Día 4: Hora cero.

701 79 9
                                    

Todos mis lobos comienzan a aullar
Me despiertan, el momento es ahora
¿puedes oir los tambores?
hay una revolución en camino

— Revolution, The Score

— Revolution, The Score

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Caos

Destrucción

Muerte

Es todo lo que quedó de lo que algún día fue la tierra.

00:20

Si cerraba sus ojos y se concentraba lo suficiente aún podía oler el olor a galletas que su madre cocinaba cada domingo, inclusive, podía evocar la sensación del sillón más grande de su hogar y soñar que se encontraba recostado sobre él. De hecho, eran muchas las cosas que podía imaginar y sobre todo extrañar, para ser sinceros, justo ahora se daba cuenta de todos aquellos pequeños detalles que dejó de lado, nunca se aprecia lo que tenemos hasta que se pierde.

00:15

Intentó ponerse de pie, lo intentó varias veces pero le fue imposible. La herida que tenía en su pierna derecha era demasiado profunda así que comenzó a arrastrarse con la poca fuerza que le quedaba; presionando sus labios y tragándose las ganas de gritar cada vez que su herida tocaba el suelo.

Necesitaba esconderse, faltaba muy poco tiempo para el toque de queda, definitivamente no podía estar a la intemperie cuando llegara. Los ojos comenzaron a escocerle por la ceniza que caía del suelo, la máscara que traía consigo solamente evitaba que inhalara la toxicidad del aire.

00:10

A pesar de la poca visibilidad que tenía, podía sentir a las personas a su alrededor, desgraciadamente una de las reglas no dichas en el nuevo mundo era: No ayudes a nadie, de lo contrario serás condenado. Lo comprendía, después de lo que sea que haya pasado con la tierra el sentido de supervivencia que los humanos tenían dormido había despertado, llegaban a matarte incluso por un pedazo de pan duro y mohoso. y para ser sinceros, el no era la clase de persona que se detendría a ayudar a otros, si fuera otro el que tuviera la pierna herida, él pasaría de lado sin siquiera dirigirle una mirada, después de todo, un segundo de caridad y compasión podía significar su muerte.

00:08

La sirena que anunciaba el toque de queda comenzo a sonar, como un recordatorio del poco tiempo que le quedaba para esconderse. Desistió después de varios intentos por arrastrarse en el suelo; quizá si tenía suerte lo matarían rápidamente.

Una risa amarga surgió desde lo profundo se su pecho, todos aquellos libros y películas sobre apocalipsis no le sirvieron de nada, uno pensaría que tanto leer sobre distopías e invasiones le darían los conocimientos suficientes para sobrevivir en caso de que estos pasaran. Patrañas, pensó, no se podía comparar la ficción con la realidad, esta era más cruel y dura.

Kiribaku week 2k20Where stories live. Discover now