Después del trabajo

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—Sasha, haré unas horas en el bar, no quiero dejarte, pero...

—Ve tranquila, ma, si me da hambre calentaré lo que quedó del almuerzo en el microondas.

—No salgas, por favor, regresaré a la 1 ¿De acuerdo?

—Sí.

—Te amo —le dijo dándole un beso en la cabeza.

—Yo también, cuídate —pronunció mientras jugaba en línea.

A veces, Lía sentía que tenía un adolescente de quince años como hijo.

Salió del departamento, y se dirigió al ascensor, mientras revisaba que en su cartera llevara sus documentos, llaves y celular.

No le gustaba tener que dejar solo a su hijo, pero lamentablemente necesitaba dinero, para poder mantener a ambos los días que allí le quedaban.

Se dirigió al bar que quedaban a unas calles de su edificio, y puso su mejor sonrisa. Sus clientes nada tenían que ver con sus problemas personales.

***

"—Mi hijo me odia, y por culpa mía, la mujer que amé regresó y... Aunque creí que la odiaba, creo que la sigo queriendo —pronunció antes de beberse de una sola vez su botella de cerveza—. Mi vida es un asco.

—No creo que deberías beber tanto, si mañana tienes que trabajar —le aconsejó Semt, al ver qué ya iba por su cuarta botella.

Ketall levantó la mano, y le pidió un pack de seis cervezas más a una de las camareras.

—No trabajo mañana, y lo único que quiero es beber."

Lía se sentía feliz, había hecho una buena propina, gracias a su simpatía, y al parecer tendría para unos tres días con aquello. El hotel donde vivía debía pagarlo por día, y no tenía el sustento económico de nadie más.

—Parece que los Nakemeles florecen de noche también —sonrió.

Lía ignoró al tipo ebrio que estaba sentado en el cordón de la vereda y se apresuró a cruzar a la vereda de enfrente.

—¿Ahora tú harás cómo qué no me conoce?

Se giró al escuchar aquello, y se encontró con Ketall, borracho.

—Las vueltas de la vida, primero te ignoré yo, y ahora me ignoras tú —sonrió tontamente.

—Estás ebrio ¿Por qué tomas de este modo?

—A veces necesito perderme un poco, olvidarme de todo —le dijo mirándola a la boca—. No tienes idea de lo mierda que me hiciste al irte.

—Tómate un taxi y vuelve a tu casa —pronunció antes de girarse, para poder marcharse de allí.

Pero el azabache la tomó de la muñeca, deteniéndola.

—Ven, quiero hablar contigo, siéntate aquí conmigo.

—Ketall, Sasha está sólo en la casa, tengo que volver con él, suéltame por favor.

—Juraste que te quedarías conmigo —pronunció en un tono quebrado—. Qué viviríamos juntos, y te creí. Dijiste que sólo ibas a despedirte... Me abandonaste, Lía.

—Ketall...

—Yo te amaba, en verdad hubiera dado mi vida por ti, estaba tan enamorado —sollozó—. En tus brazos logré encontrar el refugio que nunca tuve, la seguridad, el amor en tus labios, un hogar en ti, y te fuiste, me mentiste —lloró—. Estaba completamente ciego por ti.

—L-Lo siento —murmuró antes de abrazarlo, escuchándolo llorar, y que él se abrazara a ella, haciéndola tambalear.

—Siu'to vet kuhio (tú eres mi hogar) —sollozó—. Vet Umi'et (mi esposa) vet faet (mi todo)

...

KetallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora