Prólogo Para Las Tinieblas

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Había cruzado por bosques, pueblos, ríos y montañas... A pie. Caminaba... Solo eso hacia.

Sus prendas estaban un tanto sucias, cuyo haori de color azul marino es relativamente más largo al punto de parecer una gabardina que le llegaba a las rodillas, su hakama manchado entre barro y pequeñas manchas rojas.

¿Acaso era sangre?

Tenía una mirada perdida cuyos ojos huecos no reflejaban emoción alguna, como si no le importara su destino o por donde iba pues podía ver que sus pies estaban muy lastimados, los zoris que portaba a penas podían evitar que la naturaleza torturara sus pies a cada paso... Pero era indiferente al dolor que podía sentir.

Y con algo que lo hacía diferente, una katana junto a su vaina que estaba posada en su cadera.

Tenía el cabello de color blanco, era largo pero desaliñado al igual que algo sucio estaba acomodado hacia atrás atado con una cuerda.

—¡Oto-San! —escucho una voz, era claramente la de un niño, aquel hombre de cabello blanco se detuvo al escucharlo, se hacia de noche pues la luz del sol poco a poco se ocultaba bajo las lejanas montañas.

Miró a su alrededor, cómo si buscara algo se forma desesperada, hasta que sintió que algo lo tomó de la mano... Bajo la mirada y pudo verlo, un pequeño niño de cabello blanco, de vestiduras clásicas de Japón junto con una chalina rojo carmín le había tomado de la mano.

—¡Vamos! —sonrio aquel niño jalandolo de la mano, lo llevaba con rapidez mientras esté sólo sé quedaba en silencio viéndo con detenimiento al pequeño infante— ¡Oka-San nos espera! —hablaba mientras tiraba de la mano de hombre.

Al levantar la mirada pudo ver a su alrededor, estaba en una lugar completamente diferente, una hermosa pradera de árboles de durazno... Qué estaba viendo, podía escuchar el relajante canto de las aves junto al bramido de las hojas por el débil pasar del viento.

Un cálido ambiente que traía paz a su abrumada mente, un hermoso ambiente que calma a su corazón.

Pero tuvo un presentimiento, giro la cabeza hacia atrás por mero instinto y pudo ver que una mancha negra rápidamente estaba consumiendo la hermosa pradera... No lo dudo, soltó la mano del niño y desenvaino su espada.

Un tajo limpio y firme, cerro sus ojos y escucho el sonido de la carne siendo rebanada junto a el filo cortante de su espada pasando por el aire.

Abrió sus ojos... Había regresado a aquel bosque por donde estaba caminando hace poco, miró al cielo y pudo notar que ya era de noche y sólo el brillar de las estrellas junto a la luna iluminaban su camino.

Miró hacia atrás, un grotesco ser de aspecto humanoide de piel negra con puntos blancos por toda la piel estaba en el piso desangrándose en demasía pues su cabeza había sido cercenada por el rápido tajo que había hecho.

—Eres rapido... Ni siquiera pude ver como lo hiciste, pero me partiste la cabeza —escucho una voz ronca y horrenda, era la cabeza que estaba botada a un lado. Su cuerpo se puso de pie, él no parecía impactado, sólo mantenía su expresión indiferente y perdida.

—Sal de mi camino... —le dijo mientras guardaba la espada de nuevo en la vaina, el demonio rápidamente se acomodo la cabeza, incluso su columna trono al entrar en contacto con la cabeza.

—No me hagas reír... Ni siquiera tienes una espada mata-demonios —hablo en tono de burla y desprecio mientras a pasos chuecos y retorcidos se acercaba al peliblanco— ¿Qué harás?... Luchar hasta el amanecer? —pregunto elevando la voz mientras se posaba sobre sus manos listo para embestir nuevamente.

Un Demonio Diferente (DMC X KnY) Where stories live. Discover now