muy rápido a la cama de José y para mi sorpresa, estaba nuevamente sola, me asome debajo de las camas y nada, no había nadie.

Me pare de la cama de José, la confusión volvió a apoderarse de mi pero esta vez era un poco diferente, era una confusión muy distinta, cuando quería mover mis pies solo lograba mover mis manos y recíprocamente, intentaba mover mis manos y solo conseguía mover mis pies. Hice un esfuerzo sobrehumano para poder desplazarme a la sala de la casa donde me senté en el sofá, tan aturdida, tan confundida que, en verdad ya no podía controlar las extremidades de mi cuerpo, menos mis pensamientos, ¿en verdad hubo alguien aquí?, los escuche, los escuche dos veces y no seguidas. Seguía sintiendo la sensación de que alguien me observaba, cerré los ojos para respirar hondo e intentar controlar el ritmo de mi respiración cuando volví a escuchar la voz de Carlos, esta vez se reía en un tono moderado y el sonido provenía de su cuarto. Sentí como una docena de agujas atravesaban mi corazón y no pude mas que llorar, tenia miedo, mis pies seguían sin reacción al igual que mis manos, solo podía apretar lo más fuerte que podía el cuchillo con mi mano. Abri los ojos, ahí esta inmóvil, sentada en la sala esperando a que este invitado no deseado se mostrara.

Ana FuentesWhere stories live. Discover now