CAPÍTULO 26

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El joven de orbes café estaba indeciso, temeroso de meter la pata y escojer la pregunta equivocada, pues solo una oportunidad estaba presente.

El atardecer continuaba avanzando sin prisa por el cielo nublado, pero lo que no sabía era que a cada paso, ligero y relajado que daba por su ruta destinada, oprimía y obligaba al pobre adolescente a tomar una decisión arriesgada, a maniobrar sobre la cuerda floja de las inseguridades y temores.

Sus dedos índices tamborileaban la parte tracera del celular, en la estropeada carcasa de plástico barato como si tuviesen la irrecistible tentación de escribir la primera opción que su mente les compartía. Estaba nervioso y no necesariamente por comenzar su turno en la pizzería esa noche.

Se obligó a conciencia de elegir rápida y sabiamente su siguiente movida, era como si estuviera jugando al ajedrez con su padre en los días de lluvia y su madre, sin saber cómo reaccionar observaba a ambos jugadores sacrificar y matar piezas, amenazar a los reyes y huir en caso necesario.

Con tiempo, algo faltante por razones obvias, meditó minuciosamente cada interrogante antes de escojer una.

Las opciones eran variadas pero la ayuda solo estaba en una de ellas, la información que requería se escondía detrás de una de esas interrogantes que revoloteaban incansables en su cabeza en espera de salir y ser libres. Todo quedaba en su capacidad de elección.

¿Que había pasado con los guardias anteriores?

¿Por qué el primer local "Let's Celebrate" cerró?

¿En qué mismo momentos los robots comenzaron a fallar?

¿Por qué los animatronicos actuaban raro durante la noche (y no solo por el "modo libre")?

Cada una de las preguntas, pensadas con un exceso claro de preocupación y temor, era azotada al poco tiempo después por una fuerte oleada de miedo, pánico por no poder cumplir con su "misión imposible". En eso deseó poder tener a su mejor amigo para que le ayudase a elegir, pero quedaba descartado al instante…«¡¿Robots que se mueven por las noches e intentan matarte cada vez que pueden?! ¡Deja de titubear y no hables pendejadas!» quizás no serían sus palabras pero en ese momento los nervios lo controlaban, incluyendo sus pensamientos.

No pasaron ni cerca de cinco minutos, cuando su elección fue asegurada con un rápido escribir y al cabo de unos segundos, su pregunta fue enviada. Ahora solo le restaba esperar la respuesta, pero no todo iba a ser tranquilo una vez seleccionada su interrogante pues le esperaban nuevos sucesos inesperados.

EN EL CHAT

-Una pregunta más Scott-.

-¿Desde cuándo los animatronicos están fallando?-.

(Scott leyó su pregunta instantáneamente, provocando que más nervios florecieran en su interior)

(Lo hecho, hecho estaba y como antes se mencionó, quedaba esperar a que su superior respondiera, acción que comenzó apenas recibió el mensaje)

(Su corazón dió un vuelco al leer por segunda vez la respuesta recibida. Estaba decepcionado)

SCOTT:No lo sé, no sabría decirtelo con seguridad.
SCOTT:¿A qué se deben tus dudas?

(Cuando finalmente creyó que todo terminaría con una respuesta concreta, una frase de apoyo que lo ayudaría a superar sus miedos, una pregunta lo desorientó y defraudó, y con mayor temor empezó a titubear de si responder o guardarse los comentarios)

(«No lo se» típica respuesta de alguien que no tiene conocimientos sobre la pregunta obtenida, pero lo que más le molestó fue recibirla de Scott, él era su superior, su jefe dueño de la empresa, y que desconociera por completo el origen del extraño comportamiento de los robots, lo descolocaba. Pero las cosas cambiaron al terminar su oración con:«No sabría decirtelo con seguiridad» eso daba a entender de que si lo sabía, o al menos tenía la ligera sospecha. Sin embargo, no podía preguntar pues su oportunidad se había ido)

FIN DEL CHAT

El joven castaño, indeciso entre dos opciones válidas se decidió por no contestar y dejar su respuesta en "Visto", molesto quizás era la palabra adecuada en ese momento pero el temor y nervios lo dominaban por completo, era como si ya no fuera el mismo. Suspiró para luego bloquear su celular y encaminarse, a paso seguro hacia el baño en donde tomaría una ducha.

Mientras se abrochaba los botones de la camisa verde pastel, propia de la empresa, pensaba seriamente en lo que haría apenas llegara el fin de semana, si podía sobrevivir otra semana más en ese maldito local. Suspiró cansado al obtener un pensamiento algo oscuro, justo antes de dejar el baño…

Su "muerte", de seguro iba a morir dentro de esas cuatro paredes a manos y dientes de esos robots, apodados injustamente asesinos. Por lo que recordaba de sus sueños, ellos han intentado, incansablemente, de acabar con su vida y no solo en aquel mundo al que solo se visita cada noche. La justicia no era aliada en sus decisiones de últimos días y daba la impresión de que eso, tarde o temprano, terminaría matándolo.

Ya dentro del vehículo, encendió la radio mientras conducía hacia su final; las oscuras visiones que su mente le proporcionaba se negaban a irse, haciendo que su mirada se tornará sombría, sería a pesar de algunos saludos de buenos samaritanos que lo dejaban pasar en su coche.

La oscuridad había caído en su totalidad, las farolas iluminaban las calles vacías como luciérnagas en el campo y las estrellas, guiadas por la luna eran dueñas de todo el cielo como actores en un teatro en su momento de máximo esplendor.

El joven adolescente estacionó justo frente a la pizzería que se regia con orgullo en el bosque de cemento y asfalto, claro que los árboles cumplían con su parte del trato decorando la ciudad con sus verdes hojas a cambio de recibir buenos cuidados por parte de la municipalidad y sociedad. El chico bajó del vehículo para luego comenzar la cuenta regresiva a su tortura.

SPARTA:Aquí vamos otra vez…

Exclamó en un hilo de voz, apenas vio por sexta vez a los animatronicos que descansaban en el escenario de madera, cabizbajos, claramente apagados.

Sus pasos resonaban por todo el lugar y la luz de su linterna danzaba de mesa en mesa, de baldosa a poster, de dibujo a silla, hasta que por fin logró llegar a su muy preciada oficina, que echaba de menos cada vez que tomaba asiento en la mesa de su hogar…notase el sarcasmo e ironía que cada palabra poseía con poder.

Su corazón, acelerado como el correr de los segundos estando allí atrapado, deseaba escapar de su pecho y correr hacia la salida para no volver, o al menos buscar algo no tan estresante como el trabajo de sus sueños, que notoriamente era el empleo de sus pesadillas…¿En qué estaba pensando cuando quiso entrar en la empresa como guardia nocturno?

El reloj dió inicio a su turno.

UNA NOCHE MAS//AU//compadretes y fnafWhere stories live. Discover now