La orquídea manchada de sangre (WangXian)

El hijo perdido del Dios de las Artes y la Luz; el monte Luanzang. (Final)

Canción: The Truth Untold (BTS)

La luz del alba se filtró entre los grabados de madera en su ventana, causando que A-Yuan hiciera una mueca al recibir aquellos ratos en su rostro. Se remueve de forma perezosa, sintiendo la compañía de otro cuerpo junto al suyo, uno que se aferraba a él de manera persistente. Una sonrisa se extiende por el rostro de A-Yuan, acariciando una de las mejillas de su shixiong con suma ternura.

— RuLan shixiong, despierta. — Susurra, casi lamentando tener que interrumpir su sueño, pero tenían que prepararse para sus lecciones matutinas. Tong RuLan se mueve un poco antes de abrir sus ojos de un color similar a las castañas, sonriendo de vuelta al ver a A-Yuan.

—Por un momento creí que todo lo que pasó ayer había sido mi imaginación. — Musitó, hundiendo su rostro de manera infantil en el cuello de su shidi. A-Yuan contiene una risa. ¿Desde cuándo Tong RuLan, la Ráfaga de Oro, se comportaba como un niño pequeño? Aquel lado más sensible y dulce de Tong RuLan le toma por sorpresa, pero estaba feliz de poder verlo.

-—Vamos, debes volver a tu habitación. Si nos descubren, estaremos en peligro. —Dice A-Yuan, preocupado por lo que pudiera suceder si algo así llegaba a saberse. Tong RuLan asiente, levantándose de su cama para comenzar a vestirse. A-Yuan se endereza lentamente, percibiendo un dolor agudo en su cadera, lo que le hace soltar un quejido. Tong RuLan se percata de ello y se apresura a ayudarlo a ponerse de pie.

— Hazlo con calma. Oí... Oí que es normal que duela un poco después de... Eso. — Pese a todo lo que había pasado en la noche anterior, ambos aún sentían que sus caras no eran lo suficientemente gruesas* como para hablar de ello con comodidad. A-Yuan afirma rápidamente, dirigiéndose hacia el centro de su habitación.

Para su sorpresa, Xi MengJi se había ido.

Tong RuLan se hallaba completamente vestido, acercándose a A-Yuan y encontrando lo mismo que él. Las botellas de licor son retiradas por ambos para esconderlas en un lugar seguro, y una vez que han dejado todo como antes, Tong RuLan se detiene frente a su shixiong, juntando sus manos.

— Lo que dije ayer, todo era cierto. Haré lo que sea necesario para mantenerte a salvo. — Su tono era solemne cuando habló. — Los tres haremos lo necesario para salir vivos de esto. Y luego, podremos elegir dónde queremos ir, iremos de cacería nocturna* juntos y pasaremos el resto de nuestras vidas así.

— Vaya... Nuestro Ru-Er está madurando tan rápido. —Responde A-Yuan, acariciando su cabeza tiernamente. Tong RuLan siente que sus orejas se calientan.

— ¿Qué? Hablo en serio. ¿O acaso tú también piensas que soy un presumido como los demás?

— Bueno... Un poco. — A-Yuan cubre su boca al decir aquello, viendo la tristeza en los ojos de Tong RuLan, por lo que se apresura a decir: — Pero nuestro Ru-Er es muy bueno en lo que hace, ¿cómo podríamos negar lo talentoso que es? Si eres orgulloso está bien que lo seas, porque serás un gran cultivador algún día.

El rostro de Tong RuLan comienza a tornarse rojizo, igual que una granada madura. — T-tu... También serás un gran cultivador algún día...

— Bien, bien, basta de esto. Regresa a tu cuarto y prepárate. — A-Yuan le apremia, empujándolo hacia la puerta. Tong RuLan le obedece en silencio, pero al abrir la entrada, una figura se hallaba de pie frente a ellos. Sus túnicas poseían patrones de color del oro, y sus telas eran de un fuerte tono carmesí. El hombre usaba un tocado intricado de joyas y hecho de oro puro, el símbolo de alguien que pertenecía a un cargo superior.

No cualquier cargo. Ambos jóvenes sienten como la sangre se escapa de sus cuerpos, siendo invadidos por una sensación de frío inimaginable.

El Sacerdote Mayor tenía una expresión indescifrable en su rostro. No dijo nada más que un "llévenselos", con lo que varios cultivadores menores del Templo entraron para tomarlos uno a uno, separando sus manos de golpe