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El traidor.
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La pelirroja se removía constantemente en la cama. Octubre comenzaba a acabarse, el frío se volvía cada vez más predominante, pero aún así, Jane estaba sudando.
Abrió sus ojos color esmeralda, se encontraba en un lugar sobrio y tenebroso. El corazón le comenzó a latir con fuerza, sus vellos se erizaron en cuanto escuchó unas ratas escabullirse a su lado. No sabía dónde estaba, pero debía huir cuanto antes. Corrió y corrió lo más rápido que sus piernas le permitían, a lo lejos divisó la feria muggle a la que había asistido con sus amigos. Se acercó a esta con sigilo, notó que todo el mundo miraba el suelo; eran las mismas ratas del principio.
La pelirroja siguió corriendo y de un momento a otro, el sueño la transportó hasta la carpa de Madame Blavatsky.
– ¡Una oportunidad! –le gritaba la mujer mientras agitaba los hombros de Jane.– ¡El león se transformará en lo que siempre fue, un traidor será y a una manada traicionará!
Las ratas llegaron hasta la carpa, cada vez eran más y Jane se comenzó a desesperar.
– ¡No entiendo de quién habla! –exclamó la pelirroja entrando en pánico.
– No hay peor ciego que el que no quiere ver. No seas ingenua, el león los traicionará, ¡la rata se convertirá en lo que siempre fue!
Jane finalmente despertó, miró el reloj de la mesita de noche, eran las 7 am. Se levantó de la cama, con cuidado de no despertar al resto de su pequeña familia y partió a la biblioteca.
Se sentía estúpida por haber olvidado las palabras de Madame Blavatsky, pero no tenía tiempo para remordimientos: una vez leyó que los sueños de los magos eran muy distintos a los de los muggles, estos últimos debían buscar interpretaciones de los sueños, mientras que los magos soñaban de manera explícita, debido a su magia y poder. Jane tomó un pergamino y comenzó a describir su sueño, debía haber un patrón o alguna pista que la llevara al traidor.
León, traición, ratas y manada. León, traición, ratas y manada.
Todos los recuerdos de Jane llegaron a su cabeza. Peter había sido siempre la sombra de James y Sirius, tanto así que Jane estaba segura que se había integrado a ellos sólo para lograr tener amistades y no ser el blanco de burlas. "La rata se convertirá en lo que siempre fue", Jane comenzó a recordar que la forma animaga de su amigo era una rata, y que estaba segura que si este pudiera conjurar un Patronus, tomaría forma del mismo animal.
La última vez que se vio a Peter, fue para convertirlo en el guardián de los Potter. Jane se sentía completamente idiota de haber confiado en una rata tan asquerosa como lo era Pettigrew. Sintió cómo la sangre llegaba hasta su rostro, se sentía furiosa. Su amigo desde los 11 años los había traicionado, los había vendido, ¡y en sus propias narices!
Lanzó el tintero al suelo de lo rápido que se levantó del escritorio de la biblioteca y buscó entre sus libros información sobre protección. Buscó y buscó, toda la madrugada, sin pestañear ningún segundo. Se sentía en completa desventaja contra Voldemort, en cualquier momento podría llegar y matarlos a todos. Y no, Jane no iba a permitir que eso sucediera.
En el fondo de la estantería, había un libro lleno de polvo, lo que provocó un estornudo de parte de la pelirroja. El libro estaba escrito en lo que parecía ser latín, lo que no se le complicó, la pelirroja estudiaba idiomas en su tiempo libre. Arrancó con cuidado la hoja con los hechizos del libro y bajó con cuidado las escaleras, lo que menos quería era despertar a James o Harry.
Jane no sabía si lo que estaba por hacer estaba correcto, pero sólo tenía una oportunidad de salvar a su familia, y no iba a desaprovecharla.
Se apareció en la casa de Peter Pettigrew. La pelirroja sólo había estado una vez en aquel lugar, pero no podía negar que se veía completamente descuidada, los muebles estaban cubiertos de polvo y las cortinas se encontraban cerradas. Escuchó el crujir de la madera y alzó su varita, eso la hacía tener una ventaja hacia él, lo pillaría desprevenido.
– ¡Jane! –exclamó asustado, definitivamente no esperaba verla ahí.
– ¡Asquerosa rata de mierda! ¿Cómo pudiste vendernos? ¡Todos confiamos en ti! –gritó la pelirroja acercándose cada vez más a Pettigrew, hasta enterrar la varita en su cuello.– me das asco.
– N-no sé de lo que hablas.
– ¡No te hagas el imbécil! ¡Todo este tiempo estuviste siendo un maldito traidor! Nosotros confiábamos en ti, Peter, eras nuestro amigo –espetó con un ligero hilo en su voz. Peter tragó saliva, estaba tiritando de miedo.
– ¡Tenía miedo! ¡Iban a matarme!
– ¡Todos habríamos muerto antes de delatarte! –Jane le escupió en la cara y con un hechizo no verbal, lo ató– Tienes dos opciones, remediar tu error o morir, ¿quieres morir, Gusgus? –preguntó con una voz melosa.
Peter negó frenéticamente, la pelirroja lo intimidaba.
– Encontré un hechizo, se trata de magia oscura y peligrosa. Y para ello, necesito de alguien que tenga el alma podrida... –decía Jane mientras caminaba al rededor de Peter, ambos seguían en pijamas– no tienes opción. Sabes perfectamente que si no aceptas, Sirius, Remus y James se encargarán de ti.
– E-ellos no harían eso, son mis amigos...
– ¡Cállate, tú no eres amigo de ellos! ¡Rose y Cassiopeia podrían estar muertas por tu culpa! –Jane se acercó nuevamente a él y le escupió en la cara. Tomó aire y continuó:– Haremos un pacto con la muerte. Suena irónico, pero la misma muerte nos protegerá de morir. ¿Has leído Romeo y Julieta? Ellos beben una poción para fingir su muerte, pues eso haremos, y tú, inmunda rata, serás el testigo. Serás el encargado de cuidarnos en cuanto intenten matarnos, de lo contrario, morirás y tu alma será condenada por la eternidad.
Jane aflojó las cadenas que mantenían a Peter Pettigrew y comenzaron con el hechizo. Era magia oscura y antigua, Jane ni siquiera estaba segura de que diera resultados, pero era la única oportunidad que tenía para salvar a su familia. James y Harry eran la manada de Jane, y Jane haría lo que fuera por protegerlos, hasta poner en riesgo su propia vida.
