Mi tonto

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Jeon Jungkook era un imbécil.

Pero un imbécil paciente, pensaba. Sin embargo, a mitad de la primera semana de clases, él ya estaba ingeniándoselas para no acabar con jodidamente todo. Ni siquiera era por el estrés del estudio: él siempre había sido bueno. Leer poesía toda su vida había forjado bien sus neuronas, las clases no eran la gran cosa. No era eso lo que le estaba molestando.

Era otra la razón.

—Él no va a desaparecer si dejas de mirarlo, sabes. —comentó Namjoon, recostado en la banca de la cafetería frente a él, mientras compartían mesa. El hombre, de piel acanelada, ojos de dragón y hoyuelos prominentes, observó a Jungkook, su amigo, el que quizás no le había oído ni una sola palabra desde que se habían encontrado esa mañana, y suspiró. Con los brazos tras su cabeza, se volvió e intentó fijar la mirada en lo que tenía a el pelinegro tan desconectado del mundo. No fue muy difícil, realmente. Era obvio a dónde se dirigía su atención.

Al menos la mitad de la cafetería miraba hacia el mismo extremo donde Kim Taehyung, con su cabello azul perfectamente pintado y sus adorables ondulaciones comía una manzana, con sus lindos ojitos concentrados en un libro y sus piernas montadas en la silla, forradas por unos jeans desgastados —pero aún ajustados, gracias a Dios. Aunque tuviera un foco de atención encima, se le veía bastante tranquilo. Como si estuviera acostumbrado a brillar de esa forma y a deslumbrar su alrededor. Nadie en la tierra podía negar que la imagen no fuera etérea.

Aquello hizo a Namjoon cuestionarse.

—Debió quedar realmente resentido para cambiar tanto. —musitó para sí mismo. Pero le fue inevitable dudar. Su cabeza negó hacia los lados, por inercia—. No, quizás no sea eso. Quizás este siempre fue él. Quizás esta es su versión fuerte y decidida. Pasó por mucha mierda.

Pensó que hablaba solo. Claro, Jungkook no le estaba prestando atención.

O bueno, eso le hizo creer.

—No. Ése no es Taehyung.

Namjoon se volvió a mirarlo, y frunció de golpe su ceño. No supo si enojarse primero por lo descarado que había sido, ignorándolo —ahora lo sabía, intencionalmente—. o reñirle por la tontería que decía. ¿Qué sabía él?

—¿Cómo que no lo es?

Jeon Jungkook, sin dejar de clavarle la vista al peli-azul, ejerció más presión en la botella de jugo que mantenía en su mano. La botella crujió, amenazando con dañarse y explotar.

—Sé que hace esto para vengarse de mí. Espera un poco, volverá a la normalidad.

Namjoon se le quedo mirando, estático de la perplejidad. ¿Era real lo que oía?

—¿Cómo que lo hace por tí? ¿Estás loco? —no pudo frenarse de exclamar. Él sabía que Jungkook era egocéntrico y confiado, pero esto era absurdo—. ¿Te parece que hace esto para hacerte sufrir? No, es que- es que ni siquiera esa es la pregunta adecuada. —su tono ofuscado atrajo por fin su mirada—. ¿Te parece que es tan feliz y bonito porque tiene un maléfico plan contra tí? ¿En verdad, Jungkook? No te entiendo. —la ceja del contrario estaba enarcándose—. Le follaste la boca antes del verano, le tiraste un infierno encima. Le tiramos, más bien, no puedo evadir que tenemos la culpa de eso. ¿Y ahora que puede vivir tranquilo, superando esa horrible humillación que le bañó encima, tú te haces la víctima?

—Oh, por favor. —bufó, soltando la botella y dejando caer la mano estrepitosamente en la mesa —. ¿Y tú dices que él cambió de repente porque lo superó y está viviendo mejor? ¿Es que a caso no recuerdas como era? Ese hombre que se hace llamar Kim Taehyung no tiene nada de lo que solía ser.

Enemigo «KookTae» ©Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon