CAPÍTULO 16

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Camino a la clínica de nuevo, todos iban comentando sobre el estado en el que se encontraba Esther. Yo preferí no comentar nada, lo que se dijo en ese lugar no debe salir de allí.
Entramos de nuevo a la sala de grupo en donde todos nos acomodamos de nuevo para recibir la terapia grupal que no debe tardar.

—El día de hoy, todos ustedes realizaron una acción de mucho valor. Todos se unieron para ayudar a alguien que probablemente está pasando por una situación similar a la que ustedes pasaron o están pasando —. Nos mira a los ojos a cada uno de nosotros para analizarnos— Me siento sumamente orgullosa de cada uno de ustedes. Me parece que esto va a ayudarles en su progreso. Quiero que analicen: qué sintieron al estar en ese lugar, visitando a alguien que se siente como ustedes en su momento lo sintieron. ¿Vieron todo desde una perspectiva distinta? —. Señala a Damián con la mano para que él de su opinión.
—Yo creo que sí. Fue como si nos dieran una lección, a pesar de no ser tan amigo de Esther, pude sentir desesperación por verla en ese estado y no poder hacer mucho.
—Por primera vez, al menos en mi caso, estuve en la posición contraria. Es como si me hubiese visto a mí mismo —Jorge aporta su opinión al grupo.
—Sí, fue muy fuerte mirarla en ese lugar. Digo, todos sabemos que estamos mal pero no  sabemos qué tanto, hasta que suceden este tipo de cosas —Diego se une al ruedo de reflexiones.
—Yo al principio no creí que fuera una buena idea pero, creo que la ayudamos a ella y al mismo tiempo nos ayudamos nosotros —Eli da por finalizado el ruedo.
Un silencio incomodo surge hasta que todos dirigen la mirada hacia mí esperando a que yo comente algo. Levanto la mirada y me acomodo en mi lugar; no quiero comentar nada, no me siento con el derecho de hacerlo así que me limito a contestar.
—Opino lo mismo —digo de manera neutral.
Lara se aclara la garganta para que le prestemos atención— Me alegra que todos puedan aportar algo a la clase. Como lo dijeron, ustedes se vieron reflejados y por un momento sintieron lo que sus padres, amigos y familiares sintieron cuando en algún momento los visitaron en un lugar similar —. Algunos agachan la cabeza como si cedieran a las palabras de Lara— De tarea, quiero que escriban en una hoja blanca, todo aquello que sintieron en la visita de hoy. Esos sentimientos que tienen en su interior y que quieren expresar. No importa que no esté bien escrito gramaticalmente, lo que me interesa es que plasmen lo que sienten —. Nos ponemos de pie dando por finalizada la sesión— Hasta la otra semana chicos.
Caminamos hacia la salida todos juntos. Eli me hace la mano para que la alcance, pero al mismo tiempo Lara me llama desde su consultorio, Eli se da cuenta y me señala que me esperará afuera. Cambio de dirección para entrar al consultorio de Lara. Al llegar, me invita a pasar y tomar asiento.
—Y bien Danger, hoy no quisiste comentar nada más en el grupo, así que cuéntame, ¿cómo te sientes? —. Apoya los codos sobre el escritorio y el mentón sobre sus manos.
—Estoy bien —, respondo con serenidad, pero Lara espera a que sea más expresiva— bueno, como dijeron los demás, me parece que Esther nos…
—No, Danger. Quiero que me digas tú, ¿qué sentiste de nuevo al estar en aquel hospital? Sé que para ti no es fácil haber estad —… Las palabras de Lara van disminuyendo en su tono, cuando mi mente regresa a ese momento en el que me encontraba en ese lugar.
Cuando sentí a Eider a mi lado y acarició mi cabello; cuando sentí su presencia, su apoyo. Para mí, él estaba allí, no hay nadie que me haga sentir lo contrario. Al mismo tiempo mi mente se transporta en las ocasiones en donde me tocó estar en esa incomoda camilla, en esos sombríos espacios en donde te deprimes aún más. Escuchas quejidos, gritos, sollozos, llantos, de las diferentes personas que deambulan por los pasillos; de personas que se encuentran internadas pero también, de los familiares. A esos que se les desgarran las entrañas cuando les dan aviso de que sus pacientes se han ido, o peor aún, cuando les dicen que sus esperanzas son nulas y deben pasar a despedirlos. En ese lugar, se escucha el primer llanto de la vida y en ocasiones, el último. Escuchas llantos de alegría, pero también de tristeza; escuchas historias desgarradoras, historias milagrosas, otras aterradoras.
Regreso a mi realidad cuando mi oído ya no escucha ruido. Levanto el rostro y miro a Lara esperando una respuesta mía. He perdido la noción de tiempo por un momento así que sacudo ligeramente la cabeza y respiro profundamente.
—Sí. Fue un tanto, difícil —, respondo con la voz ronca— no contemplé que podría afectarme o al menos recordar algunos momentos que pasé allí, y digo algunos porque en realidad fueron bastantes que no recuerdo  todos —. Lara asiente con la cabeza para que yo sigas— Desde el otro lado de la historia, también en muy deprimente, debo admitir —sonreímos por mi confesión— sin embargo, te hace reflexionar sobre algunas cosas que son ajenas a la persona a la que visitas.
—¿Cómo cuáles? —examina mi rostro.
—Pues, las situaciones de las otras personas. No sabes si esperan a un nuevo integrante, si están perdiendo uno o si esperan a que uno se recupere. Me parece que es un lugar muy melancólico para estar —respondo de manera neutral.
—Tienes mucha razón. No podemos saber por lo que están pasando las demás personas en ese momento. Me alegra que comiences a sentir empatía de nuevo —. Sonreímos a boca cerrada y nos ponemos de píe— Disfruta el resto de tu tarde, Danger.
Salgo del consultorio y camino por el pasillo hasta llegar a la salida. Empujo la gran puerta de cristal y al salir veo a Eli esperándome sentada en la acera, me acerco y se levanta. Ambas caminamos hacia el parque que está cerca de allí; en el camino vamos platicando un poco sobre lo que ocurrió con Esther. La tarde transcurre rápidamente, sin querer se nos pasó el tiempo.

SOBRIA, DANGER...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora