CAPÍTULO 8: Boy meets evil

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Jungkook estaba a punto de decir algo muy romántico cuando vio a Tae cayendo de rodillas frente a él, con una sonrisa, y tendiéndole las manos para que le arrestara. ¿Por qué aparecía siempre, ahora que estaba haciendo más por superarle de lo que había hecho en aquellos dos años?

-¿No vas a esposarme, Jungkook?-dijo, con una sonrisa burlona.

Jungkook suspiró. Todo aquello parecía demasiado fácil. Soltó la mano de Hye y ató las muñecas del chico que, en otro tiempo, le había prodigado tantas caricias y le había provocado tanto dolor.

-Creo que la cita ha terminado por hoy-dijo el policía, mirando a la joven-, a no ser que quieras acompañarme a llevar a este desgraciado a la cárcel.

-Te acompañaré. Pero tengo algo de frío.

Jungkook no dijo nada, pero la arropó con la chaqueta de su uniforme.

-Yo también tengo frío-dijo Tae.

-Te jodes-fue la única respuesta que recibió, antes de que Jungkook lo obligase a meterse en el coche con un empujón.

Condujeron hasta una gasolinera, ya que el tanque había comenzado a vaciarse y no tenían para continuar hasta la comisaría. Jungkook le pidió a su ahora novia que saliese a rellenar el coche mientras él vigilaba al prisionero. Una vez ella hubo salido, se giró hacia el asiento de atrás y miró a Taehyung con un gesto que este no supo descifrar:

-¿Por qué has hecho esto?

-¿Qué quieres decir?-Tae le miró desafiante.

-Esto. Entregarte, así sin más. No es propio de ti.

-Porque eres mío. Y voy a recuperarte. Cuando lo haga, vendrás conmigo y serás uno más. Dejarás todo esto. Y a ella.

-Te equivocas. En todo, Tae. No soy tuyo ni lo he sido nunca. Me tuviste una vez, es cierto, pero ahora estoy con ella. Tengo una novia preciosa y un trabajo que amo, y no voy a arriesgar nada de eso por un vago como tú. No soy tu juguete para que me uses, me tires, y vuelvas a por mí cuando alguien más me tiene.

-¿Es que ya no te gusto?

-No.

-¿Ni siquiera un poco?

-No-mintió Jungkook por segunda vez.

Tae se acercó a él. Jungkook no sabía como lo había hecho para quitarse las esposas, pero no le preocupó demasiado. Si intentaba escapar, no iba a tener piedad con él. De todos modos, Tae no quería escapar. Solo quería besarle para comprobar si era cierto que Jungkook ya no sentía nada por él.

Apretó los labios mientras el delincuente le besaba con la boca abierta, agarrando entre sus largos dedos sus mechones de pelo. Tenía más fuerza en los brazos que él, así que no le costó apartarle. Pero pudo haberlo hecho antes. No lo hizo porque aquel beso, a pesar de todo, si había conseguido que se estremeciera.

No podía dejar que le besara de nuevo. No podía dejar que volviese a meterse en cada fibra de su piel, de su alma y de su ser. Era demasiado doloroso. Hasta que comprendió que, esta vez, podía ser él quién se la jugase a Tae.

Pero primero tenía que hablar con ella.

Llevaron a Taehyung a la comisaría. Jin le sonrió con sorna nada más verle.

-¿De nuevo por aquí, Kim? Te dejas pillar muy a menudo. ¿No será que te gusta estar aquí?

Tae le guiñó un ojo, sin molestarse lo más mínimo, y se dejó empujar por Jungkook hasta la celda. El policía le arrojó con desprecio el uniforme gris que llevaban todos los presos.

BLOOD AND TEARSWhere stories live. Discover now