"Muñeca de trapo"

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Es algo extraordinario como la sociedad puede cambiar tus ideales, truncar tus sueños e incluso ser tu principal enemiga, si no tuviste armas para crecer tanto física como moralmente, serás el factor principal de tu destrucción

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Es algo extraordinario como la sociedad puede cambiar tus ideales, truncar tus sueños e incluso ser tu principal enemiga, si no tuviste armas para crecer tanto física como moralmente, serás el factor principal de tu destrucción. Una tarde mientras el sol estaba a punto de ocultarse detrás de las montañas, en una pequeña casa a quince minutos del centro de Ambato, una alegría inmensa llegó a iluminar la vida de doña Manuela y don Juan Troya, personas que a pesar de estar pasando una crisis económica muy fuerte no dejaban de lado el amor y el calor de su hogar.

Nació su primera y única hija a quien sin más tardar bautizaron con el nombre de Alelí, sus padrinos doña Rosario Zapata una mujer dulce, amante de la música clásica y su esposo don Augusto Mera, que aun siendo un hombre íntegro y severo, amaba a su familia y ahora se comprometía a velar por que Alelí creciera en gracia y valores.

Muy contentos se encontraban de apadrinar a tan linda niña, así que empezaron por regalarle un pequeño presente, doña Rosario sabía que para cuando Alelí creciera jugaría con muñecas, fueron entonces a una tienda y en el aparador se podía apreciar a un pequeña muñeca de trapo de cabellos negros de lana y un vestido azul grana, sin nada que esperar la compraron, e inmediatamente se la llevaron para Alelí, pronto cumplía ya los tres años y muy contenta empezó a jugar con aquella muñeca.

Cierto día estaba doña Manuela sentada en el banco del pasillo, tejiendo un saco para su esposo, mientras Alelí correteaba y gritaba jugando con su muñeca tirada de los cabellos, había encontrado un cuchillo con el que doña Manuela cortaba los hilos sobrantes de sus chambras, lo tomó y empezó a hacer gestos como cortar los brazos de la muñeca. Percatada doña Manuela le retiró el cuchillo y regañó a la pequeña, que esta con lágrimas en los ojos continuó correteando por los pasillos. Más tarde llegaba don Juan muy agotado del trabajo y se sentó a merendar, su esposa le sirvió un tazón de barro lleno de sopa de morocho hirviendo, Alelí muy feliz de ver llegar a su padre corrió a sus brazos y al tratar de llamar su atención tiró del mantel y el tazón de sopa cubrió su rostro, aun así trataron de curar sus heridas pronto pero, nada funcionó, pasaba el tiempo y aún quedaba una cicatriz enorme en su rostro.

Al cumplir los cinco años papá y mamá la llevaron a realizar las compras de la semana pero, al cruzar la calle Don Juan fue arrollado por un autobús, tardó poco en llegar la ambulancia y se lo llevaron al hospital más cercano, no resistió y finalmente su corazón se dejó morir. Desde ese momento doña Manuela pasó a ser padre y madre para Alelí, a dedicarse más a trabajar y poder sustentar a su hogar, con coraje y amor para que aun con la ausencia de Juan supieran sostenerse, encontró trabajo en la casa de la familia Cervantes, una familia muy adinerada y bien acomodada, no ganaba mucho, pero lo poco que recibía cubría salud y vestimenta para su amada hija.

Manuela ganó confianza con sus patrones, mientras tanto Alelí cumplía seis años y era momento de entrar a la escuela, su primer día de clases toda entusiasmada asistió, pero nadie se le acercaba, la miraban muy extraño pero, pensó que solo era porque nadie aun la conocía. Al salir al recreo se sentó bajo un árbol a comerse lo que mamá le había enviado en la lonchera, y en esto un niño se le acercó, su nombre: Josué, con un gesto de odio en su rostro la recriminó diciéndole que era un monstruo, una niña fea y que nadie en la vida la querrá jamás.

Muy triste se dio cuenta entonces que aquellas miradas extrañas se debían mucho a su cicatriz en el rostro que ni el maquillaje pudo borrar, regresó a casa pero no tuvo el valor de contárselo a su madre, solo abrazó a su gato y con lágrimas en los ojos quería en lo más profundo de su corazón, morir.

Ese fue el inicio de una vida totalmente solitaria, todos la excluían y era el patito feo de la sociedad, quizá le resultó fácil ser fea al menos no sufría desamores como sus amigas las bonitas. Pasó el tiempo Alelí cumplía sus 14 años y doña Rosario que muy apenada contemplaba la soledad de su ahijada pensó en gastar todos sus ahorros en una cirugía en la que su cicatriz desaparecería, y así fue.

Tiempo después de la cirugía era momento de retirar las vendas y ver el resultado de un rostro sin una cicatriz, se miró al espejo y muy satisfecha y feliz pensaba que ahora su vida sería diferente.

Al volver al colegio todo el mundo quedaba impresionado de ver a una joven diferente, bonita y sobretodo inteligente que con el pasar del tiempo se volvió arrogante, creída y popular. Ahora si tenía amigos y chicos que la buscaban por el hecho de ser linda, Josué aún continuaba siendo su compañero de clases y aunque esta ahora era perfecta ante los ojos de los demás para él dejó de ser aquella niña inocente e inteligente que alguna vez conoció, empezó a salir, a pasear, beber e incluso entró en drogas, pensaba tenerlo todo, doña Manuela se había arrepentido de aquella cirugía que le arrebato la humildad de su niña.

Alelí se había enamorado de Josué y aunque él fue muy descortés con ella desde la escuela, no lo dejaba de mirar con ojos de amor, un día muy arriesgada decidió escribirle una carta declarándole todo su amor, pero, Josué no le tomó importancia. Alelí estaba muy angustiada pues su amor de toda la vida no la quería, a pesar de ser linda, él la rechazaba.

Muy decidida lo confrontó pero este solo le dijo que desde siempre la había querido pero su arrogancia y falta de sencillez hicieron que el la dejara de amar.

Tan triste y pensando que todos sus sueños e ilusiones se habían acabado, fue a su casa, al llegar escribió una carta para su madre pidiéndole perdón por todo aquello que había hecho mal, y con un cuchillo muy filo cortó sus muñecas y en ese momento se dejó morir.

Doña Manuela con el corazón en mil pedazos mientras leía la carta recordó como su hija aquella vez cuando niña jugaba con su muñeca de trapo y el cuchillo, estuvo destinada a quitarse la vida por los filos de un cuchillo.

ALAS NEGRASWhere stories live. Discover now