Capítulo 63

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20 de junio, New York, 1959.

Lauren no podía creer aún que llevara tanto tiempo trabajando en la juguetería. En realidad, jamás pensó que iba a trabajar en algún sitio, así que eso no hacía más que incrementar el orgullo que sentía hacia sí misma. Alexander no hacía más que decirle que se sentía el hombre más afortunado del mundo por tener una hija como ella y a veces no sabía cómo reaccionar a eso. Sus padres adoptivos no eran muy comunicativos, pero siempre tenían gestos hacia ella que le demostraban que la querían. Su madre siempre la abrazaba y su padre, cada vez que iba a darle las buenas noches, le daba un beso y un abrazo apretado. Acostumbrarse a esta nueva dinámica familiar nunca estuvo en sus planes. Aun así, no se quejaba. Era lindo saber que tienes a alguien que te quiere incondicionalmente.

Alexander también le contó que Jessica ya sabía de su parentesco. Le preguntó por la forma en que se lo había tomado y le dijo que lo había hecho bastante bien. Incluso le habló de organizarle una fiesta por su cumpleaños. Lauren no se esperaba aquello, así que le pidió un día o dos para pensárselo. La última fiesta que habían organizado en su honor corrió por cuenta de su querida “madre” y muy bien no había salido. Además, no sabría a quién invitar. Su grupo de amigos se limitaba a Ally, Jeff, Rick y Rosie. Les había tomado mucho aprecio en ese poco tiempo y eran lo más cercano a la amistad que había tenido en varios años. Los demás serían invitados de parte de Alexander y no quería para nada tener que soportar a la misma gente voluble y superficial que acudían a ese tipo de celebraciones. Suficiente tenía con haber vivido con Eva Green de Jauregui y haber soportado a las estiradas de sus amistades. Tenía que aceptar que de todas, la única que le caía bien de verdad era Cate Blanchett-Winslow, debido a su sentido del humor seco y por burlarse abiertamente de su “tía”. Aunque eso jamás lo admitiría en público.

Otra cosa que mantenía su mente ocupada era Ruth. A veces se sorprendía a sí misma mirándola más de lo normal. Le gustaba la amabilidad con la que trataba a todos los clientes y la calidez que emanaba su sonrisa cuando saludaba a los niños pequeños. Era muy bella y el uniforme de la juguetería destacaba aún más aquella belleza. Aun así, sabía que lo que estaba haciendo estaba mal. No podía mirarla de esa manera. Ni siquiera sabía si a ella le atraían las mujeres. Sin embargo, en más de una ocasión había visto a Ruth mirándola de lejos con la misma intensidad que ella. A Alex no le había contado acerca de ella, porque no sabía qué tipo de reacción recibiría de su parte. No estaba preparada aún para recibir consejos de ese tipo de su parte. En esos momentos era cuando deseaba tener una figura materna a su lado. Quizás sería más fácil hablar de aquello.

Estaba pensando en ella, cuando se la encontró en el vestidor del lugar. El turno de Lauren aún no terminaba, pero se había arrancado del salón en el momento preciso en el que un niño había comenzado una pataleta. La mujer ya no llevaba el uniforme de la juguetería. Se lo había cambiado por una falda entubada de color turquesa y una blusa de seda blanca, las cuales combinaban bastante bien, resaltando su figura. El cabello lo llevaba suelto y el maquillaje sobrio, destacando como siempre sus ojos azules. Al parecer, no esperaba encontrarse con ella, ya que pegó un salto y se llevó una mano al pecho. Lauren no pudo evitar reírse y Ruth, después de eso, soltó una carcajada y le dio un golpe juguetón en el hombro.

— No sabía que era tan fea como para asustarte, Ruth. — dijo la chica impulsivamente.

— Eres de todo menos eso, Lauren. — replicó la mujer posando su mirada penetrante en ella.

La chica se sonrojó cuando dijo eso y bajó la mirada. No sabía cómo reaccionar ante ese tipo de comentarios. Ni siquiera con Camila sabía hacerlo. Ruth posó sus dedos bajo su mentón y elevó su rostro. Lauren sintió cómo su respiración se aceleraba ante ese toque e inevitablemente posó su mirada en los labios de la mujer. Esta pareció recapacitar, ya que le dedicó una sonrisa de lado y quitó sus manos de allí. La chica sintió que se sonrojaba aún más.

Smoke Gets In Your EyesOnde as histórias ganham vida. Descobre agora