Pesadillas del Nirvana

2 0 0
                                    

Puedo recordar perfectamente ese momento, el segundo exacto en el que ese maldito anciano que se hacía llamar mi padre clavó esa cosa en mi espalda, mientras disfrutaba cómo yo no me dí cuenta de esto hasta morir en la calle cómo un perro, y lo que es peor, recuerdo lo que sucedió después...

El interior de un castillo de Cristal, quizá el salón principal, un niño de unos 10 años estaba sentado en un enorme trono con su estúpida mirada de psicópata sobre mi, y lo dice alguien cuyos ojos parecían atravesados por dos líneas horizontales y escuchaba voces cuando estaba en aprietos, podrán imaginar lo tétrica qué fue la escena.

Vestía una camisa larga y totalmente blanca al igual que sus cabello y sus ojos, que era cubierta por un chaleco negro y corbata roja, era cómo un mocoso jugando a ser camarero, por si fuera poco, sus pupilas tenían forma de diamante, y me miraban con una curiosidad enfermiza, lo que era mejor a cómo lo habían los otros cinco sujetos a sus espaldas, siendo honesta no me interesaban demasiado así que olvide su apariencia, pero me odiaban, eso seguro.

No haré el cuento largo, ni a ustedes les interesa saberlo ni a mi contarlo, aseguro ser Dios o algo así, curioso, nunca fui una gran creyente, y necesitaba de mis poderes en un "juego", dijo que le parecía interesante y que decidió por primera vez en la historia revivir a una mortal, y aún más a una vampira/hada, para ser su as bajo la manga, lo que fue escalofriante, tenía un acosador celestial, cómo podrán imaginar, a los "ángeles" no les gustó eso, y me daba igual, sabía porque me necesitaba, yo tenía la mejor regeneración del mundo, de hecho, si mi padre no hubiese sido tan especifico con su arma me hubiese curado y le patearía el trasero como nunca, el qué una deidad, en la que no creía irónicamente, me dijera que yo era necesaria para lo que sea que estuviera planeando, incluso con sus perras ángelicales rogando lo contrario, hacía obvio lo que tenía que hacer, disfrutar cómo los celos los consumían por dentro.

En cualquier caso, encargarse de unos cuantos enemigos de ese enano no podía ser tan malo, y aunque le fuera, era mejor que morir, así que acepté, con tres condiciones, primera, no pasaría mis días en un pretencioso castillo de cristal, estaría en el mundo humano mientras no tuviera misiones, segunda, no era mi intención arrodillar me ante nadie, si, seguiría sus ordenes, pero mi vida me pertenecía sólo a mí, y por último... Quería unos minutos a solas con mi padre.

Nunca olvidaré la retorcida sonrisa que se hizo en su rostro, marcas aparecieron en mi cuerpo, desde mi rostro a mis tobillos, con forma de hilos cociendo mi piel, sólo eran tatuajes, pero junto a la infantil apariencia que de por si tenía, me hacía ver cómo una muñeca creada por Stephen King, los humanos tenían una versión de Dios bastante alejada a la realidad.

El tiempo pasa inusualmente rápido en ese lugar, creó haber escuchado a alguien llamarlo Nirvana, no es mi estilo, pero era mejor que decirle "allí " todo el tiempo, creó que pasó una semana, me tomé mi tiempo para encontrar la casa, tan asquerosa cómo siempre, de una patada, mi pié partió la puerta de madera podrida, el sonido fue desagradable, pero la expresión de terror en su rostro me alegró el día, al principio se hizo el valiente, "eras una deshonra, hice lo que tenía que hacer", ¿que mierda es esa a él lo expulsaron y yo era la deshonra?.

Se abalanzó sobre mí, el conocía mis poderes, si me hacía sangrar era su fin, así que probablemente su única neurona pensó qué era buena idea derribar me, no lo fue, le di un puñetazo tan fuerte que pude sentir los huesos de su rostro, se tambaleó por un largó tiempo, el cual yo me reí cada segundo, no podía ser mejor, pero lo sería, sujetando su desgastada camisa, lo arroje a la calle, era de día, y en Brooklin el calor era arrasador.

Gracias a mi madre, el sol no me afectaba, además personalmente creó que debe tener relación con mis ojos, pero que importa, mi padre no lo era, su piel empezó a quemarse, dejando su carne expuesta, me recordó a los libros de anatomía que solía ver cuando aún iba a clases antes de unirme al club de stripers, cada hueso, vena y músculo visible, el idiota intentó huir, así qué sujete sus piernas, lo que quedaba de ellas, y las arranque de su cuerpo, lo más lentamente posible, para que pudiera sentirlo, el sonido de sus rodillas desgarrandose tejido por tejido era el mejor, con sus brazos, se arrastro lo más que pudo, hasta volverse polvo, mucha gente observó lo que hice, pero nadie hizo nada, justo cómo conmigo en ese entonces.

Sé lo que estarán pensando, ¡¿que demonios le pasa?!, la verdad es lógico cuando lo piensan, ese tipo era el padre de Damián, no de Dalia, y desde entonces, esa era mi identidad, pude desear renacer cómo una chica, o ser millonaria, pero no quería que un mocoso retorcido me diera nada, yo vivo por mi misma.

Unos meses después me enviaron a Londres, por algunos días no supe que hacer, no era totalmente horrible volver a bailar, pero parecía algo aburrido a estas alturas, fue entonces cuando se me ocurrió vender información, la ubicación de algunos ataques, rumores de las demás razas, y algunos escondites a los novatos sin lugar a donde ir, por supuesto no era gratis, en su mayoría pagaban en efectivo, otros con drogas que por cierto eran mis clientes favoritos, y unos pocos intercambiaban información, uno de ellos me habló de la hija de Afrodita, me pareció una chica interesante así que fui a verla, me agrada, pero es demasiado inocente, es obvio que nunca tuvo que arriesgar su vida, pero según mis fuentes los clanes de origen demoníaco se estaban saliendo de control y ella no hace nada.... ¿Saben qué ? Es su maldita vida,no es mi problema.

Una noche, de camino a verla un imbécil intento robarme, un humano, casi me dio lastima estrellar su cabeza contra la pared hasta que reventó cómo un globo, tomé su arma y cuando pasó mucho tiempo sin clientes y necesito dinero...Pueden imaginar el resto ¿cierto?, y así llegamos a este momento.

Tomé el tren para regresar a mi apartamento, odio el frío de este estúpido país, a las hadas los cambios de clima nós afectan bastante, si ese bastardo mocoso realmente es Dios, ¿le costaría darnos una calefacción?, en su defensa, sólo llevo mi típico top blanco y short corto del mismo color, cómo sea, una chica cómo de mi edad se sentó algunos asientos adelante, vestía un suéter largo negro con una capucha que cubría la mayor parte de su rostro y unos zapatos sencillos azul eléctrico , gracioso, el suéter cubría la mayor parte de su cuerpo, era demasiado grande, y su cabellera rubia se asomaba por debajo hasta rozar sus pantorrillas, jugaba en su teléfono sin prestar demasiada atención, por desgracia para ella, no tuve clientes esa semana, y ella era la presa perfecta.

La seguí cuando llegó a su estación, de cualquier forma, por un golpe de suerte, quedaba cerca de casa, todos los chicos e incluso algunas chicas clavaban sus ojos en ella, si no me hubiese dado cuenta de que también lo hacían conmigo, hubiese empezado a odiarla, al regresar tuve que usar una runa especial para esconder mis recientes marcas, ya que eso según me enteré delataba a las armas secretas del niño, y cómo informante, nadie debe saber de qué bando estoy, al parecer hay más cómo yo corriendo por ahí, al menos algo así, ya que soy la única a la que han revivido, los ángeles se aseguraron de ello.

La idiota estaba tan concentrada en su teléfono que nunca pudo notarme, pobre chica, en mi ciudad ya la habrían violado y asesinado, parecía buscar algo, cómo si no pudiera ser mejor, entró a un oscuro callejón, aproveche el momento y con mi brazo rodeé su garganta, apuntándo el arma a su cabeza con la otra, ni siquiera se resistió, otra princesa que lloraría hasta orinarse encima.

-El dinero o la vida perra.

-Oh, ¿en qué clase de mundo vivimos ? Atacando a una chica débil e inocente...

Estaba demasiado tranquila, ¿se habría paralizado?, llámenme loca pero juro haber escuchado que se reía, su capucha aún cubría su rostro y su cabello me hacía cosquillas, antes de poder responder, la zorra apretó mi brazo con su pequeña mano y tras oír un "clic", apenas entonces noté que estaba fracturado, estaba por disparar, hasta que pisó mi pie con fuerza y me hizo retroceder, ya libre, sujeto la mano que aún sostenía el arma y con un movimiento que no logró comprender, la hizo girar hasta que uno de mis huesos se asomó por mi muñeca atravesando la piel, liberando sangre entre las aberturas de la herida, mis brazos eran inútiles ahora, fue cuando pude ver los plateados ojos con marcas de Cruces invertidas bajo estos que me veían ferozmente, esta chica era peligrosa, incluso me había quitado el arma y me apuntaba con ella, jaló el gatillo sin dudar, con una gran sonrisa en su despreciable cara.

-¡Baam!

Crystal HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora