Capítulo VI

1.4K 164 5
                                    

"Ven a las 12 de la noche al bosque son las palabras que resuenan en mi cabeza cuando llegó al entrenamiento de hoy.

—Aurora — me llama Ciara llegando hasta donde estoy.

— Hola — contesto sonriendo.

— ¿Te pasa algo?— pregunta inspeccionando mi rostro en busca de una respuesta.

—No.

—Sabes que puedes contar conmigo para cualquier cosa ¿verdad?— habla dándome una sonrisa amigable.

Lo sépero no creo que ella se lo llegue a tomar bien uno, que este investigando mi pasado algo que desde entramos acá fue prohibido, algo que no sé porqué, nada más nos dieron una absurda respuesta, de que los sentimientos anulan el juicio y segundo, que esté hablando con aquel ser que debería haber matado desde que lo conocí, pero a decir verdad, Marcos no me pareció mala persona como estás personas nos hacen creer que son los fríos.

— Lo sé.

-Chicos hoy tendrán clase de historia, así que vayan a las instalaciones de estudio- habla Darío.

(...)

Hace miles de años la especie de los fríos ha existido, se expandió como una plaga entre nosotros tomándonos como sus títeres donde podían hacer con nosotros lo que querían, pero eso se detuvo cuando apareció Francis Roswell él primero de nosotros — empieza a hablar la señora Sefora.

— ¿Cómo se desató el odio hacia ellos?— pregunta Scott el más joven de nosotros.

—Sucedió cuando ellos maratón a la esposa e hija de Francis, sin encontrar sentido del porque — contesta la profesora.

No sé porqué, pero dichas palabras me resultan puras patrañas, puede que el instintivo del frío sea matar, pero no creo que lo hagan por querer, son seres como nosotros tal vez no tengan alma para expresar los sentimientos como nosotros, pero no pienso creer que acabaran con una familia porque sí, siempre hay un motivo oculto en las acciones.

— Como saben hay varios métodos para acabar con ellos, como nuestras balas hechas de plata o con las dagas que serán otorgadas a cada uno de ustedes con un deber- dice Sefora mostrándonos su daga.

—¿Y el ajo y las estacas de madera? — pregunta Clío.

—Eso está totalmente descartado, ellos no huyen con esos simples objetos tan absurdos.

(...)

Son las 11 de la noche, es decir que faltan de menos sesenta minutos para encontrarme con Marcos en el bosque, ahora el problema que presentó es que para la desgracia de mí, hoy nos dieron la tarea de hacer guardia toda la noche en los alrededores del pueblo y para colmo es en parejas así que para poder huir de todo esto tengo que ver como distraer a Robert.

— Deberías sentirte importante que te hayan puesto conmigo — habla Robert con su lado egocéntrico.

— Demasiado — digo para que no siga hablando de lo grandioso que es.

— ¿Qué haremos estas 6 horas?— pregunta sentándose en una banca del parque, sí nos tocó vigilar el área del parque, aunque díganme ¿Quién transita a estas horas por el parque?

—Vigilar.

— Aguafiestas.

—¿Qué quieres que diga? ¿Qué busquemos peligro o algo así por el estilo?

—No estaría mal combatir con algunos bichos raros que nos rodean.

—Yo no estaría tan segura.

—Ay, vamos, no me dirás que te dan miedo ellos.

— Te recuerdo que no podemos tener sentimientos, ni emociones, así que no, no tengo miedo, Robert— contesto alejándome un poco de él en busca de una forma de escape.

Miro la hora en mi móvil viendo que son las 11:10 pm, sólo han pasado diez míseros minutos que para mi gusto se han hecho eternos.

— Aurora — empieza a llamar Robert.

— No empieces con tus estupideces — digo aun pensando en un plan.

— Aurora — vuelve a llamar Robert.

Esta vez lo ignoro, es tan molesto cuando le agarra esa jugadera.

—¡¡Aurora!! — grita esta vez.

—¿Qué carajos quieres?— Grito desesperada volviéndolo a ver con una cara de asustado.

No habla solo levanta su dedo en una dirección dónde se pueden percibir dos sombras merodeando a una chica que viene caminando de manera rápida.

—¿Para eso me debes gritar?—  le preguntó enojada.

—No sólo por eso, sino por aquellos ojos rojos que no nos quitan un ojo de encima — habla señalando a una banca que se encuentra a unos treinta centímetros de nosotros.

Esa mirada hace que me ponga en mi estado de alerta.

—Y me lo dices hasta ahora.

—Pensé que eso era lo que veías.

Que tonta he sido por estar pensando en lo del bosque no me percate de ello.

— ¿Qué hacemos?— pregunto en la búsqueda de algún plan.

—¿Qué te parece su yo voy por la chica y tú vigilas al sujeto?— habla mirando hacia donde viene la chica.

— Me parece fantástico—digo dándole una sonrisa que se torna en una mirada de odio — si serás idiota o ¿Qué?, te recuerdo que si es un frío no será fácil de evadir, mientras tu vas por la chica, puede que él sea más rápido y te mate.

—¿Entonces qué hacemos?

—Esperar que de algún paso en falso.

De un pronto a otro una melodía hace eco en el lugar la cual no encuentro la ubicación de dónde proviene.

— Genial, ahora los fríos tienen celular — dice Robert.

Estrellita, ¿dónde estás?, quiero verte alumbrar en el cielo y en el mar – suena en aquella melodía de un tanto familiar.

Mamá, mamá — habla una dulce niña de ojos grises.

¿Qué pasa mi niña?— habla un joven mujer con cabello café con un paño de cocina en sus manos.

Tengo miedo — dice la niña con los ojos cristalizados abrazando fuerte su conejo de felpa.

No hay que tener miedo, pequeña Sol— le dice su madre a la niña.

Mamá, ¿cuándo vuelve papá?— pregunto la otra niña de ojos verdes.

Pronto, querida Luna — dice la voz que tanto he escuchado toda el principio de mi vida.

Nos lleva a las dos a la cama, cobijándonos y nos empezó a cantar una canción de cuna para que nuestras mentes descansarán 

¿Mamá eres tú?

—¿Mamá eres tú?

Ups! Ten obraz nie jest zgodny z naszymi wytycznymi. Aby kontynuować, spróbuj go usunąć lub użyć innego.
El secreto de la Luna Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz