|Capitulo 24|

1.5K 94 65
                                    

Que te agarre la lluvia apenas salís del colegio no es nada lindo, pero como mí día esta siendo una mierda había que completarlo con esto.

Lo peor de todo es que Cata se fue antes porque tenía que ir al médico y no me puedo ir con ella en el auto del padre.

Y en casa no hay nadie y tampoco da que ande jodiendolos.

Pero una lluvia en pleno invierno y con un resfrío bastante feo como el que yo tengo, no creo que me traiga nada bueno.

Igual me tengo que dejar tanto pamento y empezar a caminar, porque volando no creo que llegue.

Me ajuste el cierre de la campera y me puse la capucha para salir rápido del colegio. Empecé a ir apresurada por las calles para mojarme lo menos posible, aunque eso era algo imposible, porque la lluvia cada vez se ponía peor.

La madre naturaleza me odia, no hay vuelta.

Y ni hablar de la brisa helada que corre, la cual creo que me congelo hasta el culo.

Dios, odio el invierno.

¿Por qué tiene que existir? Expliquenme ustedes, fans de la peor estación del año.

Iba a mitad de cuadra ya, cuando un auto paro al lado mío. La verdad no me preocupe demasiado y seguí mí paso.

—¡Eh wacha!— gritaron desde adentro.

Esta vez si mire y me encontré con Pedro, el cual me miraba con preocupación desde adentro del auto.

—Subi, dale.

No iba a negarme a terrible ofertón, está claro. Me acerque y subí rápido a la parte trasera del auto.

—Hola y muchas gracias Pedrito— dije tiritando de frío —Aunque me vas a matar, te moje los asientos.

—Ah, ni te quemes por eso nena— le resto importancia y me miró — Preocupemonos por tu estado. Mira cómo estás, toda mojada y tenés pinta de estar enferma.

—Algo así. Ando con un resfrío horrible, que me está matando.

En eso solté tremendo estornudo que lo hizo reír, después del primero vino un segundo, un tercero y un cuarto. Y más frío del que ya tenía antes.

La peor parte es la ropa mojada pegandoseme al cuerpo. Dios, es tan incomoda.

—Toma— mire a Mateo el cual me había hablado —Sacate esa campera y ponete la mía, así no vas a tener tanto frío, al menos.

Hice lo que me dijo y me puse el camperón, el cual estaba calentito, seco y con mucho olor a su perfume riquísimo.

—Tenes que tomarte una de mis sopas de pollo, esas te curan de todos los males— dijo Pedro —Ahora te venís para casa y te preparó una.

—Gracias Pedrito, pero no quiero joderlos— contesté sonriendo en agradecimiento.

Es un amor el Pedro, se merece todo este hombre.

Él me miró y negó.

—Nada de eso, te venís y punto?—
asentí con una sonrisa ya que no me iba a dejar rechazarlo devuelta.

Seguimos el camino en silencio, solo escuchando la radio de fondo. Mateo solo hablo cuando me prestó la campera, después ni siquiera me miró, está ignorandome re bien.

Y sinceramente a mí no me gusta esto.

Prefería estar con el Mateo boludo, cariñoso y lindo, a qué con este. Pero todo es por mí culpa, yo lo aleje. Así que, ¿qué me quejo?.

Fuego || TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora