Nanamori x Riinu

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Riinu solía pasar su tiempo libre jugando en la habitación de Nanamori. El pelimorado transmitía un aura de tranquilidad que simplemente amaba.

Al líder de Strawberry Prince no le molestaba para nada la presencia del menor, todo lo contrario, era divertido verlo rodar sobre su cama mientras hacía rabietas por haber perdido algún videojuego de su teléfono, además se le hacía realmente tierno cuando se quedaba dormido. Su cabello rojizo y orejas perrunas sobresaliendo entre las sábanas de su cama.

Cuándo eso pasaba, Nanamori no podía evitar dejar todo en lo que estaba trabajando para acurrucarse a un lado del menor, transmitiéndole su calor. Era tan adorable. Tan dulce. Con el paso del tiempo, se había enamorado inevitablemente del pequeño pelirrojo. A pesar de que muchas veces había intentado decírselo el miedo lo acababa invadiendo, no quería perder a Riinu. Temía que su relación de arruinará.

(...)

—¡Ya volví!—anunció el pelimorado una vez dentro del departamento que compartía con el resto de su banda. Se sentó en la entrada y comenzó a sacarse los zapatos. Sus manos y rostro estaban helados, hacer las compras en invierno era horrible.

—¡Na-kun!—un llamado seguido de un peso en su espalda y dos brazos rodeando su cuello, fueron la bienvenida por parte de cierto pelirrojo de ojos heterocromáticos.—¡Bienvenido!—como si se tratará de un perro fiel rozó su rostro contra el del mayor.—¡Te extrañe!

—Hola Riinu.—el mayor sacudió sus cabellos en un gesto cariñoso.—Pero solo me fui por treinta minutos.—rió ante las palabras del menor que aún lo abrazaba.

—¿Hoy jugaras conmigo?—le preguntó con un tono infantil y acercándose mucho para verlo a los ojos. El pelimorado se sonrojó ligeramente, por suerte ya sus mejillas y nariz estaban enrojecidas por el frío. Pasaría desapercibido sin duda.

—Tengo que trabajar en un cover primero.—apartó la vista por un momento. A decir verdad no le molestaba para nada la idea de pasarse toda la tarde jugando con el pequeño pelirrojo, pero de alguna forma tenía que ganarse la vida.—Después podemos jugar el videojuego que quieras.—le propuso el adulto y tocó su nariz con el dedo índice, lo que causó una pequeña risa por parte del más pequeño.

—Ok, pero como castigo tendrás que cargarme hasta la cocina.—habló el joven con una sonrisa pícara. Nanamori giró los ojos ante las palabras. Riinu era tan infantil.

—Ah, Na-kun, bienvenido.—Jel se detuvo en la entrada para ver la escena. Sonrió burlonamente y pensó en molestar un poco al mayor.—Ustedes como siempre tan cariñosos.—advirtió llevándose las manos a la cintura.

—No molestes.—rió Nanamori poniéndose en pie con Riinu en su espalda.—Carga las compras por mí.—le pidió pasando a su lado, el pelirrojo no podía dejar de sonreír.—Tengo las manos llenas.

—Ok.—asintió el pelinaranja y antes de agregar algo más frotó el cabello rojizo del más pequeño.—Parece que te diviertas Riinu. Bien por tí.—le dijo con una sonrisa y el pelirrojo asintió.

—¡Avanza Na-kun!—señaló hacia adelante con un tono decidido. El pelimorado bajo él suspiró nuevamente y comenzó a caminar en dirección a la cocina, dejando atrás a Jel que solo negó con una sonrisa plasmada en sus labios.

—¿Me preguntó si algún día se lo dirá?—dijo mientras tomaba las bolsas de compras.

En la cocina se encontraba el resto de la banda. Root fregaba los utensilios que se habían utilizado para preparar el almuerzo, Satomi terminaba de darle los últimos toques a su pasta carbonera especial y Colon ponía la mesa. Cuando Nanamori llegó con Riinu cargado, Root fue el primero que se acercó algo preocupado.

Strawberry Prince One-shotsWhere stories live. Discover now