Soy Issie

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Sinceramente mi mundo siempre ha sido un caos, pero con mi madre es un caos divertido. Ella hace que mi perspectiva del mundo sea como una montaña rusa. Hay subidas y hay bajadas, pero nada es totalmente malo.

Por cuestiones de bullying recibo clases en casa y esto de las tareas me esta agotando. Yo sé que el aprendizaje es para un mejor futuro y más pavadas, pero también necesito mi tiempo de diversión y mi modo de divertirme no es precisamente realizando ejercicios de física.

- Issie, ¿terminaste todo lo de hoy? -Escucho como deja todo en la sala de estar. Coloco el lápiz a la par del cuaderno y bajo las gradas, antes de llegar al primer piso me encuentro con la mujer de la casa. Sonrío observándola.

- Claro que sí -mi mamá ríe por el recuerdo del anuncio publicitario de Claro.- Con decirte que hasta pude adelantar unos ejercicios. Te tardaste mucho -mi madre me ve apenada y me enseña un sobre de papel kraft.

- Para haber nacido en un barrio de pobres y tener una educación mediocre, obtuviste buenas calificaciones -tomo el sobre de papel kraft. Veo de mal modo a mi mamá y ella ignora cómo la veo. No me gusta que mi mamá se menosprecie así, pero sé que tampoco le gustaría que sacará unas notas del fiasco.

Observo el sobre de papel kraft y veo de reojo a mi madre totalmente emocionada. Abro el sobre y veo que la mayoría de materias tienen un noventa y ocho de puntos. Esta más alto que las calificaciones anteriores. Veo de reojo a mi madre y sigue con su mirada de emoción.

- Salí muy bien, pero, ¿no te parece extraño mamá? -Mi madre aplaude alegre y le resta importancia a mi pregunta. 

- Vámonos, cada vez se nos hace más tarde -asiento.

Guardo rápido las notas dentro del sobre y esté lo guardo en un compartimiento del mueble de la entrada, busco mi mochila y sigo a mi mamá. Les parecerá interesante el lugar que habituó la mayor parte de mi tiempo.

- Llegamos, ya sabes a donde ir, yo debo irme a cambiar... Esta no es la vestimenta de una puta -me enseña con una vuelta de modelo y veo sus jeans flojos con una blusa casual. No, no parece una puta y me río ocasionando una risa de parte de mi mamá.

- OK, me iré yendo de una -me despido de beso y entro al prostíbulo "El Dulce Encanto" por la puerta trasera. Mi lugar esta en el taburete de mi madre mientras que ella se cambia en los vestidores.

- Hola, ¿qué tal nena? -Me saluda una de las compañeras de mi madre, esta mujer es como tres años más joven que mi mamá, pero por alguna razón, le guarda un poco de envidia a mi mami. Y eso que mi mami es un ángel.

- Hola, muy bien y ¿tú? -Dejo mis cosas abajo de una pequeña mesa y me volteo a ver a la compañera de mi mamá.- ¿Qué pasa?, ¿Te sientes mal? -Ella niega y se va corriendo, pero escuché como sí fuera a llorar.

Mhm... Ya veo, hoy es su primer día siendo a quien la penetran en el acto. Suspiro un poco molesta. Esa actividad me parece de lo más asquerosa y más sí no es por voluntad propia. Lo bueno, es que mi mamá sólo es stripper. Es un alivio para mí, pero bueno, ya debo de empezar con las llamadas.

Me coloco los audífonos, tipo señorita de call center y marco al primer número. Le doy una revisada rápida a la hoja, podríamos decirle, de vida del cliente. Se llama Romeo, un señor de veinte años. Es un simple secretario morboso. Genial. Suspiro con pocos ánimos, pero estos pequeños esfuerzos dan sus frutos ayudando a mi mamá.

- ¿Buenos tardes? -Escucho una voz ronca. Suspiro algo lejos del micrófono, cruzo mis piernas y comienza mi trabajo.

- ¿Eres mi dulce amo? -Inicio con una voz suave e inocente y escucho como se baja el cierre del pantalón- sabes que me excito cuando gimen duro y ronco -gimo algo suave y ahora escucho como gime el señor como se lo pedí anteriormente.

El Hijo del PresidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora