C6: Trabajos de investigación.

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Existen circunstancias en la vida en las que te preguntas: ¿qué demonios estoy haciendo con mi vida como para que se desbalancee a tal forma? Digo, no estoy saltando, y aunque lo hiciera, ¿no se supone que estoy en un suelo lo suficientemente sólido como para mantener la postura y equilibrio? O es que, viéndolo desde un ángulo algo más peculiar; ¿son mis acciones un terremoto o lo seré yo?

En mi caso, puedo afirmar con total seguridad, que no tengo la menor idea de la respuesta a esa tan ambiciosa pregunta. Porque, cómo responder a algo que estoy notando apenas ahora, he de admitir que, a lo no tan largo de mi vida, viví el desbalance de perder la unida familia que creía tener, cambiar de casa y de ambiente, adaptarme a nuevas personas, atender nuevos hábitos y sobrevivir a una vida adolescente; probablemente algo que una, más grande que pequeña, población del mundo tuvo que pasar. Sin embargo, qué podía afectarme directamente del resto de la población, la respuesta es sencilla: probablemente, nada. Me afecta directamente todo lo que tiene que ver conmigo, no con el resto.

Claro que, si alguien en algún remoto país bota basura constantemente, contaminando el ambiente, me afecta, porque lamentablemente, esa persona y yo respiramos en el mismo ambiente, pero ese no es el caso.

El cambio más radical, ha sido, sin especular: los códigos. Regirse por nuevas normas creadas por mi mejor amiga y yo, no siempre es fácil. Había tenido que pasar estos últimos años aprendiendo a llevarme bien con mis propios errores, cosa de la que nunca me arrepentiré, sin embargo, existen ocasiones en las que desearía, por un pequeño momento, ser una adolescente egoísta y dejar de lados los códigos.

Es aquí donde caigo en mi situación. Sentada, junto a un compañero que aún no llega, por lo cual, no sé su identidad, observando como mi mejor amiga deja de lado uno de los códigos para enfocarse en su nuevo proyecto; hacer sentir a Moni lo más cómoda posible con los nuevos cambios en su vida. Citado así, con exactitud, por la misma Chelsea Canon, y es que, amo que alguien ayude a sentir cómoda a los nuevos, no por nada me escogieron como la presidenta del consejo estudiantil, sin embargo, ¿dónde quedó la chica que me dejó sola en la casa de mi ex mejor amigo luego de enojarse conmigo por romper un código? Algo no me parece equitativo.

Chels voltea un momento y se acerca a mí, dispuesta a lanzar una pregunta.

—¿Estás enojada?

—¿Enojada? No, algo curiosa por saber la razón de que no lo hayas consultado antes de hacerlo, sí —soy clara.

—Cam...

—Chels, casi explotas una bomba en mi cara por romper el código con lo de Ashton y ahora tú andas por doquier haciendo lo mismo como si nada pasara.

—Lo de Ashton fue distinto, y lo sabes.

—¿Por qué lo fue, Chelsea? ¿Porque yo lo hice? —cuestioné, con el ceño fruncido—. ¿Es que acaso yo no puedo equivocarme?

La puerta se abrió, mostrando al profesor de química, seguido de algunos estudiantes faltantes.

—En la salida hablaremos de esto, ¿va? Es la última clase y quiero que este día termine de buena forma —se dispuso a volver a su lugar.

—Tendrá que ser en la cena, tengo que hacer el trabajo en casa de Ashton al salir —la freno.

—¿La cena?

La observo con sorpresa.

—Chels, ¿si recuerdas que todos los miércoles cenas en mi casa, no?

Una expresión de sorpresa se crea en su rostro.

—Muy bien, chicos, todos a sus puestos —ordena el profesor Gidson.

La pelirroja forma la palabra disculpa en sus labios, mientras se sienta nuevamente con su pareja de trabajo. Suelto un resoplido, recostando mi espalda en la silla y sintiendo como un cuerpo toma asiento a mi lado.

Código de Amigas [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora