CAPÍTULO 35

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Al salir de hipnosis nuevamente comencé a sentirme con una debilidad que solo esas terapias me brindan. Mamá me dijo que si me sentía mal llamara a papá, no sé si lo ha hecho con intención o realmente no lo ha notado... ella me quitó el celular y no me lo ha devuelto. Debido a eso el terapeuta tuvo que llamarla a ella para que fuese por mí, así que mientras ella llega tengo que esperar dentro del consultorio.

—¿Cómo te sientes? —el terapeuta me ofrece un vaso de agua.

—Un poco mareada y confundida, es una sensación extraña —bebo del vaso pausadamente— ¿Es normal que me sienta así?

—Las reacciones son distintas dependiendo a cada caso. En tu caso es normal que te sientas de esta manera por todo el proceso que has ido atravesando.

—¿Y qué es todo lo que digo mientras estoy en ese estado? —le devuelvo el vaso vacío.

—Paciencia Danger, recuerda que no soy el único terapeuta que está llevando tu caso, por ende debo pasar nota a los otros dos especialistas para trabajar en conjunto y brindarte la mejor atención posible para tu salud mental. En caso de que te sientas mal o presentes algún tipo de lucidez es importante que nos lo hagas saber para ir ayudándote a esclarecer tu mente con cuidado, ¿está bien? —el terapeuta mantiene un tono ligero pero sumamente profesional.

—¿He dicho algo que no se? —insisto.

—Sí Danger, tu mente está comenzando a desempolvar todo aquello que ella misma había decidido guardar como defensa propia. ¿Has tenido algún tipo de recuerdo?

—La verdad es que no, bueno... hay momentos en los que veo situaciones pasar por mi cabeza, pero son muy rápidos y no logro centrarme en alguno.

—¿Qué tipo de momentos? ¿Involucran personas?

—No lo sé, son muy rápidos pero sé que sí veo a personas que me rodean o rodeaban constantemente. ¿Debo intentar retenerlos?

—Paciencia, por ahora estamos en un análisis y cuando tengamos todo más sólido vamos a pedirte que comiences a hacer esfuerzo con nuestra ayuda.

Asiento con la cabeza aceptando aquello, creo que es lo correcto por ahora. Escucho el claxon del auto de mamá y salgo del consultorio.

—¿Puedes llamar a tu madre por favor? —el terapeuta interviene antes de que yo salga por completo.

Asiento de nuevo y salgo de ahí para avisarle a mamá. Mientras ellos conversan yo me subo al auto mirando por la ventana como ellos hablan, mamá parece seria y por momento da respiraciones profundas y asiente.

Mamá llegó directo a casa y ya no volvió a irse; en cambio Di, no estaba cuando llegamos, tan solo un rato después Susy llegó sola de nuevo. Cenamos las tres juntas en un silencio incomodo, básicamente nadie mencionó nada, tanto que incluso por un momento pensé en mencionar lo que fuera pero me cohibí como siempre. Apenas terminamos de cenar y cada quien se fue a su habitación, excepto yo porque quería quedarme a mirar que mamá ingiriera sus somníferos, lo cual hizo tan solo un momento antes de irse a su habitación para descansar; en cambio Susy se fue directo, también parecía agotada. A pesar de que mamá ya se había dormido quise quedarme un rato más para asegurarme que Di llegara a casa y subiera a su habitación para que después de un rato yo pudiera fugarme. Mi sorpresa fue cuando habían dado las 12:00 de la noche y no había señales de que él llegaría lo cual fue muy extraño. Como si mi intriga fuera bastante, vi a Susy bajar de las escaleras con la pijama puesta, al verme se sorprendió un poco pero siguió su paso a la cocina en donde la alcancé con la excusa de ir por un vaso de agua.

—¿Todo bien? —pregunto sigilosamente.

—Sí, es solo que tengo un poco de insomnio —responde sin mirarme a la cara preparando la cafetera para hacerse un té.

SOBRIA, DANGER...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora