8 🚎🌦

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martes, 7:40 AM y ni rastro del joven que fue capaz de arrebatar su oscura mirada aquella helada mañana de lunes, lo extrañaba, no sabía como explicarselo a si mismo pero realmente añoraba su presencia. Tan desafortunado era que le tocó ir de pie afirmado de un fierro sobre su cabeza, estuvo toda la noche en vela pensando en él y sus dulces ojos que le extorsionaron el alma y parte de su corazón, no era una simple fascinación de transporte público, era un amor a primera vista, solo que ninguno lo sabía, mejor dicho Stan no lo aceptaba, no era gay, o eso quería creer. Su mente estaba en un duelo constante, nunca sintió algo parecido menos por un hombre, no sabía si era amor o su físico atractivo que hacía querer observarlo para siempre. El trayecto fue más corto que de costumbre, le hacía falta algo, ese algo era la calidez del mayor que le brindó la mañana anterior. Bajó del tren con las manos en los bolsillos y la mirada agacha, no sentía el mismo ánimo de ayer, seguía negandolo, pero realmente lo extrañaba. Deseaba exterminarlo de su mente, exiliarlo de su vida pero sin siquiera darse cuenta su corazón estaba atado a un hilo irrompible que lo unía a él, un imán crecía en su estómago que lo guiaba a él, todo giraba en torno a esos ojos esmeralda y mueca melosa que el chico tenía.

Abrió su casillero en busca del libro de literatura, indagando entre toda su basura escuchó dos voces femeninas a su espalda seguido de un casillero cerrandose. - amiga como te fue ayer con tu príncipe - reconoció la voz de inmediato, era Wendy con su dulce tonalidad que en algún momento lo enamoró perdidamente - ¡ay te mueres! me llevó a la playa, fue muy romántico - supuso que estaba platicando con su mejor amiga Bebe y tenía razón, fue inevitable escuchar su conversación, tal vez así sabría como se encontraba la azabache después de lo ocurrido sin necesidad de preguntarle directamente - ibamos a sentarnos en la arena pero unos amigos de él nos interrumpieron, eran tres chicos, uno de ellos nos gritaba: '¡Clyde suelta a la niña! ¡llamaré a la policía!' y cosas así, fue incómodo pero a la vez graciosos - Wendy reía entre medio de la conversación - ahí fue cuando Clyde los reconoció y fuimos a saludarlos, eran dos chicos rubios y uno pelirrojo -

- ¡¿pelirrojo?! ¡¿dos rubios?! - tragó aire como si de una aspiradora se tratase, para su suerte no lo hizo tan fuerte - bah, estoy trastornado - por un leve segundo pensó que podría tratarse del rey de Roma y su pandilla pero prefirió negarlo. - uno se llama Kenny, Leopold y el pelirrojo se llama Kyle, ese es muy guapo, tiene ojos verdes, pecas por todo su rostro y bueno... digamos que posee unos buenos glúteos, pero obvio solo tengo ojos para mi Clyde - ambas chicas soltaron risitas pícaras.

- ojos verdes, pecas, pelirrojo... ¿buenos glúteos? - intentó familiarizarlo con él, pero a su vista era imposible, a parte nunca se había fijado en su parte trasera como para confirmar que eran la misma persona - sería mucha coincidencia, a parte casi todos los pelirrojos son así - se dispuso a recuperar su libro, cerrar su casillero e irse, no sin antes terminar de escuchar el final de la historia. - descubrí que Kenny fue el que nos gritó, me sorprendió verlo con una chaqueta naranja en la playa, no sé como no se murió de calor, y el otro era bastante tierno, bajito y de ojos celestes ¡en serio los universitarios son geniales, y muy guapos! -

- chico rubio, chaqueta naranja, otro rubio, tierno y bajo... - empezó a unir los hilos sueltos en su mapa imaginario, cada vez se acercaba más a la respuesta reveladora que podría cambiar su vida por completo - no puede ser... - recordó a los chicos que estaban acompañando al pelirrojo, exactamente dos rubios, uno con chaqueta naranja y otro de estatura baja y ojos celestes - ¡no no no! ¡no puede ser! - su sobresalto fue algo notorio por los estudiantes que pasaban a su lado, rápidamente corrió sin destino alguno, un pánico extraño se apoderó de sus piernas que solo atinaron a correr lejos del lugar. - dime que es mentira dime que es mentira - repetía en su mente la misma frase una y otra vez, tan desgraciada era su vida, indirectamente se estaba acercando a ese chico, era demasiadas coincidencias en pocos segundos ¡tal vez tendría oportunidad de verlo fuera del tren! - si es conocido de Bebe de seguro logre localizarlo más fácilmente - corría entre los pasillos hasta que aterrizó al planeta tierra, paró en seco en un pasillo que no reconocía del todo; pensó con lógica todo lo ocurrido y lo extraño que se estaba comportando, estaba desarrollando un amor/odio hacia él, su mera imagen le ocasionaba un nerviosismo disfrazado de molestas mariposas invadiendo su estómago al punto de causarle naúseas, ahora sabía su posible nombre y eso aumentaba todo su mejunje de emociones que se convertían en un torbellino que destrozaba todo su ser

- maldito idiota -

...

Debastado salió del baño para varones, no lograba explicarse la cantidad de coincidencias existentes en su cabeza, una parte de él negaba rotundamente que esa información se tratase del chico que vio en el tren y quería creer en ello, pero lamenablemente su corazón era el líder y sentía esas ganas de sentir e imaginar que ese mismo chico fuese el que Bebe conoció, quería creer en las fantasías y que tendría una leve oportunidad de verlo fuera del transporte público. Todo ese caos que arrazó con su cordura ocasionó que olvidase su cuaderno y lo más importante, cerrar el casillero ¡esto es South Park! un leve descuido podría acabar en desastre y en este caso, con un casillero estropeado y con todas sus pertenencias robadas; no tuvo tiempo de ir al rescate de sus cosas, alguien se le había adelantado. Se topó de frente con una chica de cabellos azabaches y dulces ojos marrones, llevaba su libro entre el brazo y una pequeña sonrisa

- Wendy - fue lo único audible que salió de su boca

- pensé que podrías necesitar esto - la de menor estatura le entregó el libro que llevaba en sus manos, era el mismo que Stan había ido a buscar desde un principio - y tranquilo cerré tu casillero, espero no parecer psicópata por saber tu contraseña, una vez me la enseñaste y no se me olvidó - Wendy siempre fue una chica segura y admirable, irradiaba firmeza y amabilidad, pero esta vez se le notaba algo avergonzada y la mirada un poco cohibida. Recibió con algo de asombro su pertenencia, demoró unos segundos en responder, no sabía que era lo más sorprendente, que Wendy lo haya seguido para entregarle su libro, que lo conociera al punto de saber que iba a buscar exactamente o que aún se supiera la contraseña del casillero.

- Gracias, no tenías por qué hacerlo - manifestó modestia en sus palabras, cosa que logró soltarle pequeñas risas a la chica - ay Stan, no debes agradecer, después de todo somos amigos ¿no? - trató de ocultar su vergüenza con amabilidad, su sonrisa se hizo más amplia al observarlo - sí, amigos... - respondio el azabache de igual manera. Por unos segundos logró olvidar lo ocurrido y la vergüenza que pudo haberle dado salir corriendo despavorido. Hubo un silencio incómodo, a pesar de estar en un pasillo ambos sentían que nadie estaba alrededor, que ningún chico riendo o un casillero cerrandose de golpe estaba interrumpiendo el silencio que ellos dos habían creado - bueno, nos vemos después Stan - la chica se despidió con su mano y se alejó lentamente sin antes escucharlo - adiós Wendy, gracias otra vez - Su corazón se llenó de un regocijo extraño ¿fue por ella? no estaba seguro.

Durante la jornada no pensó en el chico misterioso ni mucho menos el cómo se enteró de pistas relevantes gracias a la conversación de Bebe con Wendy, estaba despistado por sus amigos quienes hacían travesuras o charlaban, ocupó su mente en algo que realmente le venía bien, era mucho mejor que hundirse en miles de dudas o tratar de entender a su bobo corazón.

Estación ¹⁴ ✧・゚South Park | StyleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora