Hinata

751 15 3
                                    


Daichi siguió guiando a Hinata hasta que llegaron a la sala del equipo de vóley, una vez allí lo soltó mientras cerraba la puerta. A diferencia de Kageyama, Hinata sí que había sido azotado alguna vez de pequeño, por su madre cada vez que se metía en líos por su impulsividad. Ahora ya hacía bastante tiempo que no le daba un azote completo pero si alguna nalgada de advertencia de vez en cuando para mantenerlo a raya. Pero una cosa era su madre, y otra era que el capitán de su equipo al que tanto admiraba fuera a calentarle el trasero.

Por otro lado, Daichi iba pensando cómo hacer eso, aunque se alegraba de tener a su equipo completo para jugar el partido, no tenía ganas de azotar al pequeño rematador.

- ¿De verdad me vas a azotar Daichi? Yo....ya estoy grande para eso...- dijo el pelinaranja con su mejor cara de pena.

- Si, te lo has buscado Hinata. Y no sería justo que solo Kageyama fuera castigado, ¿no crees?

Este argumento acabó de convencer a Hinata, que bajo la cabeza aceptando que eso iba a ocurrir. Observó con horror como el capitán movía una de las sillas al centro de la pequeña sala y se sentaba en ella haciéndole señas al rematador para que se acercara.

- Escuha Hinata, yo tampoco quiero hacer esto pero va a suceder, así que ponme las cosas fáciles y no me hagas ir a buscarte. Ven aquí, comportarte como un hombre y túmbate sobre mi regazo. Pronto habrá acabado todo y estarás perdonado.

El pequeño se acercó con pasitos cortos hasta llegar al lado de Daichi. Queriendo acabar cuanto antes se tumbo rápidamente sobre su regazo. Sus pequeño cuerpo flotaba en el aire ya que no conseguía tocar el suelo ni con las manos ni con los pies. Se sintió más pequeño que nunca sobre los fuertes muslos de su capitán esperando el primer golpe. Daichi puso un brazo alrededor de la pequeña cintura de Hinata para sujetarlo y levantó la mano por encima de su cabeza, suspiró antes de bajarla con fuerza sobre el pequeño trasero. Sonó un potente PLAS que hizo más ruido que daño pero que sirvió para sacar un pequeño gemido de Hinata. A este le siguieron muchos más que caían con ritmo y fuerza sobre el trasero del rematador. Cada vez le costaba más estarse quieto y callado y, pronto empezó a soltar grititos con cada impacto.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

- Owww...Daichi....auuu...duele...ay....

A Daichi se le encogía el corazón con cada quejido de Hinata, pero se forzó a ser fuerte y acabar lo que había empezado. Con una determinación que no sabía de donde había sacado, bajó el pantalón de chándal de Hinata, revelando sus calzoncillos y un poco de piel rojiza que salía por donde la tela no cubría. Le sorprendió que el rematador no se quejara al perder la protección de sus pantalones pero lo que lo descolocó fue escuchar un sollozo. Hinata estaba llorando, Daichi era el culpable del llanto del m¡niño. Casi lo detiene ahí, pero algo se lo impidió. Cerró los ojos con fuerza, volvió a suspirar y bajó la mano con un poco más de fuerza que antes.

PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS,PLAS, PLAS

- Aiii....snif....auuu....buaaa

Después de esa ráfaga de afilados golpes, Hinata se había roto y había empezado a llorar. No se movía, no trataba de escapar, no pedía que se detuviera, solo estaba ahí aguantando su castigo hasta que el capitán parara. Daichi le dio unos golpes duros más y observó el rojo furioso que asomaba en los glúteos de Hinata dónde el calzoncillo no le protegía. El capitán decidió que iba a acabar ya, tiró un poco más arriba de Hinata y apuntó los últimos golpes en el lugar de sentarse del pequeño rematador.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

Los gritos de Hinata fueron desgarradores, una vez acabó, Daichi le subió el pantalón y sintiendo lágrimas en sus propios ojos, lo levantó de su regazo y lo abrazó con fuerza. Hinata se dejó mimar por su capitán, por fin había acabado de castigarlo. Daichi le acarició la espalda y el cuello hasta que estuvo calmado, entonces lo apartó de su pecho y le preguntó:

- ¿Por qué te he castigado?

- Por pelear con Kageyama en vez de hablar con él directamente.- respondió con la voz entrecortada. Entonces un sollozo grande se escapó de su garganta y con nuevas lágrimas dijo

- Lo siento mucho Daichi, por favor perdóname, no me odies

Y Daichi se derritió, asegurándole que nunca podría odiarlo, lo abrazó nuevamente. Cuando se calmó y dejó de sollozar, acompañó a Hinata al gimnasio de nuevo.

Haikyuu spankingWhere stories live. Discover now