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Arroja el cojín sintiendo un sin fin de sentimientos negativos recorriendo su ser en estos precisos momentos. Las lágrimas de los recuerdos no dejan que vea con claridad a su alrededor y la cabeza le duele por haber estado llorando por largas horas, sin descanso. La garganta le arde como si estuviera resfriado, pero no lo está. Su cuerpo impacta contra el suelo luego de que ha resbalado del sofá y llora con más rabia extendiendo la mano para arrojar los demás cojines.

— ¡MENTIROSOS!

Grita desde lo profundo de sus recuerdos y se da la vuelta quedando boca arriba. Su llanto llena la sala, su pecho sube y baja, por un segundo piensa que le dará un ataque al corazón por estar tan alterado; sin embargo, después de unos breves minutos el llanto disminuye y solo se escuchan sus leves sollozos. Limpia las lágrimas con sus manos y sorbe la nariz incorporándose para gatear hasta la mesa del centro, y apretando los labios agarra el portaretratos.

Sus ojitos miran fijamente la imagen de hace tres años porque sí, hoy se cumplen tres años desde que los alfas de su grupo y él formaron la manada.

Respira con profundidad ante la opresión en el centro de su pecho y pasa los dedos por encima del vidrio acariciando la imagen; recordando con pesar y tristeza aquellos días hermosos en los cuales no hacían más que amarse.

Un jadeo se le escapa de los labios al sentir a su lobo. No es el único quien la está pasando mal. Su lobo desde que dieron las doce de la media noche, cumpliéndose tres años, no ha hecho más que estar con las orejas agachadas y gimoteando de vez en cuando en un rincón alejado.

Piensa que es su culpa que su lobo esté de esa forma debido a que tomó la ridícula decisión de venir a la cabaña. Estaba en su departamento hace un día y medio, y de la nada sintió la repentina necesidad de venir a la cabaña. Lo asoció con el hecho de que era por su aniversario y por eso tomó el primer vuelo hasta llegar al pequeño pueblo para después rentar una camioneta, y conducir sin parar hasta la cabaña.

Ni bien llegó los recuerdos de todo lo que vivió con sus seis antiguas parejas lo azotaron con rudeza. Desde el comienzo de su relación con YoonGi hasta la aceptación del amor que le profesaba el maknae. Recuerdos demasiados hermosos como dolosos a la vez.

—Lo-Los amo..., los amo —solloza mirando la foto—. Qui-Quiero odiarlos..., cuánto quisiera odiarlos —murmulla llevando el portaretratos a su pecho para abrazarlo—. Pero..., pero, no puedo..., ¡joder! ¡Los amo tanto! ¡Tanto!

Vuelve a llorar haciéndose bolita en el suelo y el frío traspasa su piel, sin embargo, no le importa. En estos momentos, está sumergido en una gran depresión. Queriendo, deseando, añorando que sus seis chicos estén con él en esta agonía, que regresen a su lado y le digan que todo se trata de una cruel ilusión. No obstante, la realidad es otra, otra que lo hace gritar, patalear y desesperarse hasta el punto de salir de la cabaña corriendo sin rumbo; al menos eso piensa SeokJin quien pierde la conciencia justo cuando deja de sentir las piernas y en su lugar un lobo de pelaje blanco aparece corriendo por entre los árboles de la fría noche hasta llegar al mismo sitio en donde se formó la manada hace tres años atrás.

La luna llena está en lo alto del inalcanzable cielo iluminando todo lo que le es posible y es acompañada por los aullidos sin descanso de un lobo blanco

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La luna llena está en lo alto del inalcanzable cielo iluminando todo lo que le es posible y es acompañada por los aullidos sin descanso de un lobo blanco.

El lobo blanco inhala con más fuerza para continuar con sus aullidos y deja de hacerlo al escuchar cómo unas ramas crujen detrás suyo por lo que gira poniéndose en modo ataque, y gruñe hacia el sonido advirtiendo al intruso que tenga cuidado; pues no dudará en atacar si lo ve necesario. Sin embargo, deja de estar a la defensiva al reconocer aquellos aromas y agita la cola cuando un lobo de pelaje totalmente negro aparece. Este se detiene dejando una prudente distancia y baja las orejas junto con el hocico, señal que está pidiendo permiso para acercarse más, y también aparecen otros cinco lobos imitando el acto.

El omega arruga el hocico demostrando que está molesto y se sienta con el hocico en alto.

El lobo más joven omite sonidos de tristeza y agacha más las orejas. El lobo de pelaje rojizo se acuesta dando a entender que no piensa ir a ningún lado. Los otros dos lobos de pelaje similares al gris aullan al unísono entonando un perdón y el último lobo de carácter más difícil ladea la cabeza, y agita la cola debido a que está feliz de ver de nuevo a su omega quien lo mira incrédulo.

El silencio se hace presente entre los siete lobos, seis rogando el perdón de su omega y este haciendo que ruegue más, pues no piensa perdonarlos tan fácil; aunque es consciente que la culpa que se hayan separados la tienen los humanos y no ellos. Aún así, le gusta hacerlos rogar y mueve las orejas al observar que están haciendo lo imposible para captar su atención haciendo que gruña para que dejen de hacer el ridículo frente a la diosa luna y lentamente comienza acercarse hasta el punto de quedar frente al antiguo líder de su manada.

Primero le muerde la oreja a modo de regaño a cada uno y, también, les muerde el hocico. Los seis lobos se quejan por el leve dolor y después el lobo negro agita la cola extremadamente feliz cuando su omega se ha puesto debajo de su cabeza aceptando su perdón.

Los otros cinco alfas aullan contentos sin duda y se tiran encima de los dos lobos mayores para lamerse, y morderse suavemente. El lobo blanco se retira moviendo la cabeza por todo las lamidas y mordiscos, dirige su mirada hacia la luna llena y desde lo profundo de su pecho le aulla prometiendo que esta vez harán correctamente las tradiciones. Sin embargo, le pide solo que les permita a los siete humanos tener un período de tiempo para asimilar la unión que realizarán a continuación debido a que a diferencia de ellos los siete lobos no pueden estar separados más.

Destinados Antes De Nacer Por Siempre © || Libro #2|| [BTSxJin] (Omegaverse)Where stories live. Discover now