♡ 03 ♡

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Las personas que le rodeaban estaban tan amontonadas que la mezcla de aromas que se formaba a su alrededor resultaba un tanto repugnante y el estruendoso sonido de la música chocando contra las paredes provocaba que su cabeza doliera de una manera insoportable.

¿Porque seguía en ese lugar? La respuesta era bastante simple. Un pequeño y delgado chico pelinegro se encontraba a unos cuantos pasos de distancia con una bebida alcohólica entre sus manos y un par de alfas rodeandole. Sabía lo que aquellos tipos planeaban por sólo mirarlos, así que solamente estaba esperando a que hicieran el más mínimo movimiento indebido para poder acercarse y quedar como un héroe frente al omega, cosa que en cualquier otro momento no le hubiera importado menos.

— Lolito, ¿nos vamos? — pregunto la chica a su lado con picardía mientras acariciaba levemente su pierna derecha.

— Déjame en paz, furcia — se levantó de su silla y camino sin dificultad entre las personas que se encontraban bailando en la pista para poder llegar hasta donde se encontraba el omega.

Y en cuanto este le vio llegar, agachó la cabeza y tomó fuertemente el vaso de vidrio que tenía entre sus manos. Si, tal vez no se la estaba pasando del todo bien desde que su amigo se fue dejándolo sólo con aquellos extraños, pero creía que las cosas sólo podían empeorar con la presencia de uno de los alfas más problemáticos del pueblo.

— Hola Lolito — saludo uno de los chicos a su lado y al no escuchar la voz del contrario, levantó un poco la vista para toparse con unos fríos ojos esmeralda.

— ¿Te están molestando? — el pelinegro trago saliva, confundido por la pregunta y, aunque podía simplemente negar para librarse de la intensa mirada del contrario, la verdad era que ahora mismo sólo quería salir de ahí.

— Sólo nos estamos divirtiendo...— sintió como una mano le rodeaba el cuerpo y lo apretaba con fuerza, hasta el punto en que era doloroso — ¿quieres acompañarnos?

— No, gracias — al ver la mueca en el rostro del menor, su lobo no tardo en reaccionar, gritando fuertemente que debía ayudarlo.

Decidió hacer caso a los gritos desesperados de su lobo y tomó la delgada muñeca del omega para atraerlo hasta su cuerpo, ignorando los gruñidos que soltaron los alfas como amenaza.

— Creanme cuando les digo que no quieren provocarme — una escalofriante sonrisa se formó en sus labios dejando ver levemente sus colmillos y acto seguido, salió del lugar junto con Mangel.

— ¿Lolito? — pregunto el pelinegro al sentir como el mayor posaba una de sus manos sobre su cintura de manera cuidadosa, como si tuviera miedo de romperlo ante el más mínimo de los roces. Cualquiera que los viera en ese momento pensaría que eran una joven pareja dando un paseo a mitad de la noche.

— ¿Qué coño hacías tu sólo en ese lugar? — la voz grave de Lolito provocó que un ligero escalofrío le recorríera la espalda.

— Fui a buscar a un amigo — el mayor chasqueo la lengua con molestia y miro de soslayo al chico de anteojos. Por sus feromonas podía notar que estaba algo incómodo por la posición pero no podía soltarlo.

— Y...¿lo encontraste? — llegaron al final del pueblo donde las farolas ya no iluminaban el camino y siguieron directo a la casa del menor bajo el hermoso cielo estrellado.

— Si...— el menor se abrazo a si mismo y se apego más contra el costado del contrario, disfrutando de la agradable calidez que este le brindaba — gracias por lo de hoy.

— No tienes que agradecer, sólo ten más cuidado la próxima vez — la ligera incomodidad que cubría al menor fue desapareciendo y la abrumadora dulzura de las fresas llegó hasta sus fosas nasales, haciendo que Lolito hiciera una mueca.

Los omegas con los que llegó a acostarse siempre tenían un buen control sobre sus feromonas pero al parecer no todos eran iguales, pensó y aunque no era desagradable, odiaba lo que las feromonas eran capaces de hacer sobre el.

— Llegamos — declaró el pelinegro rápidamente al ver su casa a pocos metros de distancia y en cuanto el pelinaranja lo soltó, escucho como su lobo se quejaba entre lloriqueos.

— Bueno... me retiro — al ver como el omega abría la puerta de su hogar, se dio media vuelta para volver por donde había venido y aunque quería quedarse un poco más para averiguar más sobre el, no se le ocurría ninguna buena excusa para hacerlo.

— Regresa con cuidado y espero que nos podamos ver después — Lolito se detuvo en seco al escuchar aquello y se giró para verlo claramente.

— Seguro — contestó satisfecho y siguió su camino a casa con una tonta sonrisa que no podía ser borrada.

Tal vez eran dos polos opuestos pero algo los atraía naturalmente al contrario, algo que iba más allá de lo físico y lo emocional. Sin embargo, al final eso daba igual ya que lo único que le importaba a Lolito era ganarle al resto, cosas como sentimientos y relaciones no eran algo que realmente le interesará así que cuando ganará, cortaría cualquier relación formada con el.

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Aᴘᴜᴇsᴛᴀ [ꜰɪɴᴀʟɪᴢᴀᴅᴏ]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora