XI

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Torre de astronomía.

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El azabache estaba sumamente preocupado. Tomó el pergamino y murmuró unas palabras, ¿Para qué seguir buscando como idiota si tenía el mapa? Rió para sí mismo. Jane Bennett se encontraba en la torre de astronomía. Guardó el mapa en su bolsillo sin importarle que se cayera y lo descubrieran. Debía buscar a la pelirroja, su pelirroja. Corrió y corrió hasta que la encontró, su cabello brillaba ante la luz de la luna, sus largas pestañas y sus hermosos ojos... Sacudió la cabeza evitando esos pensamientos. No era el momento para eso.

—Jane...—Murmuró, provocando un respingo de parte de la chica, esta elevó una ceja.

—¿Qué quieres, Potter?—Se dio vuelta para poder mirarlo de frente, el chico suspiró y pasó las manos por su alocado cabello negro, el cual estaba siempre despeinado.

—Escucha, fui un completo idiota. ¡Eres increíble, Farista! Eres maravillosa y... —El azabache miró la luna para que la sabiduría de Remus lo iluminara— Al demonio. Sólo perdón, soy un completo idiota que no sabe medir sus palabras y y y sólo espero que mis hijos no sean tan idiotas como yo, los estaría condenando —Sonrió, provocando que la pelirroja riera un poco mientras acomodaba un mechón de su cabello detrás de su oreja.— Te quiero, Bennett. Eres la mejor amiga que un chico podría tener.

Jane sonrió sin mostrar sus labios. Mejor amiga, esas palabras retumbaban en su cabeza. ¿Su mejor amiga? ¿Acaso nunca saldría de esa zona? Ah, pero claro, a Lily la ve como la chica su vida y quién sabe qué más. No pudo evitar sentirse celosa, pero bueno, ¿Qué más podía hacer? Nada. El chico que le gustaba, estaba interesado en alguien más y a ella sólo la veían como una amiga. Pero hey, Era la mejor amiga! En eso ganaba, pues no era una amiga común y corriente.

La pelirroja lo abrazó con fuerza, hundiendo su cara en el cuello del Gryffindor. Fijó su mirada en sus pantalones y no, no lo mal interpreten (o tal vez sí).

—Serás idiota, Potter. ¿Cómo puedes dejar el mapa abierto? —Deshizo el abrazo y lo miró con el ceño fruncido. El chico sonrió inocente.

— Ay Jane, sabes cómo soy —Se encogió de hombros y la tomó del brazo— Vamos, drama queen, o Minnie nos encontrará y no será nada lindo.

—¿Desde cuándo a James Potter le importan las reglas, eh?—Alzó una ceja divertida, el chico la miró con indignación.

—¿Me estás retando, Bennett?

—Quizás, Potter—Se soltó del agarre y se apoyó en la pared, el chico rió y se acercó lo bastante a ella para que sus respiraciones chocaran.

James, por instinto, se acercó peligrosamente a Jane: sus narices se rozaron, todo era completamente mágico hasta que...

—¡Potter, Bennett! —Exclamó una voz, la bruja era Mcgonagall, la jefa de su casa.

—Jane, creo que me desmayo...—murmuró James fingiendo dolor en sus palabras mientras caía en los brazos de su amiga.

—¡Por Merlín y todos los brujos esos! ¡Debo llevarlo a la enfermería, Minnie! —La pelirroja tomó al azabache casi arrastrándolo, y salieron rápidamente del lugar. Mientras, la profesora negaba con la cabeza y suspiraba un tanto divertida. Ya nada le sorprendía de aquel grupito de adolescentes.

James y Jane corrían hasta la sala común, la adrenalina se apoderó de ellos. Entraron a través del cuadro de la dama gorda y fueron en silencio hasta la habitación que compartían.

𝐅𝐚𝐥𝐥 𝐢𝐧 𝐥𝐨𝐯𝐞 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora