Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 15

2.8K 210 84
                                    

— ¿Siempre tienes que hacer un lío? — preguntó Lucas frotándose la frente.

Me di la vuelta y lo miré. Estábamos en un almacén enorme de herramientas en Moscú, Rusia. Habíamos viajado para eliminar a un grupo de gángsters de segunda mano que nos debían un cargamento entero de drogas. Podía ser una de las mejores, pero sabía que siempre era mejor no ir a estas cosas sola, pese a que mi compañía fuese Lucas.

Todo comenzó bien, colgué a uno de los hombres con una soga y lo hice caer en medio de la mesa que rodeaban los otros cuatro. Estaban tan alcoholizados por su vodka ruso que tardaron en comprender la situación en la que se encontraban. No es que tuvieran oportunidad, no, pero sin duda hubiese sido un tanto más entretenido.

Es como siempre digo. — dije mientras volteaba a ver los cinco cadáveres que, con dos tiros en sus rodillas, sostenían sus cabezas sobre la mesa con ambas manos. Una obra maestra. — No tiene sentido trabajar sí no puedes divertirte con lo que haces. — hice un globo con el chicle en mi boca y luego lo exploté, para seguir mascando.

Estaba vestida como ciclista, ese era mi disfraz. Usaba una tricota verde fosforescente de mangas cortas con cierre en la parte delantera y con tres grandes bolsillos en la espalda, rellenos con mi teléfono, unos papeles y una daga. El cuello de la pollera era un poco más alto que el cuello del tipo de remera "polo". En mis piernas una especie de calza pantalón corto hasta arriba de las rodillas del mismo color.

— ¿No te parece un tanto exagerado? — dijo Samba cruzandose de brazos. —Parece más un ritual satánico que un mensaje.

— No. Lo sabrán.

Me había despeinado, bueno si a eso se le podía llamar tener varios mechones sueltos, por lo que me levanté las gafas con visión nocturna a modo vincha. Mis manos cubiertas por unos guantes violetas nike metieron mi arma en uno de los grandes bolsillos detrás de mi espalda y me encogí de hombros.

— Eran unos malditos violadores, ese destino se merecían. — me explíque mientras pasaba al lado de los cuerpos y tomaba la botella de vodka para servirnos un trago.

— ¿En serio? — preguntó incrédulo, aceptando un vaso.

— ¿Qué no leíste el informe? — solté fastidiada por su poco compromiso. — Estos cinco drogaron con nuestra mercancía a dos mujeres y las violaron hasta que decidieron matarlas. - Negué con la cabeza, mientras me tomaba mi trago de una vez.




Estábamos acurrucadas en la cama de la mora. Me aparté unos centímetros y dejé que Zulema me abrazara. Su mano encontró mi cadera, e inmediatamente me acercó más a ella. Nuestras narices estaban separadas solo unos centímetros y compartíamos la misma almohada. Mi pierna se acurrucó entre las de ella, mis manos acariciando su rostro, contornando sus bordes.

Después del suceso en las duchas, y considerando que en ese momento ambas de alguna forma estábamos cubiertas de mierda, nos limpiamos y decidimos acostarnos. Agotadas por los últimos acontecimientos.

- ¿Estás segura de que puedes manejarme? - Preguntó Zulema seria, mientras sus ojos viajaban por todo mi rostro, analizandome. Me reí e incite a la mora a poner los ojos en blanco.

- Debería preguntarte lo mismo. - Gruñi juguetonamente, riendo mientras la pelinegra resoplaba en protesta y se alejaba un poco de mi.

- Mmm... Estás jugando un juego peligroso, Andrea Russo. - Dijo achicando sus ojos en ese momento tan verdes como las hojas y juntando nuestras frentes.

EL TORO QUE SE ENAMORÓ DEL ESCORPIÓN ━━ zulema zahir✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora